El reloj de bolsillo aún giraba en direcciones opuestas cuando Alex llegó a su apartamento. La tormenta afuera parecía reflejar el caos en su mente. Algo en ese dispositivo no era normal. Y el Diario… el Diario estaba cambiando.
Lo abrió con manos temblorosas y sintió un escalofrío recorrer su espalda. Páginas que antes estaban en blanco ahora estaban llenas de palabras escritas con una caligrafía frenética, casi desesperada.
"La grieta se cierra. Solo hay un camino de regreso."
"El tiempo no es lineal, es un eco."
"Si lees esto, entonces aún hay esperanza."
Alex pasó las hojas rápidamente hasta encontrar un fragmento que le heló la sangre:
"No me dejes aquí."
Era la letra de Diana.
Su pecho se contrajo. Sintió una opresión en el estómago. Ella estaba atrapada en algún lugar fuera del tiempo… y él era el único que podía traerla de vuelta.
—¿Cómo se supone que haga esto? —susurró.
El Diario pareció responder. Una frase comenzó a escribirse sola en la página ante sus ojos, como si una mano invisible estuviera guiando la pluma de un escritor ausente.
"Encuentra el punto de fractura."
Alex frunció el ceño. ¿El punto de fractura?
Fue entonces cuando recordó algo.
El video que había visto antes. La farola, la silueta de Diana.
Buscó el archivo en su computadora y lo reprodujo nuevamente, esta vez analizando cada detalle. Y entonces lo vio.
Un número, grabado en la base de la farola donde Diana estaba parada.
07:14
Alex sintió que un engranaje invisible encajaba en su mente. 7 minutos, 14 segundos… ¿un punto en el tiempo?
Volvió al Diario. Con un bolígrafo, marcó la fecha y hora exactas en la que había visto el video.
Nada sucedió.
Frustrado, cerró el libro con fuerza. Y fue entonces cuando ocurrió.
El aire en la habitación se volvió denso. La luz de la lámpara parpadeó. El reloj de bolsillo comenzó a vibrar en su mano, y una corriente helada recorrió el ambiente.
Las páginas del Diario pasaron solas hasta detenerse en una hoja completamente en blanco.
Entonces, una sola palabra apareció en ella:
"AHORA."
Sin pensarlo, Alex tomó el bolígrafo y escribió la única palabra que tenía sentido en ese momento.
"Diana."
El mundo pareció estremecerse. Un viento imposible recorrió la habitación, apagando las luces. Alex sintió que su cuerpo se tensaba, como si una fuerza invisible lo jalara en direcciones opuestas.
Y entonces, todo se detuvo.
Silencio absoluto.
La única luz que permanecía encendida era la de su computadora, que ahora mostraba un nuevo mensaje.
"La puerta se ha abierto."
Alex sintió su respiración entrecortada.
En algún lugar, más allá de la lógica del tiempo y el espacio, alguien había dado su primer paso de regreso al mundo.
Y ese alguien… era Diana.
Editado: 11.03.2025