El Distrito X

PARTE 1. CAPÍTULO I

CAPÍTULO I

1

    - ¿¡Una emergencia de rango 5!?

    -Eh, ¡Sí! -esa afirmación pareció diluirse con la intermitencia de la llamada.

    -Tiene que ser una broma. ¡Comunícame con su capitán!

    -Al habla el capitán Carl Silver.

  -Hola, capitán, estamos demasiado ocupados para recibir bromas, ¿Por qué es una emergencia de rango 5?

  -Verá… no estoy inventando nada, hoy en la mañana hemos hecho el levantamiento de 6 cadáveres correspondientes a miembros de la Brigada.

   - ¿¡Qué!? -los ojos de William McFreig casi salen de sus órbitas. Para la Agencia Militar de Contención (AMC) no había mejores efectivos de acción rápida que los miembros de la Brigada. Que murieran 6 era algo muy grave-. ¡Ejem!… Aunque todavía no doy crédito a la información, tendré que enviar a un investigador. Más vale que todo sea verídico, Capitán Silver.

    -Lo es, lo juro por mi madre. Que ya está en el…

  -Bien, entonces mantenga las cosas bajo control, enviaremos a un agente, comuníquese con él lo más rápido posible, cambio y fuera.

   - ¡Espere! Cómo se llama el agente… ¡Ah!, me colgó, que descortés.

  Carl ordenó retirarse, ya todos los cadáveres habían sido enviados a “investigación forense”. Las conclusiones de Silver eran que todos los hombres recibieron múltiples disparos, pero, no todas las vainas encontradas pertenecían al mismo calibre. Eso significaba que T-13 no los pudo asesinar a todos él solo. Alguien le ayudó desde afuera. Pero eso ya no le concernía, y así era mejor, no quería involucrarse en un caso que no tenía salida.

2                                                                       

    Cerró su SketchBook, pero antes, tuvo cuidado de no manchar la página que estaba dibujando. Guardó el cuaderno en el cajón de su escritorio, se aseguró que no hubiese quedado abierto. Tomó su saco y un chicle de mastica por siempre, no olvidó sus llaves, ni su billetera. Solo la empleada del aseo vio como el hombre tiraba la goma hacia arriba y le caía en la lengua con una precisión milimétrica, aunque para ella ya era algo habitual verlo hacer eso, así que no le prestó mucha atención.

    Ya en el ascensor, un niño lloraba, le tiraba la camisa a su madre pidiéndole un chocolate, y ella avergonzada, le dio un pellizco, pero solo empeoró las cosas. Pensando que la escena incomodaba al hombre que los acompañaba, decidió pedirle disculpas, pero este se remitía a ver su reloj, sin ninguna expresión de disgusto en su cara. ‹‹Mejor lo dejo en paz››.

  El edificio del cual salió Frex Chereforst era muy “convencional”. Tenía una fuente en la zona de esparcimiento y poco más. Tomó un taxi hasta la dirección agencia de investigación. Esta era aún más prosaica que la edificación anterior, pero su estilo (muy gótico) le daba una forma diferente a todas las demás.

    Un joven estaba por entrar, Frex vio cómo el chico voló como si hubiese recibido un puñetazo en el abdomen, este se levantó, limpiándose el trasero. Volvió a intentar abrir la puerta y una vez más fue lanzado con un golpe fuerte, pero módico. Frex no prestó atención a la ignominia que mostraba el joven, pasó desdeñosamente por su lado, no le agradaban los novatos. Giró la manilla suavemente y luego empujó con una celeridad sorprendente. Entonces se oyó una voz artificial:

   -Bienvenido, Agente Frex Chereforst. Código 6767. Por favor ponga su huella dactilar para ser escaneada.

  Como si el agente fuera un robot, respondió a esta acción monótonamente, puso su dedo índice en la pantalla.

   -Identidad confirmada, por favor pase.

 -¡Oye! Ayúdame a ingresar -dijo el novato, interrumpiendo la entrada del hombre, aunque pensó que tal vez era una máquina y no le respondería-. ¡No te vayas! Respon…

  Una bola de papel rebotó en su cabeza, la puerta se cerró estrepitosamente. Desenvolvió la hoja y encontró un mensaje con una caligrafía excepcional Usa tu fuerza habitual decía. ‹‹Tal vez sí sea un humano›› pensó.

 Una vez más se enfrentó a la puerta, primero se tranquilizó y sondeó la situación. Para los empleados expertos era muy fácil abrirla, en consecuencia, los novatos siempre se delataban ahí, tenían una frase para describir esa situación ‹‹Los principiantes siempre se estrellan con la puerta››. Pocos sabían que hubo un agente que nunca se “estrelló”.

   Justo cuando iba a tomar la manilla, una manó lóbrega lo detuvo. Reprimiendo un susto, giró hacia ella, apareció un hombre con el ceño fruncido, era muy alto, tenía el cabello tan atiborrado de fijador que por poco suelta una carcajada. Recordó la palabra atractivo al percibir el olor mentolado de la colonia del tipo. Este último, dándose cuenta de la burla del muchacho adoptó una posición aún más recia.

 -Eh, tú ¿Quién eres? -le preguntó, viéndolo suspicazmente.

  -Yo soy el agente de la promoción 1765, me llamo Regrath Colf.

  -Es un placer conocerlo, señor Colf, pero no está permitido fallar la prueba de ingreso más de 5 veces, y por lo que deduzco, usted ya sobrepasó ese límite.

       -Se equivoca señor… ¿Cómo se llamaba?

   -Olvidé presentarme, mi nombre es Piero Nimés, agente de la promoción 1587. Ahora, siga con su explicación.




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