Día 36

El diario también es una buena forma de mantener el conteo del tiempo. Sin esto, probablemente me perdería.

Ya llegó febrero, el mes de los enamorados...

Pasaron algunos días, y la abuela estaba cada vez peor.

Charlie pidió hablar con mamá para intentar ofrecerle un trato una vez más. Solo una diferencia, si ella aceptaba enviaría gente a buscar material médico urgentemente para salvar a Josefina. Y sino, dejarían a la abuela morir.

Ella dijo que lo pensaría.

Cuando se lo contó a Carlos, salí de mi escondite y la enfrenté. Ambos se vieron sorprendidos por mi presencia.

—No podés aceptar su propuesta, mamá. —La encaré.

— ¿Y la abuela? —Preguntó ella.

—Charlie no va a cumplir, y si lo hace, no llegarán a tiempo —Contesté—. Aprendí mucho con Alberto, y ya es demasiado tarde para salvarla. Y sé que es lo que escogería ella.

Se quedaron callados y se miraron por unos segundos. Finalmente, Carlos terminó esbozando una sonrisa triste.

—Ethan tiene razón. —Dijo.

—Lo sé —Contestó mamá con un suspiro—. Igual no podés espiarme, Ethan.

—Solo quería saber qué pasaba con Charlie —Me excusé—. También lo seguí a él.

Silencio de rostros sorprendidos, hasta que Carlos estalló en carcajadas, mientras mamá y yo sonreíamos.

—Mi pequeño espía. —Dijo besándome la frente.

— ¡Mamá!

— ¿Y qué averiguaste, James Bond? —Preguntó Carlos.

Les conté lo de las llamadas por radio, y se quedaron mudos de nuevo.

Más tarde, después de haber hablado con todo el grupo, mamá fue a darle su respuesta a Charlie, que seguía siendo no. Me habría encantado ver su cara en ese momento, pero ella me pidió que no lo siguiera en esa ocasión.

Durante el resto de ese día, hasta el anochecer, todos nos quedamos en compañía de la abuela, que murió plácidamente y rodeada de seres queridos, antes de que saliera el sol.