El diario de Carolina

CAPÍTULO 5: EXTREMISMO

 

Habían pasado dos meses desde que terminé en el hospital, recobrar la confianza de mis padres no fue sencillo y durante esos meses no hubo señal alguna de “la persona misteriosa” ni mucho menos de Ezequiel, los padres habían seguido en la búsqueda de su hijo en completo secreto, para ellos era el completo fin del mundo, las clases se suspendieron durante el primer mes que pasó, mayormente no fui a la escuela y los policías seguían interrogando a mis compañeros y a cualquier sospechoso secundario en el caso de Ezequiel, en cuanto al otro mes, la escuela había sido cerrada por una supuesta desinfección de plagas, tal vez la había cerrado para evitar que los alumnos supieran más sobre Ezequiel, ninguno de nosotros podía saber que había detrás de todo entre la policía, los padres de Ezequiel y los directivos de la escuela.
“La desinfección” terminaría pronto y debíamos regresar a la escuela, muy penosamente, ya que a pesar de que habían pasado dos meses, en nuestras cabezas seguía sonando el nombre de Ezequiel y una que otra boca lo pronunciaba.
Mi abuela dijo que olvidara el diario, que podía comenzar uno nuevo sin las agobiantes palabras que ponía una al lado de la otra, todo sucedió muy rápido, sentía como si hubiera pasado solo un día desde que ayudé a Emilia con Nicolás, arrepintiéndome de ello luego.
De cualquier manera, “cambiar” de esa forma, me volvió como mis enemigos, me quitó mi dignidad, mi inteligencia, y mi manera de pensar las cosas, no tenía pensado ser como antes, ni tampoco en lo que me había convertido. Tenía pensado ser yo misma, con pensamiento, fuerza, dignidad e inteligencia, capaz de todo pero al mismo tiempo una persona que comete errores, como todos nosotros, nunca debemos pretender ser mas de lo que podemos hacer, podemos terminar ayudando a los demás a rompernos, solo por intentar una falsa aceptación de personas que no te merecen.
Bajé rápidamente del techo de mi casa donde estaba, tenía una pequeña escalera en mi terraza al frente de mi cuarto, donde subía a pensar regularmente cuando algo malo sucedía, y no tenía salida, cuando los problemas te pongan contra la pared, pensar en ello es la única forma de olvidar, ya que entre más lo pienses lo iras resolviendo, respondiendo a las dudas que lo encierran.
Todo seguía como antes de que empezara, seguía sola mientras mis padres trabajaban en esa tediosa empresa periodística, donde ponían todo su empeño, era demasiado aburrido desde mi punto de vista, ya que las veces que no tenían que ir a la empresa, debían quedarse en casa trabajando.
Mi madre amaba ese lugar demasiado, ya que mientras estudiaba  algo que nada tenía que ver con el periodismo, tuvo un pequeño accidente en la universidad con quien sería padre, ambos chocaron sus autos y como lo describen ambos, al bajarse fue amor a primera vista, lo que encendió sus corazones el verano que se conocieron.
Mi abuela aprobaba su relación, pero mi abuelo era todo lo contrario ya que, su familia estaba peleada con la de el, pero como ven… el amor terminó ganando y mi abuelo después de todo lo sucedido aprobó tal relación. De pequeña conocí historias de amor completamente descomunales y con demasiadas contradicciones, que se lograban en la unión.
Después de todo, debía regresar en no más de una hora a la escuela, dejé de ver el amanecer mientras pensaba, cosas que no me dejaron dormir por más de dos meses.
En camino a la escuela, podía escuchar un descontrol total entre bocinas, y gritos fuertes, asique aceleré un poco viendo a la panadería, que esta a dos calles de mi escuela, donde dejé a Emilia y a Nicolás aquella vez, estaban los bomberos entrando mientras una gran humareda salía por las ventanas rotas y un olor a varios objetos quemados daban un hedor indiscutiblemente desagradable.
No quería estorbar con el trabajo de los bomberos asique seguí mi camino, viendo como el icónico canguro se deformaba con el fuego que lo asediaba. Di un rápido vistazo al reloj en mi muñeca y noté que solo me quedaban unos minutos para poder entrar, ya que últimamente si llegabas tarde, el gran portón verde a la salida se cerraba, y debías regresar a casa, contando con una gran falta que te era colocada, la seguridad había aumentado en la escuela, nos habían notificado todas las nuevas reglas por email días antes de que regresáramos a clases.
