Era una mañana muy oscura, las nubes comenzaban a acumularse y no presagiaban lluvias, se trataba del inicio del invierno.
Nunca olvidaré ese Veintiuno de diciembre, aquel día que comenzó con una típica mañana tediosa que presentía ser un día más y terminó siendo el peor día de mi vida o el mejor, depende del cristal con que se mire.