Querido Diario,
Hoy regresé a casa con un sentimiento extraño en mi pecho. Estaba desanimada por todas las cosas que no había logrado en el día, pero también llevaba una pequeña chispa de felicidad debido a algo que había hecho de utilidad. ¿Adivina qué fue? Sí, compré el diario que mi psicóloga me recomendó la semana pasada. ¡Y vaya que es hermoso! Es un diario blanco con decoraciones de estrellas, colores abstractos y letras sin sentido. Siento que es perfecto para mí, con su encanto peculiar y distinto. Y así, acompañada solo de mi llave y de este hermoso libro en blanco, ¡empiezo a escribirte!
Permíteme presentarme. Soy Nova, una adolescente diferente a las demás personas que he conocido. Tengo 16 años y siempre he sentido que no encajo en este mundo. A veces pienso que quizás vengo de otro planeta, que mi verdadero hogar está allí arriba, entre las estrellas que decoran las páginas de mi diario.
Pensé en comenzar a escribir mi primera entrada contándote una anécdota que ocurrió cuando tenía 13 años. Una etapa en la que las inseguridades comenzaron a trastornar mi vida. Pero no cualquier inseguridad, no, algo más expresivo y destructivo. Una experiencia que viví en carne propia y que, aunque parezca muy lejana en el tiempo, aún está presente en mis pensamientos.
Recuerdo aquel día en el colegio, cuando la mirada de los demás se volvió una tormenta en mi interior. Era como si hubiera un foco de atención sobre cada una de mis imperfecciones, sobre cada uno de mis miedos. Me sentía completamente desnuda frente a sus miradas críticas y, por más que trataba de taparme con una coraza de indiferencia, el peso de la inseguridad me aplastaba.
Mis pensamientos, como intrusos que no querían irse, se convirtieron en una voz constante que me repetía una y otra vez lo que creía que era cierto: que era fea, que jamás encajaría, que nadie me querría realmente. Era como si esa voz maligna viviera dentro de mí, alimentándose de mis miedos, robándome la felicidad.
Pero, aunque quisiera escapar de esa situación, no podía. Estaba atrapada en una especie de laberinto oscuro, donde las palabras hirientes y las miradas de desprecio eran el monstruo acechante que nunca dejaba de vigilar. Cada paso que daba era un suspiro ahogado, una búsqueda desesperada de un lugar donde encajar.
Y así, entre susurros de desprecio y lágrimas bien guardadas, la historia transcurría. Pero eso no es todo, querido diario, hay algo más... algo que aún no puedo contarte porque la penumbra de mi recuerdo se apodera de mí. Solo puedo decirte que fue una noche que cambió todo. Una noche en la que me enfrenté a mis inseguridades y las transformé en algo más grande. Algo que aún no puedo ni quiero desvelar.
Querido diario, lo dejo aquí por ahora. Necesito procesar todo lo que he escrito y realmente espero que esta anécdota haya logrado transmitirte la magnitud de lo que viví. Espero que tu compañía me ayude a organizar mis pensamientos, mañana te volveré a escribir. aunque sé que todavía queda mucho por contar. Pronto te revelaré más detalles de aquella anécdota que me marcó a los 13 años, muchos más traumas o mi día a día, Mientras tanto, aquí me quedo.
Con amor:
Nova.