Crucé velozmente las dos calles hasta llegar por la parte de atrás de mi colegio, la cual era la nueva entrada, en verdad no sabía por que ya no usábamos la entrada principal, cosas raras que evitaron explicar. Logré llegar a tiempo, y dejar mi mochila donde usualmente me sentaba, pero esta vez no salí al patio antes de que nos llamen a todos para la repetitiva formación, quería seguir pensando en donde me quedé, pero antes de poder comenzar mi vórtice de reflexión, una fría mano tocó mi hombro, solo giré mi cabeza lentamente viendo dos rostros familiares que estaban olvidados, como si nunca hubiesen existido para mi.
Se trataba de Jimena y Magali, tenían unos rostros tristes, evité darles la palabra y giré nuevamente mi cabeza hacia donde la tenía, escuché una leve presión en mi hombro.
—Perdónanos— Dijo Magali—.No queríamos abandonarte así, cuando estabas en el hospital nos enteramos de todo.
—Les quiero recordar que me abandonaron…—Dije sin mirarlas—. Cuando más las necesité, no estuvieron ahí para mí, cuando yo fui totalmente lo contrario con ustedes.
—Emilia intentó hacernos creer que tú fuiste la mala aquí, en verdad es buena convenciendo a las personas— Dijo Jimena—. Un día antes de que comenzaras a faltar Emilia se reunió con Brenda y sus amigas, no sabemos que sucedió ahí.
— Además ellas tres —Agregó Magali—. Estuvieron diciendo cosas de ti que parecían reales, les creímos…
— ¡De que estás hablando! — Le contesté mirándola rápidamente.
—No te enojes, queremos que nos perdones de verdad, no es necesario una explicación cuando hay comprensión— Me dijo Jimena—.
—Necesito que se vayan— Les dije—. Necesito meditar las cosas.
Ellas en silencio me dejaron, mientras debíamos volver al aula, era increíble ver como solo hace falta una decepción para arruinar una amistad de años, como con el tiempo las cosas duelen más si vienen de los que queremos. Recordé cuando fuimos unidas como grupo y que Ezequiel estaba con nosotras, aunque de pequeñas y años atrás el me insistía demasiado, sabía que solo quería verme feliz, ya que en un momento dejó de hacerlo y la verdad no sabía el por que, tal vez se cansó de lanzarme indirectas, el se enamoró de nuestra relación, de cómo nos queríamos como amigos.
No podía dejar de ver el lugar vacío de Ezequiel, mientras todos se sentaban alrededor, como evitando tener una correlación con el caso, aun abrumaba a todos en el silencio y todos lo sabíamos.
Misteriosamente, Emilia seguía aferrada a Nicolás, mientras este no me quitaba la mirada de encima, nunca me había sucedido de ver el rostro de una persona y  no saber en que sentido me estaba mirando , no podía detectar sentimiento alguno, solo ojos clavados como estacas en los míos, sin siquiera parpadear.
No sucedía nada mas interesante en la escuela pero me sentía nerviosa, me preocupaba mas Ezequiel, las esperanzas para sus padres se habían acabado, hasta que….
Esa misma noche, habíamos decidido reunirnos en mi casa, para hacer una noche de chicas, como solíamos hacer de pequeñas, pero solo para hablar de todo, quería saberlo.
Cuando el momento llegó y la luna iluminaba nuestra oscura ciudad, las chicas se decidieron a darme una explicaron, me dijeron que Emilia les decía que debían hacer, les mintió sobre mí en todo momento, pero al final lograron descubrir la verdad tras ello, suponían que estaba siguiendo indicaciones de Brenda y sus amigas, ya que se reunieron con Emilia un día antes de que decidiera ayudarla, habían un ciclo de amenazas entre Emilia y el trío insoportable, donde también terminaron perjudicadas Magali y Jimena, es típico de la arrogancia amenazar a los débiles con la sugestión de sus mentiras.
Hasta que un silencio paralizante inundó mi habitación, no rondaban mas de las dos de la mañana, mi celular rompió con tal silencio, era una llamada, a esa hora era extraña y mas de un número que marcaba como privado, no confiaba, pero podría ser importante, asique al atender la llamada descubrí que no se escuchaba absolutamente nada más que el silencio del que ya habíamos sido participes. Antes de que pudiera cortarla llamada:
—Chicas…hay alguien del otro lado de la calle mirando hacia aquí, no alcanzo a ver su cara— Dijo Magali—.
