El Diario Asesino

E17: Lucien y Harker

La ciudad parece tranquila, casi irreconocible en su normalidad. Gabriel camina entre la multitud, sintiéndose un extraño en un mundo que alguna vez conoció. Cada esquina le recuerda a Diana; su risa, sus pasos, su fuerza. Pero ahora, ella es solo un eco en su mente.

El dispositivo que Lucien le entregó late débilmente en su bolsillo, como si compartiera su ansiedad. De repente, una vibración más fuerte lo detiene en seco. Cuando lo saca, una luz azul comienza a parpadear, proyectando un holograma de un mapa con coordenadas desconocidas.

Lucien, que lo sigue de cerca, se acerca al dispositivo con el ceño fruncido.
-No debería estar activándose tan pronto. Algo está interfiriendo.

-¿Es Diana? -pregunta Gabriel con esperanza.

Lucien niega lentamente.
-No lo sé, pero lo que sea que está emitiendo esta señal no es completamente humano.

Gabriel no necesita más explicación. Sin pensarlo dos veces, sigue las coordenadas hasta una zona industrial abandonada en las afueras de la ciudad. Los edificios son ruinas oxidadas, cubiertos por maleza, y el aire tiene un olor metálico. A medida que se adentran, el pulso del dispositivo se acelera, y ambos sienten una presencia.

En el centro de una antigua fábrica, encuentran un círculo de símbolos grabados en el suelo, todos idénticos a las marcas que aparecían en las páginas del diario. En el centro del círculo, una figura encapuchada se levanta lentamente, como si los hubiera estado esperando.

-¿Gabriel? -dice la figura con una voz que se parece demasiado a la de Diana.

Gabriel retrocede, confundido. La figura da un paso adelante y baja la capucha, revelando un rostro idéntico al de Diana, pero con una expresión fría, casi mecánica.

-¿Diana? -pregunta Gabriel, incrédulo, mientras intenta acercarse.

La figura sonríe, pero no es la sonrisa cálida que él recuerda.
-Soy una parte de ella, pero no la que buscas.

Lucien interviene rápidamente.
-Esto no es Diana. Es un residuo del núcleo. Algo que quedó atrapado cuando ella se fusionó con él.

-No soy un residuo -corrige la figura, su voz afilada como un cuchillo-. Soy su sombra, el fragmento que el diario usó para protegerse. Estoy aquí para advertirles.

Gabriel la enfrenta con furia.
-¿Advertirnos de qué?

La sombra inclina la cabeza, como si analizara cada palabra antes de hablar.
-El diario no ha terminado. Aunque creas que lo destruiste, sigue existiendo en las fisuras del tiempo. Y hay alguien que está intentando reconstruirlo.

Lucien maldice en voz baja.
-¿Harker?

La sombra asiente.
-Harker encontró una grieta en el tejido del tiempo, un lugar donde el diario todavía tiene influencia. Si logra restaurarlo, todo lo que Diana sacrificó será en vano.

Gabriel siente un nudo en el estómago.
-¿Dónde está esa grieta?

La sombra señala un punto en el mapa que aparece en el dispositivo. Es un lugar remoto, perdido en una montaña cubierta de niebla eterna.
-Es allí donde se encuentra el último vestigio del diario, y donde todo terminará. Pero debes saber algo más...

Se detiene, como si dudara por un instante, antes de soltar la verdad que ha estado ocultando.
-Diana sigue luchando dentro del núcleo. Su conexión con el diario aún no se ha roto, y Harker planea usar eso en su favor. Si lo logra, ella quedará atrapada para siempre.

Gabriel siente un frío helado recorriéndole la espalda.
-Entonces tengo que llegar antes que él.

La sombra da un paso atrás, su figura comenzando a desvanecerse.
-Recuerda, Gabriel: cada decisión que tomes te acerca más a salvarla... o a perderla para siempre.

Antes de desaparecer por completo, sus ojos, idénticos a los de Diana, parecen suplicar.
-Encuéntrala.

Gabriel y Lucien no pierden tiempo. Reúnen lo que pueden y se preparan para el viaje a las montañas. Sin embargo, el trayecto es cualquier cosa menos fácil. Las grietas en el tiempo comienzan a manifestarse a su alrededor: relojes que se mueven hacia atrás, sombras que se mueven sin cuerpos, y ecos de voces que susurran secretos que nunca deberían ser escuchados.

En una de las noches más oscuras del viaje, Gabriel tiene un sueño inquietante. En él, ve a Diana atrapada en un vacío infinito, luchando contra cadenas hechas de palabras del diario. Cada vez que rompe una, otra aparece, más fuerte que la anterior.

-Gabriel... no te rindas -dice ella, sus ojos llenos de desesperación.

Se despierta sudando, con el dispositivo en su mano brillando intensamente. Lucien lo observa desde el otro lado del campamento.
-Estamos cerca.

Gabriel asiente, pero en su interior, una duda comienza a crecer. ¿Y si todo esto es parte de un plan más grande? ¿Y si su obsesión por salvar a Diana solo los lleva directo a una trampa?

Ellos llegan a las montañas, frente a una caverna envuelta en niebla negra. Desde dentro, un susurro emerge, tan bajo como una respiración, pero lo suficientemente claro para ser entendido:
-Bienvenidos al final.




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