El Diamante Más Brillante

Capítulo III: En sueños

30 de noviembre del año 2020.

Para este entonces, Diana había despertado mucha curiosidad con los temas relacionados la Wicca, la magia y la brujería; y lo que más quería hacer con todos estos conocimientos, era tratar de contactarse con su madre, pues quería hablar con ella, aunque sea una vez en su vida…

—Vamos ¡Tenés que funcionar! —dijo Diana, mientras sostenía un péndulo casero por encima de la foto de su madre. —Al menos decíme si estás aquí, ahora.

—Diana. What are you doing? —preguntó David, afuera del cuarto de Diana, pues escuchaba que su hija estaba despierta, y ya eran las dos de la madrugada.

—Emm. Tenía sed y me levanté por un vaso de agua —respondió Diana, improvisando.

—La próxima vez, le pides a la sirvienta que te lo lleve —dijo David —No le pago para que haga nada.

—Sí papá. Lo voy a hacer la proxima —contestó Diana.

—Just go to sleep —dijo David —tomorrow va a ser un día algo rough.

—“Un día algo duro” —parafraseó Diana, la cual no sabía a lo que su padre se refería. Aun así, decidió irse a dormir, pues los intentos de contactar con su madre, no estaban funcionando.

Ya en el sueño de Diana…

—¿Alguien sabe dónde estoy? —Preguntó Diana en su sueño, pues se encontraba en un lugar en el que nunca había estado, y estaba rodeada de desconocidos representados por sombras que aparecían a su alrededor.

—¿Quién eres tú? —le preguntó un anciano desconocido.

—Soy, Diana —respondió la joven, confundida —No conozco este lugar.

—Wow, estás consiente —añadió una señora mayor desconocida, que sonaba sorprendida.

—Eso es muy raro. —expresó otro muchacho desconocido.

—¿De qué me están hablando? ¿Quiénes son ustedes? —preguntó Diana, asustada.

De pronto, la chica sintió una brisa cálida que hizo que se calmara. Acto seguido, una mujer apareció a lo lejos, era algo alta, con un pelo ondulado, pero no podía distinguir quien era. Atrás de esta mujer desconocida, se apreciaban dos grandes chimeneas, las cuales tenían sus respectivas puntas, rotas.

—¿Quién es usted? —preguntó Diana, a la desconocida.

La mujer no respondió, y solamente apuntó a las dos chimeneas. De pronto, todo se hizo negro, y Diana despertó del sueño; todo debido a que su padre entró a su habitación.

—Wake up, Diana —exclamó David, raramente emocionado —I got some exciting news for you!

—¿Qué pasa? —preguntó Diana, confundida.

—Cámbiate, y baja a desayunar —dijo David.

Diana se levantó de la cama, y trataba de recordar lo que había soñado. Todo le parecía borroso, solo recordaba a esa mujer señalando las dos grandes y deterioradas chimeneas. Aun así, la joven no le prestó mucha atención, y se preparó rápidamente para ir con su padre.

Al bajar, Diana encontró a David sentado en la mesa, y rodeado con varios folletos.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Diana

—Me complace anunciarte, hija, que por fin finalizaste tus estudios. —dijo David, extrañamente feliz.

—Supongo que ahora estoy de vacaciones —sugirió Diana.

— Something like that —respondió David —Aquí tengo panfletos de las mejores universidades. Sé lo importante que es escoger una carrera para una joven, yo desearía haber tenido esa oportunidad, así que yo te la voy a dar. Aquí hay un amplio repertorio de las carreras que podrías seguir.

—Medicina, Abogacía, Arquitectura, Ingeniería Química, Biotecnología y Veterinaria —leía Diana, en voz alta —Pero estas no son todas las carreras que existen

—Pero son las mejores que hay —dijo David —agradece que puse Veterinaria, es un pequeño regalo que te doy.

—Pero ¿dónde está Psicología, Educación física, Filosofía, Letras, Arte, y las demás?  —preguntó Diana, un poco molesta.

—Esas son carreras mediocres y que no sirven —respondió David —Lo que te ofrezco, son lo mejor de lo mejor. Y hablando de excelencia, aquí están los panfletos de las universidades disponibles.

—¿Zale, Jarvard, Stanferd, Axford? Todas son en el exterior —dijo Diana —¿Acaso no puedo ir a la Universidad Nacional Pública? o al menos a alguna privada de aquí.

—Oh God! —exclamó David, asqueado. —¡Claro que no! Lo que sea que estudies, lo harás en las mejores universidades, y lamentablemente no están aquí.

—Pero no me gusta ninguna de estas carreras —exclamó Diana.

—Solo necesitas tiempo para hacerte a la idea —dijo David —Puedes pensarlo mejor cuando vayas a casa de tu tía Eliza en New Haven. De seguro allí conocerás a personas que te convenzan.

—¿Qué? ¿Me voy a New Haven? —preguntó Diana, confundida.

—Yes —dijo David —te irás para ahí el verano. Te hará bien cambiar de aire.

—No quiero ir a Estados Unidos —reprochó Diana —y menos a New Haven.

—¿Tienes un mejor plan para el verano? —preguntó David, algo enojado.




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