Al escuchar eso comencé a escuchar la respiración del otro lado de la llamada, sin dudarlo corté. Corrí y junto a las chicas para poder ver por la ventana con la luz apagada, por si el intentaba hacer lo mismo desde afuera.
Era una persona, de la cual no sabíamos si era hombre o mujer ya que llevaba una gabardina color marrón grisáceo que le cubría todo el cuerpo, le quedaba algo grande, tenía un brazo hacia atrás mientras con el otro sostenía el celular, con la pantalla en negro y un sombrero que le terminaba de cubrir los ojos junto a unos guantes de color oscuro. Todo parecía raro hasta que se puso peor, aquella persona levantó su otro brazo mostrando así, el diario rojo que había perdido, o más bien que me habían robado en la comisaría.
Las chicas no lo entendían pero yo… yo si, quedé completamente boquiabierta y petrificada del miedo, aquella persona era obviamente quien había estado conmigo en la comisaría y había evadido a los policías, noqueado a un hombre, robado su traje y finalmente robado mi diario, ahora sabía que no era una confusión de alguien, esa persona, estaba detrás de mi… y ahora me había encontrado.
Sin dejar de mirar hacia la ventana dio unos pasos hacia atrás desapareciendo entre el callejón de dos casas del frente.
Intenté salir corriendo para recuperar mi diario, pero mis amigas me detenían, en verdad quería llegar al fondo de eso, quería descubrir que pasaba de una vez por todas.
— Por una vez en sus vidas necesito su ayuda…por favor— Les dije entre suspiros.
Por suerte decidieron acompañarme, bajamos lo más rápido posible, mientras el frio viento paralizaba nuestros músculos, nos dirigíamos hasta el callejón, así como en la habitación, un silencio abundaba en el ambiente, no sabíamos si aquella persona se había ido…o aun permanecía ahí, esperando por nosotras.
No evitábamos sentir algo de miedo asique caminábamos espalda a espalda, lo único que se lograba escuchar era el aire frio cruzando por nuestros oídos, mismo aire que trajo volando algo… era un trozo de tela de color blanco, no necesité demasiado tiempo para saber que era un trozo de la camisa de habían encontrado de Ezequiel. Me alejé del “triangulo de espaldas” para poder tomarlo y efectivamente era eso, incluso estaba cubierta de sangre seca, a pesar de que seguimos buscando… no encontramos a nada ni a nadie.
Luego de eso tuve una momentánea charla con las chicas sobre el tema, fue verdaderamente confuso, aunque sin necesidad de razonarlo largamente sabíamos que aquella misteriosa persona tenía algo que ver con la desaparición de Ezequiel, tuvimos una idea, pero debíamos esperar hasta la mañana, asique las chicas decidieron quedarse conmigo.
La noche fue silenciosa, lo suficiente como para alterarnos, el pensar de que aquella persona se pudiese encontrar cerca y no escuchábamos absolutamente nada al intentar dormir era misteriosamente intranquilo.
Luego de una noche sin dormir, tratamos de irnos lo más rápido posible al colegio luego de desayunar, pero nunca, nunca esperas que las cosas empeoren mucho más de lo que tu mente llegó a procesar, pero la vida a veces es cruda y nos enseña que por mas que nos imaginemos como serán las cosas, el destino es el tablero… y somos un peón más en el, solo hay que movernos para averiguar que pasará con el. 
Saliendo de mi casa, notamos como ambulancias estaban en ambas casas a mi frente… exactamente donde habíamos visto a aquella persona,  fue verdaderamente inquietante, pero por mas que queríamos ver de que se trataba, se nos hacía tarde para la escuela y… ya teníamos un plan, no debíamos perder tiempo.
El camino se hizo corto con ellas, pero al llegar a mi escuela todo sucedió normal, por más que algo cambie en nuestras vidas esta para los demás seguirá girando con normalidad aunque hayamos pasado por lo peor. Inesperadamente, luego de tanto tiempo, Nicolás se acercó a mí.
—Oye, me gustaría que hablemos…—Me dijo—.
Mis amigas, después de la noche que les conté todo, sin decir una palabra se podía notar el “no lo hagas” en sus miradas, pero quería saber, volver a ser la chica que dejaba las cosas para cuando eran demasiado tarde, ya no era yo.
—Esta bien, pero ahora no es el momento, hablemos cuando este lista para volver a confiar en alguien como tú— Dije—.
