El Diario Asesino

E26: Decisión final

El portal destelló una última vez antes de cerrarse, dejando a Diana sola en el abismo del tiempo. Gabriel ya no podía alcanzarla, y su voz se desvaneció como un eco distante. Ahora solo estaban ella, el Vigilante y el encapuchado. El silencio que los envolvía era opresivo, como si el universo contuviera la respiración, esperando la decisión de Diana.

Ella sostuvo el diario con fuerza, sus dedos temblorosos acariciando las páginas que habían dictado su destino desde el principio. Pero ahora entendía la verdad: el diario no era solo una herramienta ni una maldición. Era el espejo de todas las elecciones que nunca quiso enfrentar.

—Tienes miedo —dijo el encapuchado, rompiendo el silencio. Su voz era baja, como un veneno suave que se filtraba en su mente—. Eso es natural. El miedo al sacrificio es lo único que te hace humana.

Diana levantó la mirada, encontrándose con el rostro oculto de su adversario.
—¿Y tú? —preguntó, con la voz rota pero desafiante—. ¿Qué perdiste para llegar aquí?

El encapuchado no respondió de inmediato. En su lugar, extendió una mano, y el vacío alrededor de ellos se transformó en una escena del pasado: un laboratorio destartalado, lleno de notas y diagramas caóticos. Allí, un hombre y una mujer trabajaban juntos. Diana reconoció a su madre inmediatamente. Pero el hombre… el hombre era el encapuchado.

—Yo fui como tú —dijo él, mientras las imágenes se desarrollaban como un sueño distante—. Creí que podía desafiar el destino. Creí que podía salvar a las personas que amaba. Pero el tiempo no perdona. Y ahora… no soy nada más que un guardián de lo inevitable.

Diana observó cómo su madre y el hombre discutían, sus voces inaudibles pero llenas de desesperación. En un momento, el hombre alzó un artefacto que reconoció de inmediato: el diario, aún incompleto, lleno de runas y fracturas en su estructura.

—Tú ayudaste a crear esto —murmuró Diana, horrorizada—. Tú y mi madre…

El encapuchado asintió lentamente.
—Ella creía en la redención. Yo, en el control. Pero ambos fallamos. El diario nos reclamó, como reclama a todos.

El Vigilante dio un paso adelante, sus ojos centelleando con una intensidad fría.
—La verdad no cambia nada, Diana. La pregunta sigue siendo la misma: ¿arriesgarás todo para destruirlo o aceptarás tu lugar en el ciclo?

Diana sintió que el peso de sus palabras la aplastaba. Las imágenes del laboratorio desaparecieron, y el vacío se llenó nuevamente con los fragmentos de su vida. Vio a Gabriel buscándola, a Clara y a otras figuras conectadas con el diario, todos atrapados en las consecuencias de sus decisiones.

El diario comenzó a vibrar en sus manos, y las páginas se volvieron blancas, salvo por una línea escrita en tinta negra:
“Tu decisión será el eco que marque la eternidad.”

—Esto no es justo —dijo, con lágrimas rodando por su rostro—. Ninguna elección lo es.

El encapuchado la miró en silencio, como si entendiera su dolor, mientras el Vigilante permanecía impasible, un espectador eterno del drama humano.

Finalmente, Diana alzó el diario y lo sostuvo frente a ella.
—Si este ciclo termina conmigo, que así sea. Pero no permitiré que nadie más sea reclamado por esto.

El Vigilante inclinó la cabeza, como si aprobara su valentía, mientras el encapuchado retrocedía un paso.
—Diana… —dijo él, su voz por primera vez titubeante—. Asegúrate de no dudar. El tiempo no tolera la vacilación.

Ella cerró los ojos, dejando que todo el dolor, la culpa y el miedo fluyeran a través de ella. En ese momento, supo que no solo estaba destruyendo el diario; estaba destruyendo una parte de sí misma. Con un grito lleno de determinación, rasgó las páginas con ambas manos.

El u’iverso pareció colapsar a su alrededor. El vacío se llenó de luz, y un rugido ensordecedor sacudió todo a su paso. Las imágenes de su vida, de las personas que amaba, comenzaron a desvanecerse, como si nunca hubieran existido.

El episodio termina con Diana flotando en el abismo, sola, mientras sus últimas palabras resuenan en el vacío:
—Si no puedo cambiar el pasado, al menos liberaré el futuro.

La luz la envuelve completamente, dejando solo el silencio… y una sombra que observa desde lejos.




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