El diario de Damiana

Mayo 26. El regreso de Víctor

 

Ese martes por la noche, llegó Víctor de su luna de miel.

Yo no fui a clases. No tenía cabeza para escuchar aquellas tediosas lecciones de geometría; ni el álgebra, ni las ecuaciones trigonométricas, ni los logaritmos, nada de eso en esos momentos, tenía sentido para mí y mucho menos me ayudaría a encontrar respuestas a mis verdaderos problemas.  Es que, ¿para qué necesitaba yo en esos momentos reconocer el movimiento rectilíneo uniforme, o representar la caída libre ¿para qué? Yo lo que necesitaba en esos momentos era solucionar los problemas que se estaban dando en ese instante de mi vida y lamentablemente, ninguna materia escolar me ofrecía nada ni medianamente parecido.

Además... sabía que así le hubiese dicho que no, Daniel iría por mí a la escuela y no quería verlo... en realidad... temía verlo... sabía que, si eso pasaba, todas mis barreras, todas mis defensas se vendrían al suelo. Sabía con certeza que, al verlo frente a mí, el amor le ganaría a mi razón y no quería que eso pasara... por lo menos no todavía, no antes de esbozar por lo menos unas dos líneas de solución.

Permanecí una semana resguardada en mi habitación, no quise atender el incesante llamado telefónico de Daniel. Apagué el celular para no tener la tentación de contestarle, le ordené estrictamente a nana Letty no pasarme ningún tipo de llamada y envíe una excusa a la escuela para justificar mis ausencias. Así pasé todos esos oscuros días; solo bajaba una o dos veces a la cocina cuando mi estómago me exigía un poco de comida; pero solo fue hasta ese martes, el día en que Víctor regresó de su luna de miel.

Ese día veía sin mirar una película que pasaban por uno de los canales de la televisión. Eran aproximadamente las 7:30 de la noche, cuando nana Letty interrumpió en mi habitación muy agitada, nerviosa.

¿Qué pasa, nana? -pregunté inquieta

Andrés Regueiro está en la estancia -la miré aterrada- Dice que no se va a ir de ahí, que bajes y hables con él.

No, nana, dile que se vaya -rogué angustiada- Dile que no voy a bajar.

Ya lo hice, Elizabeth, pero está decidido, obcecado. Te aseguro que de ahí no se va a ir, a menos que bajes. Si quieres, llamo a la policía.

No -contesté nerviosa- Yo bajaré.

Y así lo hice. No muy segura, bastante nerviosa, sumamente ansiosa, llegué hasta la entrada principal donde Daniel se encontraba.

Por favor, Daniel, ¿Qué haces aquí? -reproché una vez estuve frente a él.

Te dije que necesitaba hablar contigo y no me iré de aquí hasta que logre hacerlo, ¿entendido? -aclaró decidido.

Daniel, sabes que no puedes venir hasta acá, podrás meterte en graves problemas con mi padre. Hoy llega de su luna de miel y si te ve...

No me importa, Víctor -declaró serio- Nena, llevo días sin saber de ti, ¿por qué no me contestas el teléfono?, ni siquiera Harry ha podido hablar contigo, llegamos a pensar que podía haberte pasado algo.

No tenían por qué angustiarse -señalé avergonzada- Solo que no sé qué hacer aún con Catiana... debo encontrar una solución -titubeé afligida- Catiana no lo va a aceptar fácilmente. Ella es mi amiga y yo no puedo hacerle esto... Catiana está....

Catiana, Catiana, Catiana, ¡Basta de Catiana! -regañó molesto- Hablemos de nosotros. Yo te amo, Damiana, no es justo que renuncies a lo nuestro de esta manera tan absurda, tan irracional -se me acercó cauteloso- Nena, dime -tomó mi rostro entre sus manos- ¿Me amas? -lo miré fijamente. Sus ojos me miraban llenos de amor infinito. Ese hermoso amor que sumergía a mi vida en el más profundo desamparo. Mis lágrimas no se hicieron esperar- Contéstame -pidió abrazándome, suavemente- Dime que lo que hemos vivido juntos no ha sido en vano -susurró en mis labios- Dime que no he vivido solo un sueño, que lo nuestro es real.

Daniel, déjame -pedí alejándome de él, secando mis lágrimas- No solo es Catiana. Está Víctor. Está el hecho de que me mentiste.

Entiende que no quería perderte.

Si sigo a tu lado pierdo a Catiana, acaso no puedes tú entender eso. Estoy confundida. No sé qué hacer.

Déjame encontrar contigo una solución -suplicó abrazándome, acercando nuevamente sus labios a los míos- Anda, dime que juntos, ¡JUNTOS!, vamos a resolver todo esto -traté nuevamente de alejarme, pero me sujetó aún más contra su pecho- No, no te soltaré. Te amo, nena. Necesito escucharte decir que también me amas, anda, dímelo -no pude, no pude resistirme más. Lo amaba, en verdad, amaba a ese hombre con todo mi corazón.

Si, Daniel, te amo -contesté al fin- Te amo.

Sin espera sus labios se adueñaron de los míos con tanta dulzura, con tanta ternura, con tanto amor, que me perdí en segundos, en aquel prodigioso momento en donde solo existíamos en el universo Daniel y yo.

No voy a permitir que te vayas de mi lado -advirtió abrazándome fuerte contra su pecho. Aferrándose a mi vida de tal manera que ya no pude resistirme más. Estaba infinitamente enamorada de ese hombre que me estrechaba en sus brazos con tanto amor, con tanta adoración, que no pude resistirme más.

Por eso no quería verte -confesé enternecida- Sabía que me ganaría este inmenso amor que siento por ti -sonrió acariciando mi rostro.

Vamos a mi apartamento -invitó amoroso- Hay mucho de qué hablar y este no es el lugar.

Estoy de acuerdo -consentí algo nerviosa- Hay que...

¡Elizabeth! -era Víctor quien me llamaba. Mi corazón dio un vuelco y bajé de golpe de la nube.



#7 en Joven Adulto
#174 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.