El diario de Damiana

Mayo 11. El viaje a París

 

Hoy recuerdo el día de la boda de mi padre.

Aquella fue una agradable tarde de otoño. El sol insinuaba que pronto iría a ocultarse y sus tonos amarillos y naranjas reñían magníficamente con las nubes níveas del firmamento. El jardín empezaba a perder su verdor. Los árboles comenzaban a vestirse de tonalidades oscuras. Las aceras de las calles se cubrían con el color ocre y amarillo de las hojas al caer.

Recuerdo lo apuesto que Víctor se veía con su traje; recuerdo aquella sonrisa cuando entró en mi alcoba, el abrazo y también recuerdo su actitud. Víctor había cambiado tanto, tanto, que llegó a convertírsenos en un desconocido, en un completo extraño. No supe qué le pasó, por qué cambió tanto; la verdad, nunca lo supe. Tal vez por Beatriz, no lo sé; solo sé que su cambio fue tan abrupto y total que aquella tarde, cuando salí de la casa, no sabía si había discutido con mi padre o con un extraño.

Pero Víctor no fue el único que cambió.

Catiana realmente me dio una enorme y desagradable sorpresa. Cambió tan rápida e inesperadamente que, aunque intenté desesperadamente ayudarla, mis esfuerzos no fueron suficientes para hacer o remediar algo. Sufrió una metamorfosis total. De la joven tranquila, alegre, divertida, no quedó nada. Se convirtió de un momento a otro en una mujer amargada, ansiosa, constantemente enojada; llena de odios, angustias, resentimientos, rencores. El viaje que hizo a París fue el detonante de toda aquella absurda e inusitada conducta. Ella viajó ilusionada, llena de esperanzas, dispuesta a conquistar al hombre que amaba y convencida de lograrlo, pero realmente… realmente no sé si, afortunada o infortunadamente, las cosas no salieron como ella las esperaba.

Regresó de su viaje una noche, dos días después de haber partido. Llegó a mi casa bañada en llanto, sumida en un cenagal de furia, angustia y desconsuelo. Me abrazó fuerte sin pronunciar palabra y durante mucho, mucho tiempo lloró desolada. Yo la abrazaba, afligida, acongojada, desconcertada. No entendía qué había sucedido, cuál era el motivo para tanto dolor, sin embargo, dejé que liberara toda esa carga que agobiaba su corazón. Rato después, se tomó una taza de té que nana Letty le preparó para calmarla un poco. Unos minutos después, ya estando más tranquila, me contó lenta y desconsoladamente, el motivo y las razones de tanta pena y tribulación.

- Cuando llegué a París, lo primero que hice fue hospedarme en el mismo hotel donde Andrés estaba, pensé que así estaría más cerca de él y que las cosas me resultarían más fáciles. Pero no fue así –sus ojos se humedecieron. Respiró profundamente tratando de controlar las lágrimas que desafiaban con desbordarse nuevamente por sus ojos–. Después de registrarme e instalarme, fui directamente a su habitación; le hice saber que había viajado hasta ese lugar solo para hacerle compañía, para hacerle mucho más grata su estancia en aquella hermosa ciudad -sonrió desilusionada-. Sutil y educadamente, según él, me hizo saber que su viaje era solo por asuntos de negocios y cualquier actividad fuera de lo laboral estaba completamente descartada.

- Debiste venirte inmediatamente. Ese tipo fue muy descortés y cortante -reproché molesta-. No tenía por qué despreciarte de esa manera.

- No, no lo hizo -contradijo defendiéndolo-. Andrés en esos momentos no fue descortés, ni mucho menos me trató con desprecio, por el contrario, fue tan simpático y encantador, aun en su rechazo, que decidí no darme por vencida tan pronto. Pensé que yo podía convencerlo si me lo proponía -guardó silencio. Por un instante su mirada se tornó vacía y lejana-. Entonces, durante los dos días que estuve allá, comencé a seguirlo; comía en el mismo restaurante donde él lo hacía, en dos ocasiones logré que me acompañara a la mesa y, Dami, ¡fue maravilloso!, su charla es tan amena, tan interesante; nada de temas superficiales y vacíos, no, el tipo si sabe llevar una conversación -sonrió, sumamente entristecida-. Lo seguí hasta una librería y una joyería, los cuales fueron los únicos lugares que visitó; yo trataba siempre de estar cerca, haciéndole saber que estaba ahí, que podía contar con mi compañía… solo hasta el segundo día, aceptó salir conmigo. Nos tomamos un par de copas y luego me trajo de regreso al hotel.

- Y luego, ¿qué pasó?, ¿sucedió algo? -pregunté expectante.

- Absolutamente, nada -contestó decepcionada-. Por el contrario, Andrés solo se limitó a despedirse cortésmente… Yo sentí que, a raíz de ese encuentro, entre los dos había surgido algún tipo de acercamiento. Aunque, según él, solo fue amable y cordial, yo me ilusioné inmensamente. Pensé que esa salida era solo el comienzo… pero, para mi sorpresa, no me aceptó una salida más. Al día siguiente, que fue ayer, quise desayunar con él, servirle nuevamente de compañía, pero ante mi insistencia se tornó seco, hermético. Se veía fastidiado, molesto -cedió al apremio de sus lágrimas y se abrazó fuerte contra mis piernas- Dami… me sentía miserable, sumida en la más profunda amargura y desolación -le acariciaba el cabello tratando de sosegar un poco su sufrimiento, deseando con mis caricias lograr que su alma alcanzara algún consuelo- Por la noche no pude más -continuó su relato, incorporándose y secando sus lágrimas- Cuando lo vi entrar en el elevador, lo seguí. Quise aprovechar esa oportunidad que consideraba única y no lo callé más, le dije que lo amaba; que desde el primer momento en que lo vi, mi vida le pertenecía, que era mi dueño absoluto… entonces… me arrojé en sus brazos y lo besé… Dami… qué maravilloso fue sentir esos labios, qué prodigioso fue inhalar por esos pocos segundos su aliento y sentir tan de cerca su perfume… -cerró los ojos, suspirando profundamente- pero se separó de mí… con su mirada de reproche y desagrado fija en mi rostro… yo le rogaba que me diera una oportunidad… le suplicaba que hiciera el intento por dejarme entrar en su vida, que no se iba a arrepentir… -gimoteó atormentada- Me dijo que no lo molestara más… Dami… me rogó que lo dejara tranquilo… fue horrible, doloroso… me dijo que la paciencia se le había agotado… que no quería herirme, pero que lo dejara de una vez por todas en paz.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

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