38. El Susurro en la Niebla

El viento nocturno silbaba entre los edificios cuando Alex salió de su apartamento. Su mente aún giraba en torno al mensaje en su pantalla.

"La puerta se ha abierto."

¿Era real? ¿Diana estaba realmente de regreso?

Cada fibra de su ser le gritaba que siguiera la única pista que tenía: la farola en el video. Tenía que ir allí.

Caminó a paso firme por la ciudad sumida en la penumbra. Las calles estaban desiertas, y el aire tenía un peso extraño, como si algo invisible lo envolviera.

Cuando llegó a la farola, se detuvo.

El número 07:14 seguía grabado en la base. Pero ahora había algo más.

Una marca.

Parecía una huella, débil pero reciente, como si alguien hubiera estado allí hace apenas unos minutos.

Un escalofrío le recorrió la espalda.

—Diana… —susurró.

El silencio lo envolvió.

Y entonces lo escuchó.

Un susurro.

Al principio, fue tan leve que pensó que era el viento. Pero luego… se repitió.

"Alex."

Su sangre se heló. Giró la cabeza rápidamente, escudriñando la oscuridad.

Nada.

Pero el aire a su alrededor cambió.

La neblina comenzó a espesarse, deslizándose entre las calles como un río vivo. Las luces parpadearon, y en la distancia, una sombra cruzó la calle.

Su corazón latió con fuerza.

Alguien estaba allí.

—¿Diana? —dio un paso adelante, sintiendo la tensión en el aire.

La figura se detuvo.

Por un momento, todo fue un silencio absoluto.

Y luego, la sombra se movió… directamente hacia él.

Alex sintió el impulso de correr, pero sus piernas se negaron a moverse. Su mente gritaba que algo no estaba bien.

La silueta se acercó lo suficiente para que pudiera ver un destello pálido. Una mano.

Una mano extendida hacia él.

Su respiración se volvió errática.

—Diana… —susurró de nuevo.

Pero antes de que pudiera reaccionar, la farola parpadeó una última vez y se apagó completamente.

La oscuridad lo envolvió.

Y el susurro final le heló los huesos:

"No estoy sola."