El Diario Asesino

E12: Pactos y profecías

El aire en el apartamento de Diana es denso, como si una parte de ella supiera que algo no está bien. Aunque el diario ha desaparecido, su conexión con el tiempo y los eventos recientes sigue vibrando en su interior, dejándole una sensación de pérdida, de algo incompleto.

Esa noche, mientras intenta conciliar el sueño, sueña con el bosque donde se enfrentó al Vigilante, pero esta vez, el lugar está envuelto en cenizas. En el sueño, una voz le susurra:

-El diario no fue destruido; simplemente cambió de forma.

Despierta sobresaltada, con un extraño objeto en su mesita de noche: una pluma antigua, delicada, que emite un leve brillo dorado. Diana no recuerda haberla visto antes. Al tocarla, siente un tirón en su mente, y flashes de imágenes inundan su visión: Gabriel atrapado en un lugar desconocido, Lucien caminando por un corredor oscuro, y un reloj que marca las 11:59, congelado en el tiempo.

A pesar del aparente final del diario, Diana comprende que algo más está ocurriendo, algo más profundo y peligroso. El diario puede haber desaparecido, pero el ciclo aún no se ha cerrado.

Decidida a encontrar respuestas, se dirige a la biblioteca subterránea donde conoció a Irene. Cuando llega, el lugar está completamente vacío, cubierto de polvo, como si hubiera sido abandonado durante décadas. Sin embargo, en el centro de la sala encuentra un libro abierto, pero no es el diario. Este parece ser un registro de todos los guardianes que han existido. Entre los nombres está el de Lucien, escrito junto a una frase que la intriga:

"El primer guardián fue el último sacrificio."

Mientras intenta descifrar el significado, la pluma en su bolsillo comienza a brillar intensamente. Sin previo aviso, la realidad a su alrededor se distorsiona, y Diana es transportada a otro tiempo, otro lugar.

Se encuentra en una calle oscura de un pueblo que no reconoce. A su alrededor, las personas parecen congeladas en el tiempo, atrapadas en medio de sus rutinas. El silencio es ensordecedor. Antes de que pueda moverse, alguien la toma del brazo: es Lucien.

-Diana, no debiste venir aquí -dice, con una mezcla de urgencia y resignación.

Ella se zafa de su agarre, enfrentándolo.

-Tú sabías que esto no había terminado. Sabías que el diario no desapareció.

Lucien suspira, su mirada cargada de peso.

-El diario se desvaneció, sí, pero su esencia está dispersa. Cada decisión que tomaste, cada palabra escrita, dejó una grieta en el tiempo. Ahora esas grietas están reuniéndose aquí.

Diana exige respuestas, pero antes de que Lucien pueda explicarse, un sonido metálico rompe el silencio. Ambos giran hacia el origen del ruido y ven una figura encapuchada al final de la calle, sosteniendo un reloj que brilla intensamente. Diana reconoce la insignia en la mano de la figura: es el Dr. Harker.

-¿Creíste que podías destruirlo? -la voz de Harker resuena, llena de burla-. El diario no puede ser eliminado, solo transferido. Y ahora... está dentro de ti.

Diana retrocede, sintiendo que su corazón se acelera. La pluma en su bolsillo arde como fuego, y de repente comprende lo que Harker dice. Todo lo que escribió en el diario, toda su conexión con él, ha sido absorbida por ella. Diana es el diario ahora.

Harker lanza el reloj al suelo, rompiéndolo en mil pedazos. El tiempo en la calle comienza a moverse de manera errática, las personas congeladas se distorsionan, y el mundo a su alrededor comienza a fragmentarse. Lucien grita algo que Diana no logra escuchar, pero antes de que pueda reaccionar, es arrastrada hacia otro fragmento de tiempo.

Se encuentra en una habitación completamente blanca, similar al Nexo, pero esta vez no está sola. Frente a ella hay una versión de sí misma, más joven, sosteniendo el diario original. La joven Diana la observa con lágrimas en los ojos.

-¿Por qué me hiciste esto? -pregunta, con una voz rota-. No pedí este destino.

Diana trata de explicarse, pero la joven se acerca lentamente, extendiendo el diario hacia ella.

-Tú sabías lo que esto significaba. Sabías que no habría salida.

El choque emocional es intenso, y Diana siente que el peso del tiempo y las decisiones que ha tomado la aplastan. Pero antes de que pueda responder, otra voz interrumpe:

-El ciclo solo se romperá cuando ambos dejen de existir. -Es Gabriel, apareciendo de la nada, pero su expresión es fría, distante. Sus ojos brillan con el mismo resplandor del diario, como si estuviera siendo controlado por algo o alguien.

Diana se da cuenta de que la situación es más peligrosa de lo que imaginaba. El diario, aunque transformado, sigue manipulando a quienes estuvieron conectados con él, y ahora está usando a Gabriel como su peón.

El episodio culmina en un enfrentamiento emocional y físico entre Diana, su versión joven, y Gabriel. La pluma, el diario y las grietas del tiempo convergen en un último destello de luz cegadora, dejando al espectador en suspenso total sobre el destino de los personajes y el verdadero final del diario.




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