— No puedo hablar contigo en otro momento…créeme— Me dijo—.yo no…
En ese momento el se quedó callado y siguió su camino como si no hubiera hablado conmigo, dio una vuelta entre los bancos y se sentó en su lugar, se podía ver en su cara el rostro típico de alguien que no debía haber hecho algo, la vergüenza en su máxima expresión.
—Ignóralo, esta raro— Me dijo Magali—.
Durante toda la clase, las tres personas más insoportables en mi vida escolar no dejaban de mirarme y cuando yo devolvía la mirada, estas reían sin razón alguna, de alguna extraña manera Jimena se veía muy triste bajo sus insultos, tanto como el día en que la conocí, eso me demostró que por más que las cosas pasen… la memoria nos recuerda que es posible sentir dolor a pesar del tiempo.
 Las horas se pasaron rápido y debíamos efectuar nuestro tan sencillo plan y aproximarnos a la comisaria de la ciudad y por más de que era algo simple, esperábamos que funcionara.
Luego de llegar a la comisaria, mis amigas me esperaron en el largo pasillo de espera, mientras tanto, fui lo mas directa posible y le solicité a uno de los policías, ver al comisario Martin  Serrano, aquel que estaba también frente al caso de Ezequiel sabía que era la mejor elección, asique este policía me guió hasta su oficina y una vez sentada frente a el de decidí a hablar sobre el tema.
— ¿Pasó algo?, ¿Por qué regresaste? — Me dijo—. Te dije que estamos haciendo lo posible.
—Encontré algo…— Le dije—. Anoche estaba con mis amigas, en mi casa, era de noche, demasiado como para que alguien estuviera ahí, créame.
— ¿Qué fue lo que viste? — Me dijo confundido—.
—Mi amiga nos llamó por que alguien estaba viendo desde la ventana, estaba completamente tapado y no es importante su vestuario sino lo que tenía en sus manos— Dije—. Mirándonos fijamente, nos mostró el diario que perdí… era la persona que lo robó por obviedad.
El comisario permaneció en silencio mirándome… no tenía nada que ver con el caso de Ezequiel, pero existía una gran posibilidad de una relación por lo que encontramos esa noche.
—Eso no fue todo— Dije—. Seguimos a esa persona por un callejón que esta entre dos casas frente a la mía.
—Ya veo— Dijo interrumpiéndome—. Esta mañana recibimos la llamada de una persona, diciéndonos sobre un asesinato, la dirección fue exactamente frente a tu casa y lo peor fue que no encontramos a nadie más que un cuerpo sin vida de una anciana, sospechamos que quien llamó desde esa casa fue quien la asesinó.
Al escuchar eso mi cuerpo se paralizó del miedo, al saber lo que había sucedido, solo permanecí en silencio tapando mi boca hasta que Martin siguió hablando.
—La cosa no termina ahí— Dijo-. Mas tarde después de esa llamada, recibimos otra, de una mujer llamada Julieta que trabajaba cuidando a una señora longeva, esta mujer encontró el cuerpo de esta sin vida, y al darnos la dirección fue al lado de la casa de la otra victima, que también esta a tu frente, y ahora que vienes y nos dices esto, las dos casas estaban entre un callejón que lleva a la otra carretera, donde me dices que estuviste anoche.

Sentí un gran escalofrió recorrer mi cuerpo velozmente, fue cuando se vino a mi mente las dos ambulancias frente a mi casa cuando salía junto con mis amigas de mi casa, nunca en mi vida había escuchado sobre un asesinato brutal en mi ciudad, pero no esperaba que el primero sería sobre dos pobres ancianas, Martin también me explico que las pertenencias no habían sido robadas y todo se encontraba en su lugar, solo las puertas estaban forzadas y los cuerpos en el suelo sin vida. Pero aún no había terminado de contar lo importante que podría salvarme de la culpabilidad.
—Pero vine por que encontré esto en el callejón con mis amiga— Dije mientras le entregaba el pedazo de camisa—.
El la tomó y la miro detenidamente, pasaron unos segundos y me miró fijamente.
—Gracias por esto, tenemos un nuevo sospechoso en el caso de Ezequiel y probablemente también el asesino que le dio muerte a tus vecinas, pero no se que tendrá que ver contigo, y tu diario… espero que nos apoyes en este caso, así calmar a los padres de Ezequiel— Dijo—.
