El destino nunca fue para nosotros...

Capítulo 4 2/2

Cristina tomó un sorbo de su capuchino mientras observaba a Matías. Había algo en él que la desconcertaba, como detrás de esa mirada tranquila y esa sonrisa ligera hubiera un océano de historias esperando a ser descubiertas

-¿Y qué tipo de cuentos escribes? -pregunto ella, rompiendo el silencio.

Matías gito la taza entre sus manos como si estuviera organizando sus pensamientos.

-Depende del día. A veces son historias tristes, otras más... esperanzadoras. Creo que escribo para entender lo que no puedo decir en voz alta.

Cristina lo miró con genuino interés

-Eso es... profundo. ¿Tienes algo que puedas compartir?

Él soltó una risa baja.

-Tal vez. Pero no ahora. Tendrías que ganarte ese privilegio.-¿Ah, sí? -dijo ella, divertida-. ¿Y cómo se supone que lo hago?

Matías se inclinó un poco hacia ella,apoyando los codos sobre la mesa.

-Déjame pensarlo. Pero prometo que no será tan difícil.

El tiempo parecía detenerse mientas conversaban. hablaron de todo y de nada: de sus comidas favoritas, de los viajes que soñaban hacer, de las cosas que los hacían reír y de las que lo hacían pensar. Cristina descubrió que Matías tenía un humor sutil y una manera peculiar de ver el mundo mientras que él parecía fascinado por su espontaneidad Y esa mezcla de timidez y valentía que la caracterizaba.

Cuando la conversación derivó hacia sus recuerdos de la infancia, Matías comentó algo que le hizo reír a carcajadas.

-¿Entonces realmente trataste de hacer un experimento científico en la cocina de tu madre? - preguntó Cristina, secándose una lágrima de la risa.

-Sí, pero era un niño, no sabía que mezclar bicarbonato y vinagre iba a causar ese desastre. Mi mamá casi me mata cuando vio como quedó todo. -Matías río también contagiado por la alegría de Cristina.

La risa los dejó en silencio por un momento, hasta que Cristina lo miró con una sonrisa más suave.

-Sabes, eres diferente de lo que pensé cuando te conocí.

Matías arqueó una ceja, intrigado.

-¿Y qué pensaste?

-No sé, que eras... distante. Pero ahora veo que eres más... -Cristina dudó, buscando la palabra adecuada-. Cercano.

Matías la miró fijamente, como si sus palabras hubieran tocado algo profundo en él.

-¿Y eso es algo bueno o malo?

-Definitivamente bueno. -Cristina le sonrió, y Matías sintió un calor inesperado en el pecho.

El tintineo de una campana anunció la llegada de un grupo de personas que entraron a la cafetería llenando el espacio con más ruido. Cristina miró el reloj y suspiró.

-Se me pasó el tiempo volando. Creo que debería irme antes que se haga demasiado tarde.

Matías asintió, aunque no parecía del todo dispuesto a despedirse.

-¿Te puedo acompañar?

Cristina lo miró sorprendida por su ofrecimiento pero asintió. Salieron de la cafetería envueltos por el aire fresco de la tarde mientras caminaba en el silencio que compartía no era incómodo. Era uno de esos silencios que decían más de lo que las palabras podían expresar.

Y aunque ninguno de los dos dijo en voz alta ambos sabían que él se encuentra en la cafetería no sería el último. Algo había comenzado... algo que aún no podían nombrar pero que estaba allí creciendo entre ellos con cada paso que daban juntos.



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En el texto hay: abandono, romance, destino cruel

Editado: 08.02.2025

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