El diario de Elena

Prólogo.

El bosque con su ambiente húmedo, frio, silencioso, con su horizonte escondido y su vida oculta es siempre un enigma para mí, observo a través de la ventana como los siervos corren entre los árboles en busca de comida o quizás huyendo de algo que puede estarlos persiguiendo. El auto Zigzaguea entre las curvas de la autopista logrando adentrarse un poco más por aquel extenso bosque, disfruto un poco la vista con nostalgia ¿Cómo unos pinos con sus hojas cubiertas de nieve logran provocar tantos sentimientos? Al pasar por la última curva de aquella autopista logro divisar el viejo letrero que indica que estoy a menos de dos kilómetros de mi maravilloso destino; el malestar se hace presente de inmediato y con ello mi corazón empieza a acelerar sus latidos, mis manos se tensan en el volante provocando que mis nudillos comiencen a cambiar su tono a uno pálido a causa de la presión ejercida y como olvidar el sudor, todas son señales claras de mi ansiedad y del ataque de pánico que se avecina pero sé que ya no hay marcha atrás, tengo que controlar mis emociones para llegar a mi destino.

La música clásica pasa a segundo plano ya que mis pensamientos eran más fuertes, el letrero de bienvenida del pueblo se encuentra cada vez más cerca, un letrero miserable tallado en madera que en cualquier momento puede sucumbir por las condiciones deplorables en las que se encuentra sin embargo a pesar de haber perdido su atractivo con el paso del tiempo aún logra leerse con claridad el nombre de Sacramento en color amarillo junto con su eslogan “El mejor pueblo para vivir” —Ironías —Pienso al cruzar el letrero e ingresar al pueblo.

—No entiendo porque decidimos mudarnos a esta casa en este pueblo que nadie conoce —Observó a mi hermana quien conduce con suma emoción a nuestro nuevo hogar.

—Hemos heredado esta casa por parte de nuestra abuela así que no podemos dejarla perder, además necesitamos un lugar tranquilo para sanar nuestras heridas —Responde Alexa —el accidente sé que fue hace un par de meses, pero aun esta reciente y tú no quieres hablar sobre ello así que es mejor que estés en un lugar tranquilo para que te liberes de todos esos pensamientos

Sacudo mi cabeza en un intento de olvidar esos recuerdos, al dar vuelta en la siguiente curva logró visualizar la tienda con aspecto de los años 60 de repente se me ocurre estacionar en la que alguna vez fui mi lugar de trabajo, al estacionar el auto dilaté un par de minutos para salir.

Al poner un pie oficialmente en el territorio de Sacramento y sentir el aire fresco en mis pulmones me empecé a sentir como la joven de veinte años que alguna vez trabajo en ese lugar. Acomode mi gorro de lana y apreté mis puños esperando que aquel acto me diera valentía antes de emprender mi corta caminata hasta la puerta de la tienda, un letrero de luces de neón me daba la bienvenida junto al lugar, al abrir la puerta de la tienda una campanilla anuncia mi llegada, el lugar era exactamente el mismo de hace cinco años de hecho la caja aún se encuentra en el mostrador al lado derecho junto con los cigarrillos de la marca más barata que existe y uno que otro snack para tomar de forma rápida, los estantes se encuentran repletos de diferentes artículos que en su mayoría eran para las personas viajeras.

Caminó entre los pasillos en busca de algo diferente así fue hasta el último pasillo en donde se encuentran las bebidas enlatadas, me percató que no tienen la gran variedad de sodas como en la ciudad así que tomé la única soda a la cual sigo siendo adicta, detestaba tener esa adicción. Cerré la puerta del refrigerador y al dar vuelta tropecé con alguien.

—Disculpa —dije, noté quien era la persona con la que había tropezado y la sorpresa se hizo presente — ¿Addie? —Pregunté al ver a la mujer que está delante de mí —No te reconocí sin los piercings ni el cabello de colores.

— ¿Emma? —Pregunta con temor tal como si mi nombre o rostro fuese un fantasma en aquel pueblo — ¿Cuándo has regresado? Creí que no te volvería a ver —dijo antes de lanzarse hasta mí en un extraño pero reconfortante abrazo.

—De hecho, estoy llegando al pueblo, estoy de vacaciones —dije.

— ¿Vacaciones en Sacramento? —Cuestionó Addie antes de dar una inspección rápida a mi vestimenta —, Tú sí que estás loca—negó con la cabeza lentamente antes de acomodar los artículos delante de ella.

—Supongo —dije y noté algo en ella ¿Nerviosismo? —Jamás pensé encontrarte en esta tienda, ha pasado mucho tiempo desde que tú y yo, ya sabes, terminamos.

—Ya sabes —Se encogió de hombros para quitarle algo de importancia a su respuesta — , No todos logramos escapar de Sacramento —Respondió, su mirada es vacía haciendo juego con su semblante de infelicidad absoluta —No todos nos volvimos famosos como tú luego de lo que paso aquel año —Admite—, Otros simplemente nos quedamos en este infierno y pretendimos continuar—dijo, la incomodidad se hizo presente, ella tiene razón —Me alegra que tu vida continuara, has sufrido demasiado a como todos en este pueblo pero comprenderás que las heridas aun cuestan sanar y verte de nuevo es difícil, convertiste mi vida en un infierno Emma, tú has sido mi infierno—Confesó — Sin embargo eso se superará con el tiempo así que espero que os disfrutes tus vacaciones y bienvenida a casa —Addie se despidió de forma cortes y se marchó por la puerta que conecta con la bodega de la tienda, camine hasta la caja y note el anuncio en la pared, era la foto de un chico desaparecido.

Desaparecido:




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