Fue en ese momento, en el que se decidió ir en busca del policía que recibió la llamada del asesinato de mi vecina, así al menos se sabría si aquella voz que lo llamó era de un hombre o de una mujer, eso auxiliaría mucho en el caso y podría ayudar a encontrar el misterioso asesino. El me pidió que lo acompañara hasta la oficina de este, la cual se encontraba atravesando el largo pasillo, asique cuando estábamos transitándolo le di una rápida señal a mis amigas para que me siguieran y vinieran conmigo.
Luego de unos segundos llegamos al enorme cuarto donde se recibían todas las llamadas del 911, caminando entre esta llegamos a un escritorio que tenía un pequeño marco que decía: “José Nieto”
—El es quien recibió la llamada— Dijo Martin—. Siempre le derivan las llamadas más urgentes ya que es casi como mi mano derecha.
Para nuestra sorpresa, encontramos papeles tirados bajo el escritorio el teléfono colgando de este, meneándose como un péndulo…el no estaba, y con tanto revuelo en la comisaría por diversos temas, por lo que parecía, sus compañeros no habían notado su ausencia repentina.
Martin corrió por el pasillo buscando desesperadamente entre las habitaciones a su compañero de trabajo, se había entendido con anterioridad que ambos se tenían mucho aprecio.
—No es momento de desespérame, tal vez recibió una llamada de urgencia y debió salir— Dijo Martin—.Regresen a sus casas, si sucede algo llámenme, por ahora no se preocupen, estamos haciendo lo posible.
Lo escuchamos y lo entendíamos perfectamente pero…si no lo habían encontrado en dos largos meses, como harían lo posible cuando habían disminuido la búsqueda y no existían pruebas contundentes y culpables conocidos como al principio, aun sentía la culpa atravesándome la garganta, seguía pensando que si mi discusión con Ezequiel no hubiera sucedido… nos habríamos ahorrado problemas de sobra.
Yo y mis amigas nos fuimos sin titubear, el silencio era inevitable, nosotras sabíamos que aquella persona estaba siempre un paso delante de nosotras, no importaba lo que hiciéramos.
Al llegar a casa, los sonidos vibrantes de las notificaciones de nuestros celulares sonaban casi simultáneamente, yo por supuesto con todo lo sucedido lo menos que quería hacer era ver mi estúpido celular, al contrario de mis amigas las cuales ya lo estaban haciendo.
Magali boquiabierta miró directamente a Jimena, regresando repetidamente su mirada hacia su celular y nuevamente a ella, mientras que esta, con los ojos cerrados, dejó caer su celular al suelo, al mismo tiempo que sus manos temblaban inquietantes. Algo pasaba, algo con Jimena, tomé rápidamente mi celular de mi bolsillo trasero y noté que no era una notificación, era un mensaje, el cual nos había llegado a todas ahí, era un mensaje que solo decía “:)“ seguido de varias fotos, mas bien capturas de chats, tomé un vistazo rápido a todas, era una extraña conversación entre Emilia y Jimena.
—No me lo esperaba de ti— Dijo Magali enfadada—. Quedamos con Carolina…no con Emilia, sabes como nos manipula ¡Por que!
— ¡No tenia opción! — Gritó—. ¡Estoy harta de esto! ¡Cansada!.
Yo permanecía aun en silencio, no me lo podía creer…otra vez estaba comenzando a perder la confianza en las personas, pero sabía que la culpable era Emilia, dolía que ella siguiera lo que esta dijera, verdaderamente decepcionante.



Las capturas eran de una charla de Emilia y Jimena por obviedad, tomadas por Emilia, y por lo que llegué a entender estaban fechadas un día después de que comenzara a faltar a mi escuela, el día que dejé a todos de lado.

La mayoría de capturas eran triviales, de charlas sobre mí que evité leer para no hundirla en mi mente al igual que tenía pensado hacerlo en su frente, pero como sabemos… el silencio es un buen compañero de la verdad, cuando esta verdad acorrala al mentiroso, siempre queda el silencio, que confirma todo… de ahí viene la frase “el silencio es mejor que mil palabras”, porque muchas veces es mejor no escuchar nada que solo oír escusas y vueltas que solo nos hacen pensar que muchas personas eligen su propia imagen en mentiras, a una verdad que los deje solos.
Jimena solo me dirigió la mirada, yo solo cerré mis ojos y negué con la cabeza, ella sin tomar su celular corrió fuera de mi casa, ni siquiera se disculpó o miró hacia atrás. Mientras que su celular tirado en el suelo estaba vibrando nuevamente.
