el destino no espera

Primer beso,primera herida

La luna iluminaba el jardín con una luz plateada mientras el viento movía las hojas secas del otoño. Kasutora estaba recostado contra el tronco de un viejo árbol en el patio trasero de la mansión, repasando mentalmente todo lo que había vivido desde su accidente. La familia de los cuchillos no era solo un grupo peligroso… eran una prueba constante de confianza, lealtad y miedo disfrazado de tradición.

Entonces la escuchó llegar.

—¿No puedes dormir? —dijo ella, su amiga de la infancia, con voz suave mientras se sentaba a su lado.

—Difícil dormir cuando uno comparte casa con asesinos —respondió él, medio en broma, medio en serio.

Ella soltó una risa pequeña, honesta. Se quedó en silencio por unos segundos, observando el cielo.

—¿Te arrepientes de haberte quedado?

Kasutora la miró de reojo. El viento le movía un poco el cabello, y sus ojos brillaban con un matiz de nostalgia.

—No —dijo al fin—. Si hubiera huido, me hubiera arrepentido el resto de mi vida. Aunque me maten mañana… haber vuelto a verte lo vale.

Ella se sorprendió. Su expresión cambió, como si algo dentro de ella se rompiera y sanara al mismo tiempo.

—¿Recuerdas cuando éramos niños y decíamos que íbamos a casarnos? —preguntó ella, en voz baja.

—Sí. Pensé que lo habías olvidado.

—Nunca lo olvidé. Solo tenía miedo de que tú sí lo hicieras.

Y entonces pasó. Ella se acercó, lentamente. Kasutora no se movió. Cuando sus labios se encontraron, fue como si el tiempo se detuviera. No fue un beso perfecto de película… fue real. Lleno de emociones contenidas, de miedo, de esperanza, de heridas pasadas.

Pero justo cuando sus labios se separaron, un disparo rompió el momento.

¡BANG!

El proyectil impactó en el brazo de Kasutora, que cayó al suelo con un grito ahogado. Ella se agachó inmediatamente, cubriéndolo con su cuerpo.

—¡¿Estás bien?! —gritó.

—Estoy bien… —gruñó él, apretando los dientes mientras presionaba la herida—. Pero alguien quiere recordarnos que el amor no es tan fácil aquí.

Desde la sombra de los árboles, una figura desaparecía corriendo. Una advertencia. Una amenaza.

Ella lo miró, con los ojos cargados de rabia.

—A esto me refería cuando dije que no todos estarían de acuerdo con nosotros.

Kasutora, aún sangrando, sonrió con dolor.

—Supongo que ese fue nuestro primer beso… y también nuestra primera herida.



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En el texto hay: supervivencia, accion, romanse

Editado: 26.06.2025

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