El Diario de Elenne Davis

Capítulo 2

Pasaron 5 días antes de que mi madre pudiese levantarse de la cama. A rastras ,obviamente, obligada por la insistencia de mi padre ante el hecho de que aun tenían otra hija. Durante los primeros días solo hubo silencio, luego los gritos lo suplantaron y nada pudo hacerlos callar.

— ¿Tienes que hacer esto ahora?
— ¿Y qué se supone que haga? 
— ¡No quemarlo! ¿Te has vuelto loca?
— ¿Loca! ¡Loca debería estar!

Sus voces resonaban por el pasillo y aun desde mi habitación podía escucharles claramente.

— ¡Esta no es la solución, Bertha! 
— ¿Y cuál es la maldita solución? ¡Mi hija esta muerta! ¡MUERTA!
— ¡también era mi hija!

Entonces lloraban durante horas. Se abrazarían desconsolados junto a alguna foto de mi hermana y dejarían todo salir. En aquellos momentos la odiaba mas, pero también los odiaba a ellos. Los odiaba por no conocerme, por olvidarme, por aferrarse a una imagen de Elenne que los estaba consumiendo.

Dos días después hubo una misa. Todo el pueblo estaba allí, incluso aquellos que por cuestiones de salud no abandonaban sus hogares. vestidos de un negro tan monótono que de haber estado el cuerpo en aquella iglesia aquel sería un perfecto funeral. Pero el cuerpo no estaba allí, no había nada mas que una enorme foto de su rostro sonriente rodeado de flores junto a un altar con velas. todos llorando sonoramente al verla allí, dedicándome a su vez tediosas miradas curiosas esperando ver una reacción que yo sabía que nunca encontrarían.

 Durante una hora el cura habló magistralmente sobre el cielo y su nuevo ángel. Recitó un sin fin de versículos sobre la aceptación del dolor y como este estaba destinado a llevarnos a un lugar mejor. Nos hizo orar por su muerte y aunque no mencionó mi nombre, me observó varias veces con sentimientos dudosos en su mirada. 

— Porque en el fondo sabemos que siempre estará con nosotros.

— Amén—recitaron a coro.

Mi madre lloró mientras todos la consolaban, mi padre reprimió su llanto entre sonrisas forzadas. Perdí la cuenta de cuantas veces asentí ante frases que repetitivas sobre la muerte y cuantas veces me aleje de aquellos que entre abrazos pretendían reconfortar un alma que no estaba rota.

— Sra Davis, ¿tiene un momento?

Afuera nos esperaba la oficial encargada del caso. Nos habíamos visto al menos 2 veces desde el asesinato. Buscaba incesantemente un culpable preguntándonos día tras día las mismas cosas sin sentido, como si el hecho de hacerlo nos haría confesar algo diferente. Mi padre no pudo esconder su frustración ante su presencia. 

— se que no es un buen momento, pero me preguntaba si podíamos hablar en privado.
— ¿ha descubierto algo nuevo, oficial?

La oficial Martinez me observó brevemente y aquello fue señal suficiente para que mis padres se alejasen de mi. Hablarían de tecnicismos morbosos, quise especular. Detalles macabros encontrados en el cuerpo. Pistas que los llevarían a su perpetrador.

Caminé en silencio hacia el auto, me alejé de las miradas curiosas. Deseaba regresar a casa para poder comer algo. Casi parecía una eternidad desde la ultima vez que mamá cocinó algo para todos. Una parte de mi se preguntaba si alguna vez volvería a hacerlo.

Levante la vista de mis pensamientos a tiempo de verle acercarse. Su mirada tímida casi inexistente me mostró lo mucho que le había costado llegar hasta allí.

— Marie — prosiguió— mi mas sincero pésame.
— Gracias.

Rafael, Rafi, siempre solía estar junto a Elenne. Era de esos que conformaban parte de su grupo de amigos. Los 5 inseparables chicos que siempre traían alegría por donde quiera que pasasen. La imagen perfecta de la juventud. Los había visto en la playa aquella mañana observando en silencio como mi hermana desaparecía para siempre, mas no aparecieron en mi puerta buscando respuestas. No llamaron ni una vez para saber de mi madre o de como estábamos. ¿La pena los consumía? No lo suficiente para ser humanos.

— ¿Necesitas algo?

Levantó la vista avergonzado ante su silencio. Con todo su tamaño parecía un niño junto a mi baja estatura. Encogiendo sus hombros como el pequeño que se esconde tras la falda de su madre cuando sabe que ha hecho algo malo.

— Queríamos saber...cuando será el funeral...— el nudo en su garganta le cortó la frase a la mitad. Miró hacia el suelo respirando profundamente y lo repitió varias veces antes de poder mirarme de vuelta.— los chicos...queríamos saber si había algo que pudiésemos hacer.
— no nos han regresado el cuerpo. Mi madre no quiere  un funeral con un ataúd vacío.

Esperé a que sus ojos se aclarasen. Miró lejos varias veces apretando sus puños de manera pausada, despejando su mente de aquellos pensamientos intrusivos que le nublaban por completo.

— ¿hay...algo que pueda hacer por ustedes?

La suplica en su mirada con la esperanza de algo mas allá de sus palabras pronunciadas. Me preguntaba que era lo que realmente querría. ¿Cual seria el motivo de pegarse a una fuente de dolor como aquella?

— mi padre quiere guardar alguna de las cosas de Elenne en el sótano. Las he ido acomodando en cajas donde mi madre no pueda verlas.
— iré en la tarde— declaró.
—de acuerdo.

Dudó entre movimientos espasmódicos con sus manos antes de voltearse. Se alejó dos pasos y regresó con cautela, solo para negarse algo a si mismo antes de poner una sonrisa en su rostro.

— nos veremos en la tarde, Marie. Gracias.
— hasta la tarde.

Rafi se alejó antes de que mis padres llegasen. Con las manos en sus bolsillos apresurando el paso. No creía que fuese un mal chico, no parecía uno. Pero nuestros demonios internos a veces nos sorprendían hasta a nosotros mismos. Me preguntaba si la policía le había interrogado. Debían de haberlo hecho, a el y al resto de los chicos. Preguntando por culpables, tal vez viéndolos como sospechosos. En un crimen todos eran sospechosos. No podía realmente importarme menos si la policía creía que alguno de ellos lo era.




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