 Tomé el celular sin dudarlo, noté que esta vez las notificaciones eran por comentarios de una publicación de instagram donde ella había sido etiquetada, una vez se aproximó Magali a mi, presioné aquella notificación que no dejaba de vibrar, era una cuenta falsa la que había subió aquello, etiquetó principalmente a Jimena, pero descubrimos que también había etiquetado a todos nuestros compañeros.
Había fotos de Jimena tirada en el suelo rodeada de botellas, también de algunos chicos de nuestra escuela besándola, luego un video de ella vomitando mientras los hombres alrededor riendo. Todo se llenó de comentarios ofensivos y de insultos, había una que otra amenaza de alguna de las novias de los chicos que allí aparecían, Magali caminaba agarrándose la cabeza con ambas manos mientras suspiraba algo nervioso.
—No sabía que esto le había pasado—Dijo Magali—. Recuerdo que me dijo que alguien de nuestro curso la había invitado a salir.
—Ella sabe muy bien que no debe confiar en nadie—Dije—. Después de todo lo que le hicieron durante toda su vida.
—Tal vez alguno de ellos subieron esto—Mencionó Magali— Puede que alguien se haya enterado de que te hablaba y no le gustó para nada.
— ¿La siguen acosando? — Le pregunté—. Pensé que todo eso había quedado en el pasado.
Los comentarios seguían aumentando, todos mencionaban en los comentarios a Jimena como solían llamarla siempre, insultos de todo tipo a la forma de su cuerpo, insultándola por haberse metido con todos aquellos hombres.
—Nunca la dejaron de molestar— Contestó Magali—. Ella solo intentaba aguantar, aquellos días en los que faltaste ella explotó muchas veces insultando a todos, pero solo se reían.

Cuando parecía que todo estaba perdido para Jimena, su celular comenzó a sonar, llegué a notar que el número del cual estaban llamando ya estaba agregado en sus contactos en ese celular como: “número viejo”. Por lo que entendimos rápidamente que se trataba de Jimena, no dudamos en atenderle después de todo.
—Yo…ya lo vi todo— Dijo con una voz rota y ronca, mientras se escuchaba su aspiración nasal y tos entre llantos—. Quiero su perdón como lo ultimo que quiero escuchar.
— ¿De que hablas? — Le dije agitadamente—.
—No se que vendrá después de esto, no lo podría afrontar— Dijo—. Sabes como soy…muchas personas me están abucheando, y no puedo contar con ustedes después de lo que les hice. Debí hablar cuando tuve oportunidad, ya es tarde.
—Pensé que habíamos superado aquello…no me dijiste que te seguían molestando—Vociferó Magali—.
—Ahora mismo no tengo opción—Silencio—.
Luego de unos largos segundos en total silencio, se escuchó como su celular caía al suelo dejando la llamada activa, nosotras sabíamos que iba a hacer, mientras los minutos pasaban a la velocidad de la luz, corríamos hacia mi cochera, subiendo rápidamente, sin pensar en la velocidad a la que aceleraba, nos dirigíamos rápidamente a la casa de Jimena, durante el camino la llamada se cortó y llegamos luego de unos segundos a la entrada de su casa, viendo un círculo de personas que parecían ser sus vecinos, rodeando el frente de la casa,  se podían escuchar los gritos desgarradores de la madre mientras se arrodillaba al lado de la puerta con impotencia.
Bajé con Magali del auto rápidamente, se podía escuchar al padre insultando a los policías desde el celular para que vinieran apresuradamente,  entre lágrimas y gritos todos se desesperaban más y más, intenté resistir las lagrimas, porque sabíamos muy bien que había sucedido…
Mi mirada se dirigió a la ventana del segundo piso de la casa, estaba la cortina amarillo claro corrida hacia la mitad, dejando ver el pálido rostro sin vida de Jimena, el cual tenía unos ojos completamente fijados en la nada y la boca semi abierta, mientras su cuerpo se  mecía con la cuerda atada al ventilador de su habitación. No hice más que caer arrodillada al helado suelo de la vereda mientras mis lágrimas nublaban mi vista y posteriormente caían lentamente desde mis ojos rozando mi nariz… es ahí, cuando de das cuenta que no importan los errores cuando se pierde a alguien, inesperadamente una ave extraña que parecía ser un carpintero de tonalidades que jamás había visto se posó a mi frente para golpetear el piso con su pico unas veces y volar hasta la rama del árbol que se encontraba frente a la casa, lo cual me recordó al cuento que mi abuela me había contado cuando era niña luego de que mi gato muriera; la cual decía que cuando dios creó el planeta tierra y a la vida, necesitaba de un equilibrio, por lo que tomó la primer ave y la asesinó, pero que durante la noche esta volvió a la vida pero así mismo permaneciendo tan unida al mundo de los muertos… así se creo la muerte.
