El Diario Asesino

E4: La huella oculta

El aire en el apartamento de Diana era denso, cargado con una tensión invisible que parecía extenderse más allá de las paredes. Desde que regresó de la torre, cada rincón de su vida se sentía alterado, como si alguien hubiera intercambiado las piezas de un rompecabezas que alguna vez tuvo sentido. El diario, en el centro de su mesa, seguía brillando débilmente, como si respirara.

Había una nueva anotación que no estaba allí antes:

"Para encontrar las respuestas, primero debes enfrentarte a tus errores. El pasado es la llave."

Diana miró la inscripción con desconfianza. Sabía que el diario no era un objeto ordinario, pero ahora parecía tener voluntad propia. Las palabras parecían hablarle directamente, retándola. Decidió no ignorarlas.

La visita inesperada

Esa noche, mientras intentaba distraerse revisando notas antiguas de su trabajo como periodista, un golpe en la puerta rompió el silencio. Se levantó, con el corazón latiendo con fuerza, y miró por la mirilla. No había nadie. Solo el eco de los pasos descendiendo por las escaleras.

Cuando abrió la puerta, encontró un paquete pequeño envuelto en papel marrón. No tenía remitente ni ninguna marca visible. Al abrirlo, encontró algo que no esperaba: una fotografía antigua, descolorida por el tiempo. En ella, una versión más joven de sí misma estaba de pie frente a una cafetería que reconoció al instante: Café Magnolia, el lugar donde, según el diario, moriría.

Pero lo que más la inquietó fue la figura borrosa detrás de ella. Era la misma sombra que había visto observándola en la torre. En el reverso de la foto había una anotación escrita a mano:

"La primera pieza ha sido movida. ¿Estás lista para recordar?"

Diana sintió cómo su piel se erizaba. Esa letra era suya.

La anomalía temporal

El diario comenzó a vibrar en la mesa, atrayendo su atención. Las páginas se abrieron solas y mostraron un mapa de la ciudad. Una calle brillaba intensamente: Calle Victoria, número 12. Diana reconoció la dirección de inmediato. Era el lugar donde solía vivir hace diez años, un edificio viejo que había sido demolido.

Decidió ir. Algo en su interior le decía que no tenía otra opción.

Al llegar al lugar, encontró solo un terreno vacío. Pero mientras examinaba los alrededores, notó algo extraño: un banco de parque que no debería estar allí. Se acercó y encontró una inscripción grabada en la madera:

"Diana, el tiempo nunca es lineal. Busca en el reloj."

Detrás del banco, vio algo más: un reloj antiguo colgado de una estructura metálica. Era idéntico al que había visto en la torre, con las manecillas marcando las 3:33. Al tocarlo, sintió un tirón en el estómago, como si el mundo hubiera girado sobre su eje.

El salto al pasado

De repente, el terreno vacío se llenó de vida. Diana parpadeó, desorientada, y se encontró en medio de una ciudad vibrante, pero diferente. Los edificios eran más nuevos, los autos parecían sacados de una época pasada, y la gente vestía ropa anticuada. Estaba en el pasado, pero no era cualquier día: reconoció su antigua versión de sí misma, caminando apresurada hacia el edificio donde había vivido.

Sintió el impulso de seguirla. Observó cómo la joven Diana entraba al edificio con una bolsa llena de libros. Desde la calle, podía verla a través de una ventana, escribiendo algo en un diario. No era el que tenía ahora, sino otro, más pequeño y menos intimidante.

De repente, alguien apareció detrás de ella. Una figura alta y encapuchada entró al edificio. Diana quiso advertir a su yo más joven, pero antes de que pudiera moverse, el diario en sus manos se abrió y las palabras aparecieron rápidamente:

"Interferir tiene un precio. Cada acción trae consecuencias."

La advertencia no la detuvo. Corrió hacia el edificio, pero justo cuando estaba a punto de entrar, una fuerza invisible la detuvo. Era como si el aire mismo se solidificara, empujándola hacia atrás. Desde su posición, vio cómo la figura encapuchada dejaba algo en el departamento de la joven Diana y luego desaparecía.

Cuando el portal comenzó a cerrarse, las palabras en el diario cambiaron de nuevo:

"No todas las respuestas están listas para ser descubiertas. El reloj sigue corriendo."

El regreso al presente

Diana se despertó en su apartamento, como si todo hubiera sido un sueño. Pero el diario estaba abierto frente a ella, con una nueva entrada:

"Lo que viste es solo el principio. El pasado siempre deja rastros."

Al mirar el suelo, notó algo que no había estado allí antes: el pequeño diario que había visto en manos de su yo más joven. Al abrirlo, vio una sola frase escrita en la primera página:

"¿Por qué huiste cuando todo comenzó?"

Diana entendió que el pasado estaba lejos de haber terminado con ella. El tiempo no solo era un río, como decían, sino un laberinto, y alguien estaba controlando las puertas.

El episodio cierra con Diana mirando por la ventana, donde la figura oscura vuelve a aparecer. Pero esta vez no está sola. Otra silueta, más definida, se encuentra junto a ella: un hombre con un reloj de bolsillo brillando en la oscuridad.




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