Día 44

Si me mato sin demora soy libre; sin condiciones, sin dolor, sin responsabilidades.

Y si sobrevivo a las casas… voy a estar muerto en vida. Voy a vivir el resto de mi vida esclavizado por personas sin escrúpulos, hasta el día que muera despedazado o con un tiro en la frente.

¿Sobrevivir es vivir realmente? ¿Sobrevivir sin sentido alguno, tiene sentido?

¿Para qué estoy haciendo esto?

— ¿Votamos? —Preguntó mamá después de que les contáramos a todos lo que pasó, y de haberlo discutido un buen rato—. La mayor incógnita es saber a qué nos enfrentamos. No queremos otro cobarde como Charlie, o volvernos a encontrar con esos tipos de W.U.U.C. Aún no sabemos bien qué quieren, pero es preferible mantenernos alejados. Algo me dice que no son de fiar.

—Votemos de una vez entonces —Dijo Carlos—. Y a mí tampoco me gustan.

—Okey —Contestó ella—. Solo tenemos dos opciones: ir a Heaven o buscar un nuevo lugar lejos de todo para comenzar de nuevo. Levanten la mano los que estén de acuerdo con la primera.

Era volver a arriesgarnos en un terreno desconocido. Pero intentar empezar de cero era lo mismo, o quizás hasta peor, más difícil. La mejor opción es que los humanos nos mantuviéramos unidos, como había dicho Alicia tiempo atrás. Así que decidimos.

Mamá, Carlos, Lima, Alejo, yo, Alicia, Santiago, Thalía e incluso Adrián. Todos estábamos de acuerdo, dimos nuestro voto de confianza. Probablemente el último.

—Por votación unánime, nos vamos a Heaven. —Sonrió mamá.

—And she’s buying a stairway to heaven… —Canturreó Thalía, alegre.

Esa misma tarde emprendimos el viaje hacia una nueva promesa. Una chance de volver a empezar, deseando que esa vez las cosas sí funcionaran.

Salimos en un viaje estimado de dos días, que terminó alargándose mucho más de lo pensado. Para algunos más que otros.