Una habitación callada,
una vida solitaria;
una mente tan perdida y un alma confundida,
juntas en una eterna lucha cuesta arriba.
Un número par en la hora,
mi mente una respuesta añora,
¿me detengo o avanzo?, ¿grito o callo?,
¿me caigo o me levanto?,
aguardar por la respuesta del silencio me tiene harto.
Decidir qué es lo que debo hacer,
analizar si hasta ahora lo he hecho bien,
se siente como un golpe constante hiriendo mi ser.
Una gota fugitiva,
de unos ojos rojos tristes;
ya no sé si debo irme,
por años no me siento libre.
Me elevo y desciendo,
al ritmo del viento;
me encuentro y me pierdo,
al menos puedo decir que lo intento.
Un mar con tormenta,
un pasado con grietas,
un chico indeciso buscando un destino,
un molesto silencio cuestionando el camino,
esta profunda incertidumbre acaba conmigo.
En este cuarto solitario,
la indecisión me visita a diario,
acepto que hasta ahora voy perdiendo,
de nada sirve tu talento,
si no eres capaz de creer que puedes hacerlo.