El Diamante Más Brillante

Capítulo IV: Una historia del Pasado

7 de Julio de 1997, en San Miguel de Tucumán

—Amo venir aquí —dijo Eva, a su hermana

—¿Al centro? —preguntó Cynthia.

—Obvio. ¿A dónde más íbamos a conseguir estos? —respondió Eva, mientras señalaba un puesto en donde vendían piedras semipreciosas.

—¡Cristales! —exclamó Cynthia, emocionada.

—Sabía que te iba a gustar —dijo Eva — Elegí alguno para que te lo regale por tu cumple.

—No. Son caros —se negó Cynthia.

—No me importa. Es tu cumpleaños número treinta. Necesitas algo especial —añadió Eva.

—¿Treinta años? —preguntó la mujer del puesto de piedras.

—Hola, sí —respondió Cynthia a la vendedora. Cabe mencionar que Cynthia encontró a esta mujer bastante atractiva.

—¿Y cómo te llamas, hermosa? —preguntó la mujer.

-Cyn, Cynthia —dijo, nerviosa —¿Y vos?

—Marta —respondió la vendedora.

—Lindo nombre —dijo Cynthia.

—Lo mismo digo sobre el tuyo —dijo Marta —¿Querés que te ayude a encontrar una piedra igual de linda que vos?

—Bueno —respondió Cynthia, nerviosa.

—Me voy a ver los Sahumerios que tienen allá. Avísame cuando sea el momento de pagar. Y buena suerte con esa chica —añadió Eva, en voz baja.

Cynthia se sonrojó, y se dio la vuelta para ver a Marta.

—¿Cuál es tu color favorito? —preguntó Marta.

—Turquesa —contestó la cumpleañera.

—Entonces esto no va a ser difícil. Tengo muchas turquesas a la venta —mencionó Marta.

Mientras tanto, Eva estaba dando vuelta por los distintos puestos de artesanías buscando artículos esotéricos.

—¿Y tiene copal? —preguntó Eva.

—Sí, dejáme que lo busque bien —respondió el señor del puesto de sahumerios.

Y mientras estaba comncentrada leytendonlos nombres de las hierbas del puesto en donde se encontraba, Eva notó que alguien estaba hablando Ingles, por lo que eso se robó su atención, y giró la cabeza para ver quiénes eran los extranjeros.

—I wanna go home, dad —se quejó un chico, a lo lejos.

—Ya te dije que hables en español —le reclamó el padre del muchacho —Cuantas veces tendré que repetírtelo.

—Ok, papá —dijo el muchacho.

—Se dice “padre”, no “papá”. —corrigió Damian, padre del joven.

—Ve a buscar un recuerdo o algo, David —añadió Sarah, madre del chico.

—Sí, madre —dijo David, el cual obedeció y fue a los puestos de artesanos a buscar un llavero. Pero justo cuando iba a buscarlo, su atención fue robada por una muchacha que lo estaba viendo.

—Ey, ¿vas a querer el copal, o no? —le preguntó el vendedor a Eva, la cual, rápidamente, se dio la vuelta.

—Sí —respondió Eva —Y también voy a querer tres carboncitos activados.

—Por supuesto —dijo el vendedor —Por cierto, ese rubio de ahí te está viendo fijamente. Avisáme si querés que haga algo.

—Creo que viene para aquí —añadió Eva, riéndose.

—Hi. Perdón. Hola —saludó David, al vendedor —quería saber si tiene algún… objeto característico de la localidad.

—¿Un Suvenir? —preguntó el vendedor, intuyendo que era lo que quería decir aquel rubio.

—Yes. Justo eso —dijo David.

—No vendo esas cosas, hijo —dijo el vendedor.

—No sos de aquí, ¿verdad?  —preguntó Eva, a David.

—Ehh. No. No soy de Argentina. Soy de ¿Cómo nos dicen ustedes? Estados Unidos —respondió David, nervioso y con la voz tambaleante.

—Tomá. Quedáte con el cambio —dijo Eva, al vendedor, mientras le pagaba las cosas que había comprado. Después miró a aquel rubio, y le dijo —Y vos. Vení, se dónde venden suvenires re baratos.

—¿Rebaratus? —preguntó David, el cual no entendía lo que significaba lo que la mujer había dicho.

—Cheap —dijo Eva, indicando lo que significaba “re barato”.

—Oh, hablas inglés —mencionó David.

—Un poco —dijo Eva —Pero yo soy aburrida, no importo. Quiero que me platiques de tu vida. Nunca conocí a un extranjero.

—Yo nací en New York. Pero mi familia is from England —dijo David —mi padre tenía que venir a Argentina por un caso. Es un Abogadou. Y nos trajo a mí, para que yo termine de aprender el idioma; y a mí mamá, ella quería venir de compras.

—Entiendo —dijo Eva —hablas muy bien español.

—Thanks —dijo David —¿Tu eres de Argentina?

—Sí —respondió Eva, tratado de aguantar la risa debido al acento de David —yo vivo aquí, en Tucumán. Vine al centro con mi hermana, cumple años y está escogiendo el regalo que le voy a dar.

—Cute —dijo David.




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