El Diario Asesino

E18: El latido del tiempo

La niebla envolvía la entrada de la caverna como un manto, oscilando con cada ráfaga de viento. Gabriel avanzó lentamente, sintiendo el peso del aire a su alrededor, cargado de un extraño zumbido. Cada paso hacia el interior de la cueva parecía llevarlo no solo más lejos en el espacio, sino también en el tiempo. Las paredes estaban cubiertas de símbolos que destellaban de forma intermitente, como si respondieran a su presencia.

Lucien caminaba detrás de él, sosteniendo el dispositivo, cuyos engranajes giraban más rápido de lo que nunca antes habían visto.
-Esto no es solo una grieta en el tiempo -susurró, con la voz quebrada por la tensión-. Es el corazón de todo.

A medida que avanzaban, los ecos comenzaron a formar palabras. Voces familiares resonaban desde las sombras, unas dulces, otras llenas de desesperación. Gabriel reconoció una: la de Diana. Era un grito lejano, casi apagado, pero suficiente para acelerar su paso.

-¡Diana! -gritó, el eco de su voz retumbando como una onda expansiva.

La cueva respondió. El suelo se estremeció y una corriente de viento helado los empujó hacia atrás. Desde el interior, emergió Harker, su silueta envuelta en un aura de energía fluctuante. Sostenía un fragmento del diario en sus manos, cuyas palabras parecían fluir hacia su piel como tinta viva.

-Llegaron tarde -anunció con una sonrisa torcida, alzando el fragmento. Su voz era una mezcla de triunfo y locura-. El diario no puede ser destruido. Es una parte del tiempo, y el tiempo siempre encuentra la manera de regresar.

Gabriel lo enfrentó con furia.
-¡Déjala ir!

Harker inclinó la cabeza, fingiendo curiosidad.
-¿Dejarla ir? Ella ya es una con el diario. No es prisionera... es su esencia. Pero tranquilo, Gabriel. Puedes reunirte con ella. Solo que no será como esperas.

Antes de que Gabriel pudiera reaccionar, Harker activó el fragmento. Un resplandor cegador llenó la caverna y, cuando la luz se disipó, Gabriel y Lucien estaban de pie en un lugar completamente distinto. El paisaje era irreal: un horizonte fragmentado donde el cielo se mezclaba con tierra y tiempo.

Diana estaba allí, suspendida en el aire, atrapada en una burbuja de energía que pulsaba al ritmo de un latido. Sus ojos estaban abiertos, pero su mirada era distante, perdida en algún lugar entre la realidad y el núcleo del diario.

Gabriel intentó acercarse, pero Harker apareció frente a él como una sombra.
-¿Quieres salvarla? Entonces toma el lugar que le corresponde.

Lucien interrumpió, sosteniendo el dispositivo como un arma.
-¡No lo hagas, Gabriel! Esto es lo que quiere. Si tomas su lugar, completarás el ciclo y el diario será más fuerte que nunca.

Harker lanzó una carcajada.
-¿Y cuál es la alternativa? ¿Dejar que ella se consuma lentamente mientras el diario la devora por completo? Vamos, Gabriel, sé el héroe que tanto anhelas ser.

Gabriel miró a Diana, su corazón dividido entre la desesperación y la duda. Cada fibra de su ser gritaba por salvarla, pero las palabras de Lucien resonaban en su mente.
-¿Qué hago? -preguntó, casi suplicando.

Antes de que Lucien pudiera responder, Diana habló. Su voz era suave, pero cargada de una intensidad que cortaba el aire.
-Gabriel, no puedes salvarme destruyéndote. No es así como termina.

Ella extendió una mano hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y amor.
-Debes confiar en mí.

Gabriel dio un paso hacia ella, pero algo lo detuvo. Una corriente de energía se formó a su alrededor, proyectando imágenes: momentos de su pasado con Diana, pero también destellos de futuros posibles, todos distintos, todos inestables.

Harker avanzó con determinación, colocando el fragmento del diario en un pedestal que apareció en el centro del lugar.
-El tiempo no tiene lugar para debilidades humanas. Este es el nuevo orden, y ustedes no son más que piezas descartables en un juego más grande.

Lucien, viendo que Gabriel dudaba, tomó una decisión desesperada. Activó el dispositivo, enviando una onda de choque que sacudió todo el espacio. Las paredes del horizonte comenzaron a colapsar, y la burbuja que contenía a Diana tembló violentamente.

-¡Es ahora o nunca! -gritó Lucien.

Gabriel corrió hacia Diana, ignorando el caos que lo rodeaba. Justo cuando estaba a punto de alcanzarla, Harker apareció frente a él, bloqueando su camino.
-No lo permitiré -gruñó, alzando una mano envuelta en energía oscura.

En el último instante, Diana logró mover su mano, tocando el fragmento del diario en el pedestal. Una explosión de luz los envolvió a todos. El tiempo mismo pareció detenerse, cada partícula suspendida en el aire.

Cuando la luz se disipó, Gabriel estaba de rodillas, con Diana frente a él, libre de la burbuja, pero visiblemente debilitada. Harker había desaparecido, dejando solo cenizas en el lugar donde estuvo.

Diana levantó la mirada, sus ojos llenos de lágrimas.
-No ha terminado. Lo que hicimos aquí solo es el principio.

Gabriel la sostuvo con fuerza, sin querer soltarla nunca más.
-Lo enfrentaremos juntos.

Pero Diana negó con la cabeza, su expresión grave.
-No, Gabriel. Lo que viene es algo que nadie puede enfrentar.

En la distancia, el cielo fragmentado comenzó a abrirse, revelando algo que parecía un inmenso reloj, cuyas manecillas giraban en todas direcciones. Una figura oscura emergía lentamente de su centro, un ente más poderoso que cualquier cosa que hayan enfrentado antes.

Gabriel y Diana observan la figura, sabiendo que el final está cerca... pero no están seguros si será un final que puedan controlar.




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