El sonido de la ambulancia y de los policías aproximándose barrieron mis pensamientos por el momento, mientras estos se estacionaban en medio de la carretera y bajaban ágilmente intentando separar a la madre de la entrada, una mano se posó en mi hombro levemente apretándolo, mirando así al comisario Martin Serrano, con unas gafas oscuras, el cual me observaba desde arriba.
—Lo siento mucho, no debe ser fácil para ti después de todo lo que has pasado— Me dijo—.
El nudo que mi garganta poseía, era comparable al vacío que me dejó no poder hacer nada por salvarla, no podía hacer nada más que llorar paralizada por el miedo, por parte me sentí culpable por dejarla ir, debí haberla detenido y perdonarla aunque cueste, pero no nos damos cuenta de lo valioso que es una persona hasta que se desvanece de nuestras vidas para siempre, dejándonos siempre esa duda de “¿Qué habría pasado si…?”.
El comisario me levantó con ambos brazos dándome un abrazo, uno con tanta sinceridad como nadie antes jamás. Sequé mis lagrimas de mi rostro con impotencia mientras Martin se quitaba los lentes, tenía una mirada cansada, parecía que no había dormido por días, todos éramos personas, todos teníamos complicaciones y problemas, pero a veces no nos damos cuenta de que es así, pensar tanto en como nos sentimos nos quita la empatía suficiente como para saber que alguien esta igual que nosotros… o peor.
 —Ve hacía sus padres, ellos te necesitan más que yo— Le dije.
Al mirar detrás de mí, vi a Magali llorando de espaldas arrodillada en el cordón de la vereda, me acerqué para consolarla, sus suspiros agitados entre su llanto se escuchaba en todo el lugar, verla llorar solo me había sentir peor, decir que me costaba procesar lo que estaba pasando era poco y más aun cuando sacaron desde la casa al cuerpo sin vida tapado completamente en una camilla, mientras la madre se abrazaba a esta y el padre golpeaba el césped de la entrada con furia e impotencia.
Quería darle el celular de Jimena a su madre, pero no era el momento, todo se pondría peor, algunos vecinos comenzaron a irse a sus casas sorprendidos, mientras otros consolaban al padre que se encontraba en una desesperación total. El comisario se aproximó a nosotras lentamente con sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.
—Sería mejor que se vayan— Nos dijo—. Lo menos que sus padres quisieran ver sería a sus amigas… quienes probablemente estuvieran implicados en su suicidio.
—Oiga nosotras no te tenemos nada que ver, ¿entendió? — Exclamó Magali entre lágrimas.
—Pero si sabemos que pasó…— Dije mientras le entregaba el celular de Jimena.
Este comenzó a mirar todos los comentarios y la publicación meticulosamente, mientras fruncía el ceño nos dio una mirada no tan confortante.
—Ya pueden irse…— Dijo—.Nos veremos… pronto.
Nos retiramos sin decir absolutamente nada, debíamos ir a su funeral al día siguiente, recuerdo perfectamente como aquella noche no pude dormir, el rostro de Jimena se quedo fijado a mi memoria… ya no podía recordarla viva, solo tenía en mi mente aquella cara pálida tras la ventana, nunca creí en el alma… pero después de ver a su cuerpo sin expresión, sin lo que hacía a Jimena ella misma, empecé a creer que solo somos un recipiente de pensamientos y sentimientos que nos mueven y nos hacen lo que somos.
Cerca de las 5 de la mañana sonó el celular que estaba en mi mesita de luz y como mi casa estaba en completo silencio mientras mis padres dormían, decidí atender.
— ¿Hola? — Dije sin siquiera ver quien me estaba llamando—.
—Soy yo, Magali… no puedo dormir— Dijo agitadamente—. La culpa sin razón me esta matando, yo se que no hice nada pero podría haberlo evitado.

—Te tienes que tranquilizar… yo no puedo con esto, pero debemos hacerlo por ella, ninguna tiene la culpa… ella siempre tuvo esa mentalidad, de que la única salida que le queda era la muerte…siempre lo decía, siempre estuvo acorralada por sus actitudes pero no quiso cambiar, no tenemos la culpa de ello.
