El diario de Damiana

Mayo 05. La reunión

 

Pasaron entonces tres días y Daniel regresó. Como recuerdo de su viaje me trajo un hermoso par de pendientes de brillantes, prueba, según él, de lo mucho que me había extrañado.

Dos días después llegó Víctor, cargado de obsequios, sonriente, feliz; por su actitud pude deducir que le había ido perfectamente. No quiso darme muchos detalles, solo me pidió que localizara a Jonathan y le dijera que esa noche cenaríamos juntos, que iba a darnos una gran noticia.

 

Llegó la noche y con ella la dichosa noticia. A pesar de que entre Víctor y Jonathan existía una gran tensión, cada vez que nos reuníamos (en muy contadas y escasas ocasiones) su trato era neutro y aunque intercambiaban muy pocas palabras, no se agredían. Jonathan hasta entonces había tomado una actitud tranquila, casi podría decirse que cordial y civilizada. Esa noche en particular, las cosas, sorprendentemente, marchaban de una manera amena, reconozco que hasta divertida; Jon y Víctor conversaban como hacía tres años no lo hacían y yo estaba sumamente complacida. Pero después de la cena, cuando Víctor nos llevó a la sala y nos dio la noticia: “La próxima semana es mi boda”, Jon se levantó de la silla, enojado, furioso.

¿Para eso era toda esta farsa?, ¿por eso me hiciste venir? Víctor se levantó igualmente—. Pensé, estúpidamente, que todo este circo era para decirnos precisamente lo contrario.

Jonathan, por primera vez, ¿quieres escucharme?

¡No! gritó iracundo—. Me cansé de ti, estoy harto de ti y no quiero verte un segundo más la cara dio vuelta dirigiéndose a la salida. Me levanté nerviosa, asustada, ante tan inesperada situación.

¡Jonathan!, regresa acá inmediatamente ordenó Víctor—. De lo contrario…

¿De lo contrario, qué? preguntó desafiante, regresando a la sala—. ¿Vas a volver a golpearme? se acercó amenazante.

¡Esto es absurdo! exclamó Víctor—. A tu edad y todavía comportándote como un chiquillo.

¿Y tú… tú qué eres “papá”? increpó desdeñoso—. No eres más que un cretino y un traidor.

Víctor se arrojó contra Jonathan, yo me interpuse.

¡Ya basta! intervine cansada de todo aquel patético e intolerable espectáculo—. ¡Basta! los enfrenté resuelta—. ¿Qué es todo esto?, por Dios, explíquenme por qué está pasando esto pedí con la voz quebrada por el llanto que amenazaba con exteriorizarse.

Elizabeth, no intervengas exigió Jonathan—. Este asunto no tiene por qué involucrarte.

Por supuesto que sí declaré inexorable—. Indiscutiblemente, me concierne, son mi familia, mi padre y mi hermano los miré desconsolada—. Nunca pensé que un día los vería enfrentarse de esta manera y menos por una infame mujer como es esa Beatriz.

Suficiente, Elizabeth intervino Víctor—. Esto definitivamente no tiene justificación exclamó ofendido—. Ustedes dos son un par de hijos ingratos y egoístas, no se han detenido ni un minuto a pensar en mi bienestar.

¿De qué estás hablando? alegó Jon, asqueado—. Estás completamente desquiciado.

Papá… protesté impaciente—. Esto no tiene nada que ver con tu bienestar lo miré fijamente—. La verdad es que no entiendo qué pretendes… nos convocas a una reunión que absurdamente pensé podría suscitar un acercamiento que, vistas las cosas, nunca se dará resumí agobiada—. Haces venir a Jonathan para decirle en su cara que contraerás matrimonio con quien fue su novia… dime, por favor… ¿De qué forma somos más ingratos y egoístas que tú?

Yo tengo derecho a encontrar mi felicidad sustentó furioso—. Y ustedes no son absolutamente nadie para impedírmelo.

A mí poco me interesa impedir que te cases con esa mujer cortó tajante Jonathan—. Haz con tu vida lo que te provoque, pero te exijo que no me involucres en ese teatro tan deprimente.

Está visto que no se puede llevar una conversación decente en esta casa manifestó amargado—. No sé por qué se me ocurrió venir a enterarlos a ustedes de mis asuntos.

Guárdate tus asuntos concluyó Jon, crudo—. Ya es suficiente. Me voy dio nuevamente vuelta dirigiéndose a la puerta.

Siempre comportándote como un cobarde exclamó Víctor.

¡Basta! intervine nuevamente, pues Jon tenía la evidente intención de desmentirle a golpes sus provocadoras palabras—. Papá, basta… ¿Es qué no ves lo que ha provocado esa mujer? pregunté abrumada—. Te desconozco… cómo es que te enfrentas de esa manera a Jon… y por esa mujerzuela.



#7 en Joven Adulto
#174 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.