El diario de Damiana

Junio 07. Eres una traidora

 

Harry llegó temprano esa mañana.

Mientras me hacía los exámenes médicos rutinarios de cada mes, notó mi ritmo cardíaco un poco acelerado.

¿Qué sucede? -preguntó preocupado- Estás alterada, ¿algo te preocupa?

Es Karla -contesté apesadumbrada- Desde ayer que vino me ha dejado supremamente ansiosa.

Tienes que tomar las cosas con calma, cada una de tus emociones son transmitidas directamente a la bebé. Si tú estás alterada, ella inmediatamente se altera, por eso debes tratar de mantenerte lo más tranquila posible: estás en el séptimo mes de embarazo y debes tener mucho cuidado, aún le falta un poco para terminar su desarrollo y formación.

Trato, Harry, en verdad, lo intento, pero me resulta imposible sacarme a Karla de la cabeza.

Piensa entonces qué es más importante para ti, la vida de los demás o la vida de tu hija.

Todos son para mí importantes, Harry, pero si lo pones de esa manera, por supuesto que le doy prioridad a la vida de mi hija.

Enfócate en eso entonces cuando te sientas aprehensiva. Tienes ese gran defecto, Damiana, te preocupas demasiado por los demás. Dedícate solo a pensar en ti; verás que no es una actitud tan egoísta como suena.

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Al rato salió. Harry tenía toda la razón. Tenía que tomar las cosas con calma, pero se escuchaba más fácil de lo que en verdad era. Entonces me fui para casa de los Regueiro; si seguía en el apartamento, nunca me sacaría aquellos pensamientos de la cabeza. Cuando llegué me encontré con Jessica. Se disponía a salir, pero la detuve un momento, sabía que no debía ocultarle del regreso de Karla, por eso le conté lo sucedido.

¿Cuándo volvió? -preguntó un poco nerviosa.

No sé con exactitud -la miré preocupada- No es por alarmarte más de lo que ya estás, pero si te cuento de su regreso es porque la visita de Karla me dejó seriamente mortificada.

¿De qué hablas? -preguntó asustada.

No puedo decirte todo lo que ella me dijo, sabes que no es correcto. Lo que sí puedo decirte es que sus sentimientos hacia ti son bastante confusos; el dolor, la irritación, la furia se reflejan en su mirada cada vez que habla de ti, pero también hay afecto y nostalgia. Jessy... en verdad, estoy muy preocupada.

Pensé que todo este tiempo lejos había servido para sosegar su resentimiento hacia mí; pese a todo, aunque no lo creas, yo a ella la aprecio muchísimo... sé que la traicioné, sé que la engañé, pero mi cariño hacia ella nunca ha cambiado... sigo sintiendo el mismo afecto hacia ella... sigo... ¡Dios! Todo es tan complicado.

Solo te pido que te cuides. Yo a ustedes dos las aprecio y las quiero mucho. Cada una tiene un lugar especial en mi corazón. No quiero que todo esto termine mal. Te pido, te suplico, Jessy, mantente alejada de Karla. Yo sé que ella no quiere hacerte daño, de haberlo querido ya lo hubiese hecho, pero por favor, no le des la oportunidad.

No lo haré, no te preocupes -me abrazó- Me voy, quedé en ir con Jonathan a hacer unas diligencias.

Por favor, cuídate.

Tranquila, le diré que mejor nos quedemos en el apartamento y salgamos otro día.

Me parece muy buena idea.

Solo que, desafortunadamente... no lo fue.

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Aquel día era jueves.

Un hermoso día despejado, con un sol radiante.

Se escuchaban los alegres cantos de los pájaros y la suave brisa del viento acariciaba mansamente las hojas de las plantas del jardín. El olor del café que provenía de la cocina, inundaba presuntuoso cada rincón. Charlaba amena y placenteramente con papá Ricardo, mientras escuchábamos complacidos las delicadas notas de una canción en el piano que Adreyna interpretaba magistralmente, envolviendo la estancia con tonadas de melancolía, cuando el teléfono sonó.

Era Karla.

Hola, Damiana. Solo te llamaba para despedirme. Te llamé al apartamento, pero nadie me contestó, entonces supuse que estabas ahí. Quisiera verte antes de irme.

Por supuesto -consentí animada- ¿A qué hora quieres que nos veamos?

Por la tarde, primero quiero despedirme de Jonathan. He decidido irme definitivamente, radicarme permanentemente en Milán, por eso quiero, no sé, despedirme de él. Quiero cerrar ese ciclo. Sé que esa es la única forma de dejar todo mi pasado con él atrás y poder, por fin, emprender un nuevo camino. Ya mismo voy para su apartamento.

No, espera -pedí alarmada- ¿Por qué no nos vemos de una vez? -sugerí ansiosa- Después, más tarde, te vez con Jonathan.

¿Qué pasa, Damiana? -preguntó desconfiada- ¿Por qué no quieres que hable con Jonathan?

No... no se trata de eso, ¿Cómo crees?... es solo que... porque no aprovechamos y nos vemos ahora, yo puedo...

¡No!, Ya te dije que voy a ir ahora mismo -manifestó molesta- Tu afán por verme tiene un trasfondo, lo sé -dedujo suspicaz- Me decepcionas, Damiana, sé que intentas persuadirme porque algo está pasando... ¡sabes que de tonta no tengo absolutamente nada!

No pienses eso, sabes que yo soy...

Si, ahora sé lo que eres. ¡Eres una traidora! -y colgó

Tomé inmediatamente el teléfono y llamé al apartamento de Jon, pero éste timbraba y timbraba y no lo contestaban. Angustiada entonces, tomé mi cartera y salí inmediatamente, desatendiendo los reproches y regaños de papá Ricardo y Adreyna, quienes no consideraban nada prudente mi comportamiento, ya que, para ellos, ponía en riesgo mi bienestar y el de la bebé. Pero yo sentía que debía ir, sabía perfectamente para dónde se estaba dirigiendo Karla en esos momentos y no quería ni imaginarme en que terminaría aquel encuentro.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

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