El diario de Damiana

Mayo 28 . La lista de Tareas. I Parte

Horas más tarde desperté.

Me había quedado dormida después de desahogar con lágrimas todo el tormento que me causó el encuentro amargo con Víctor. Llamé entonces a papá Ricardo; era muy temprano, alrededor de las 5 de la mañana, sabía que él a esa hora ya se encontraba despierto. En pocas palabras le conté de mi discusión con Víctor; le supliqué con la voz entrecortada por la pena y el dolor que me dejara quedar por unos días en su casa a lo que accedió tan cálido y amoroso como siempre lo hacía. Empaqué algo de ropa y me fui para casa de los Regueiro.

Cuéntame -pidió papá Ricardo una vez me instalé en la habitación que me asignó, la cual era la alcoba en la cual me había quedado en muchas otras ocasiones- ¿Qué sucedió con Víctor para que actuara de esa manera?

Hace poco supe que Daniel era Andrés, tu hijo, el que tantas veces te mencioné sin suponer siquiera que sabías perfectamente de quien te hablaba -conté con un dejo de reproche.

Damita -explicó tomándome de la mano- Andrés desde el primer día que supo que eras la hija de Víctor Eslodon, vino a mí, a pedirme, a suplicarme que lo guiara, pues no tenía idea de qué hacer con todo lo que estaba sintiendo por ti. Me rehusé, me negué desde un principio a respaldarlo o secundarlo para que siquiera se acercara a ti, es más, se lo prohibí... tengo entendido que, al principio, por algún tiempo él lo hizo, se mantuvo alejado -asentí- Bueno... resulta que, como desde pequeño lo ha hecho, me desobedeció. Un día llegó acá con la noticia de que estaba enamorado y que tú le correspondías a ese amor. Lo vi tan decidido, tan seguro de lo que sentía por ti, tan resuelto a defender eso que lo estaba convirtiendo en un hombre nuevo, en el hombre que siempre quise que fuera, que luché por formar en él, que no tuve más alternativa que apoyarlo.

¿Por qué ocultármelo, papá Ricardo?, no sabes todas las complicaciones que eso me ha traído.

Muy buena pregunta Damita, eso mismo le preguntaba siempre a Andrés, ¿por qué seguía ocultándote quién era él realmente?, y siempre me decía que temía que lo rechazaras por su pasado, que no quisieras seguir adelante si sabías que él era Andrés Regueiro. Primero fue lo de tu padre y las dudas que tenía de que esas dificultades pasadas los alejaran. Luego vino lo de Catiana y todo empeoró. Sin embargo, siempre estuve vigilante, le exigía que me mantuviera al corriente de todo lo que sucedía entre ustedes, pues no iba a permitir que, aun siendo mi hijo, te hiciera daño.

¿Y cuándo se supone que yo debía enterarme?

Según la lógica de mi querido hijo -apuntó sarcástico- Él pensaba arreglarlo todo para que cuando lo supieras no hubiese ningún obstáculo que les impidiera estar juntos.

Absurdo -discrepé molesta- Prueba de ello fue lo sucedido con Catiana. La forma en cómo me enteré fue, en verdad, dolorosa y espantosamente cruel, aún no logro asimilarlo del todo -lamenté angustiada- Y, por si fuera poco, lo sucedido anoche. Víctor llegó de su luna de miel y nos encontró en la entrada de la casa. Daniel y yo estábamos abrazados y eso lo enloqueció. Se tornó violento, se puso colérico. Quería mandarme a Argentina, a España, o no sé dónde. En realidad, me asusté al verlo así, tan trastornado; al seguir él con su actitud tan intransigente, me ofusqué, discutimos y terminó dándome una bofetada.

Puede verse fácilmente, en tu labio hinchado, la furia que lo poseyó.

Sabes, papá Ricardo, el golpe es lo de menos, me duele su intransigencia, su terquedad, su absurdo odio... pienso que debe haber algo más.

Si tienes esas dudas, debes disiparlas hablando con Andrés.

Realmente estoy muy confundida, no sé qué hacer. Necesito pensar, buscar una salida, un camino... todo lo veo tan oscuro y confuso, tan incomprensible, tan complicado, en fin...

Hace unos días mi médico me ordenó que me tomara unos días de descanso en las afueras de la ciudad; que necesitaba un poco de aire de campo. Lo he postergado neciamente. Pero, ¿por qué no me acompañas a la hacienda y te tomas ese descanso conmigo? -lo miré interesada- Piénsalo y verás que es buena idea. La hacienda es el lugar perfecto para aclarar el pensamiento. A mí en lo personal, me ayudó en varias ocasiones para tomar decisiones difíciles, bastante complicadas.

Lo pensé detenidamente. Realmente era una excelente idea. Alejarme, tomar distancia en aquellos momentos era la mejor solución.

Decidimos partir temprano al día siguiente. Antes de irme a la hacienda tenía que dejar algunas cosas resueltas. Primero fui a la escuela a solicitar el permiso, no podía seguirme ausentando sin dar una buena excusa; dentro de pocos meses sería mi graduación y no debía echar por la borda tanto esfuerzo. En eso me ocupé toda la mañana.

Debía igualmente hablar con Jonathan. Hacía muchos días que no lo veía y antes de partir debía, por lo menos, informarle de mi ausencia. Después de dejar todo listo en la escuela, me dirigí sin espera a su apartamento. A pesar de ser prácticamente hora del almuerzo, lo encontré dormido y, algo curioso, Jessica fue quien me recibió. Me saludó efusiva, sumamente afectuosa y cariñosa.

Desde hace unos días quería verte. Hace poco me enteré de nuestro nuevo parentesco -informó sonriente- Te estuve llamando, pero Letty no quiso comunicarte.

Yo se lo pedí, quería a estar solas para digerir la noticia.

Yo estoy dichosa con que tú seas esa mujer de la Andrés está tan enamorado. Ese amor que siente por ti lo ha convertido en una mejor persona -comentó conmovida- Gracias a ti, la relación con mis padres mejoró extraordinariamente. Es cierto, ya yo te lo había comentado. Sin saber, obviamente que tú eras esa mujer, ya te había dicho que Andrés estaba juicioso, dedicado a su trabajo, alejado de todas aquellas aventuras, errores, equivocaciones y desaciertos que tanto lo alejaron de la familia, sobre todo de papá.



#7 en Joven Adulto
#174 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.