El don de Flora (borrador)

15. El reino Lira parte 1

Crystal.

Después de dos horas de viaje en barco llegamos al reino de Lira.

Como aún seguía cubierto mis ojos, con la ayuda de Leela baje del barco, cada paso que daba me sentía nerviosa porque a pocos metros sabía que iba a estar Pedro, el príncipe y mi futuro esposo.

Por un momento se me olvido el por qué yo estaba aquí y recordé la discusión que tuve con mi madre y la bofetada que me dio, en realidad, no estoy aquí para conocer al príncipe, es solo una excusa para estar lejos de la reina y la presión que siento al ser la princesa heredera.

Al llegar al reino Lira, lo primero que llego a escuchar son melodías que no logro descifrar, una voz masculina es el que canta, me siento hipnotizada. Mis ojos siguen vendados, me quito el vendaje para buscar al dueño de esa voz.

Casi cerca a unos pasos, está un hombre con traje poco común cantando en el centro de varias personas. Es la primera vez que escucho a alguien cantar, en mi reino no toman interés en el canto, incluyéndome, en el reino Bellatore lo importante es aprender a combatir y defender, sin embargo, estar aquí en el reino Lira es como estar en un cofre musical, solo escucho melodías. Él es muy apuesto, es alto casi de la misma altura de mi caballero, su cabello es ondulado y castaño, su piel es como el trigo, pero lo que más resalta son sus ojos verdes, es una lástima que sea un plebeyo y tenga que ganarse la vida cantando en las calles.

—Princesa Crystal, me presento, soy el príncipe heredero Edgar y le doy la bienvenida a mi reino —me toma por sorpresa su saludo. No me di cuenta en qué momento llegó.

Alrededor de nosotros hay muchos guardias, y las personas que estaban escuchando al plebeyo cantar están mirando hacia el príncipe o quizás a mí.

Hago una reverencia.

—Príncipe Edgar, le agradezco la bienvenida en este hermoso reino.

—Deben estar cansados, permíteme guiarlos hasta el carruaje —asiento, aceptando.

Mientras caminamos observo el puerto detalladamente, el pequeño espectáculo del plebeyo se acabó porque observo a trabajadores en varias partes llevando equipajes a los barcos y viceversa. El clima este fresco, sin embargo, no me siento bien creo que debe a que es la primera vez que viajo en barco. Doy una mirada al mar y la sensación del miedo se me apodera un poco, agradezco que la idea de taparme los ojos haya funcionado, pero no significa que haya dejado de tener miedo al mar.

El príncipe Edgar también hombre muy apuesto; es alto, su cabello es ondulado, corto y rubio como el color de mi cabello. Me pregunto si así de apuesto será su hermano.

***

Después de llegar al palacio, el mismo príncipe manda a una dama a llevarme a mis aposentos. Leela y Hadrianus ya están instalados en sus habitaciones, les ordené que descansaran porque mañana habrá un banquete de bienvenida por mi llegada.

Escucho que la puerta de mis aposentos se abre lentamente, no sé quién será, pero debe estar preparada así que con pijama salgo de mi cama descalza, saco el pequeño cuchillo que lo tenía guardado debajo de la almohada y lo escondo dentro mi manga hago un puño con mi mano para sostener el cuchillo.

—¿Eres tú, Leela? ¿Hadrianus?

La puerta se abre por completo y es nada más y nada menos que el plebeyo.




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