—No puedo…la conozco desde pequeña—Prosiguió—. Que se vaya de mi lado de esa forma…sin poder despedirme…no sabes lo duro que es para mi.
Esa noche hablamos por mucho tiempo, al despertarnos debíamos ir al funeral de Jimena y aunque dolía debíamos ir, le dije a Magali que iría a su casa para que fuéramos juntas, porque no solo la unión hace la fuerza, también la defensa y apoyo para cada una de nosotras.
Y sin más había llegado la hora, estaba dirigiéndome lentamente hacia la casa de Magali mirando como mis pies se ponían uno delante del otro lentamente, como usualmente lo hacía, mientras pensaba en lo rápido que había sucedido todo. Dé repente vi a alguien acercándose a mí, al mirar noté que se trataba de Magali.
—Decidí, venir yo también…ahorraremos tiempo, para llegar a la sala fúnebre—Dijo.
—Está bien—Le dije—.Prométeme que conservaras la calma…en todo momento.
—No te prometo mucho…no controlo bien mis sentimientos, tu tampoco— Me dijo negándose con la cabeza—.
—No te mentiré, este año aprendí a ser más fuerte conmigo misma— Dije—. Pero esto va más allá de mí.
La conversación se detuvo por un momento, de largos segundos de silencio, hasta que pasó un auto rápidamente…era Emilia, en el auto de sus padres, se dirigía a la misma dirección que nosotras, estábamos en la calle que llevaba directo a la sala fúnebre…incomodidad, fue lo que sentimos.
Comenzamos a correr a toda velocidad por la larga vereda, mientras pasaban personas mirándonos extrañados. Doblamos rápidamente la esquina viendo desde ahí las escaleras que llevaban a aquel lugar con puertas de cristal oscuro, no podías ver nada desde afuera, pero desde adentro eran tan trasparentes que podías chocar con ellas.
Al entrar nos encontramos con esa “incomodidad” que terminó siendo cierta…ahí mismo al lado de los padres se encontraba Emilia llorando, ella misma la abandono, ella había sido una de las culpables de cómo ésta llegó al suicidio, además de ser quien provocó que nuestro grupo se separara…pero aun así estaba ahí para generarnos la tan hablada incomodidad. Entramos, aunque Magali por ver que Emilia estaba ahí se negaba a entrar, tirándome con fuerza hacia atrás.
—No estaré aquí con ella, no quiero que me vea, después de todas las mentiras que nos dijo.
—No estamos aquí por ella— Le dije—. Recuerda que estamos aquí por Jimena, nadie más.
La sala fúnebre poseía dos habitaciones, una que estaba frente a la entrada donde estaban todos los familiares sentados en sillas fijas a la pared y en la otra estaban los padres  junto a Emilia frente al ataúd cerrado de Jimena. Emilia evitó la mirada con nosotras todo el tiempo, casi al acabar el funeral llegó el comisario Serrano… el cual no nos dirigió la palabra, me enteraría después de que el había tenido una relación con la madre de Jimena, y como esta ya se había casado, se volvieron grandes amigos, y era como un segundo padre para Jimena. Desde pequeña que este los visitaba, pero sus días como “padre secundario” habían lamentablemente terminado, ya que la madre dijo que ya no quería ver nunca mas a ningún familiar suyo, ni tampoco a amigas de su hija, todo para ella había acabado, el entierro fue rápido y el ambiente estaba completamente lleno de silencio, un silencio ensordecedor que provocaba un escalofrió que te hacia romper en llanto, era como una brisa de memoria, el olvido de alguien siempre es físico, todos viven en nuestra memoria, no importa si están vivos o muertos, el olvido es solo un invento corporal, el recuerdo es la resurrección sin muerte de cada uno de nosotros.
Todo fue importante, pero fue un descontento enorme, que nos hizo olvidar que Ezequiel aun estaba perdido, después de todo aprendí que si había alguien asechando por la ciudad y que había personas que pueden saberlo todo de nosotros y lo usan para poder manipularnos, que por tan bien que estén las cosas, todo cambia y ese cambio puede marcar, algo bueno para nuestras vidas o simplemente el final de nuestro camino y la ruptura inolvidable para los que de verdad importamos.



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En el texto hay: asesino, colegio, terror

Editado: 11.05.2020

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