- Susana, necesito que me traigas ocho rosas amarillas, de esas que están en el jardín. Las más bellas, las más hermosas, las más florecidas -sonreí triste- Las ocho rosas más esplendorosas que encuentres.
- Si, claro, pero, ¿por qué ocho?
- Porque ocho rosas me obsequió Daniel durante mi primer embarazo.
- ¿Estuviste embarazada? -preguntó interesada.
- Si, dos veces, pero fue hace mucho tiempo.
- ¿Y qué pasó con los niños?, ¿Dónde están?
- Susana, solo te pedí ocho rosas.