Capítulo 2
Nolan.
Corriendo como loco por los pasillos del aeropuerto, sentía mi corazón latir como un tambor en mi pecho. El sudor me empapaba la frente mientras me abría paso entre la multitud, ignorando el dolor en mis piernas y el cansancio que comenzaba a pesar en mi cuerpo.
Que se note que alguien claramente no está acostumbrado a hacer ejercicio.
¿Encerio en el momento menos indicado te pones en mi contra?
Es parte de mi trabajo.
Ya no te voy a poner atención y me voy a concentrar en alcanzar ese maldito avión.
A lo lejos visualicé la puerta de embarque, así que empecé a correr para alcanzar ese avión. El sonido de mis zapatos golpeando el suelo se mezclaba con el ruido de los anuncios y el habla de la gente a mi alrededor.
Después de correr un gran maratón, por fin llegué a la puerta de embarque, jadeando y con las piernas hechas gelatina, pero decidido a no perder el vuelo. Sin perder un segundo, le pasé mi tarjeta de embarque al empleado y me dirigí corriendo hacia el avión.
Con un suspiro de alivio, logré subir las escaleras justo antes de que cerraran las puertas. Me sentí como en una película de acción, pero al menos no me quedé en Italia. No me quejo, Italia es maravillosa pero no gaste dinero a lo baboso para un boleto de avión para otro destino. Destino donde estoy seguro que tendré nuevas aventuras.
Cuando me incorpore bien y mis ojos vieron el caos del avión fue como si de repente me encontrará en medio de un juego de sillas musicales pero en un nuevo nivel. Mi asiento estaba en algún lugar por ahí, pero entre el lío de gente y equipaje, sentí como si estuviera buscando una aguja en un pajar.
Me abrí paso entre las filas de asientos, pidiendo perdón a cada pasajero con una sonrisa nerviosa. "Disculpen, perdón", murmuraba en un italiano muy nato mientras buscaba desesperadamente el bendito número de asiento que coincidiera con mi tarjeta de embarque. Parecía que los números de los asientos se movían a propósito para burlarse de mí.
Se burlan de ti por llegar tarde al aeropuerto.
Los números no son los únicos que se burlan de este suceso por lo visto.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, lo vi: el número de asiento que coincidía con mi tarjeta de embarque. Respiré aliviado mientras me deslizaba en mi asiento, sintiendo como si hubiera ganado una batalla personal contra el tiempo y la adversidad.
Con un suspiro de alivio, me recosté en mi asiento, listo para relajarme y dejar que el viaje comenzara. A pesar de los contratiempos y el estrés, estaba emocionado por lo que el destino tenía reservado para mí en Londres.
Al momento que el avión empezaba a despegar una azafata salió de la cabina “Benvenuti cari passeggeri” revelando un italiano fluido. ¿Acaso alguien piensa en los extranjeros como yo que se les dificulta el idioma?.
— A continuación les diré algunas indicaciones.- mencionó la misma azafata de hace unos momentos. — Soy Cossima, y junto con el equipo de cabina, estaremos encantados de acompañarlos en este vuelo. Nos gustaría repasar algunas normas de seguridad importantes. Por favor, presten atención mientras les explicamos los procedimientos de emergencia y cómo utilizar los equipos de seguridad a bordo. También les recordamos que el uso del cinturón de seguridad es obligatorio durante todo el vuelo, así que por favor abróchense bien. Si tienen alguna pregunta o necesitan ayuda, no duden en llamarnos. ¡Gracias y que tengan un vuelo agradable rumbo a Rusia!.
Espera… dijo Rusia o mi italiano ha fallado y escuche mal.
—Yo no quiero ir a Rusia, yo quiero ir a Londres.- chille para mi mismo… o eso pensé cuando escucho un carraspeó al lado mío, proviene de un señor que debe estar entrando en sus treintas primaveras.
— Mala suerte para ti niño, porque vas directamente al corazón de la madre Rusia.- pronuncia en un español nato sin dejar a un lado su acento ruso.
Ya valió cacahuate…
***
Después de un vuelo de alrededor de 3 a 4 horas estoy en servicio al cliente del aeropuerto ruso esperando mi turno para ver si me pueden reembolsar mi boleto de avión, pues claramente hubo una confusión. Durante el vuelo estuve checando la compra que hice en línea. Todo los datos están bien, solo es la hora para abordar, la hora que marca es la hora en que salió el vuelo para Rusia no para Londres.
Cuando mencionan mi ficha de turno, camino hacia el mostrador de servicio al cliente, me siento preocupado. Le paso mi boleto al empleado y trato de explicarle el problema, pero él solo responde en ruso, lo que me deja confundido y frustrado.
—Uh, perdón, no hablo ruso. ¿Habla inglés o español?.– le pregunto, tratando de encontrar una solución.
El empleado niega con la cabeza, indicando que no entiende ninguno de los idiomas que mencioné, mientras me regresa mi boleto. La situación se pone más tensa cuando me doy cuenta de que la barrera del idioma está complicando las cosas.
Ya estuvo que nos quedamos atrasados en Rusia.
Que positivo eres.
Con un suspiro, el empleado llama a su supervisor, quien aparece después de un rato. Aunque el supervisor tiene un inglés básico, la comunicación sigue siendo difícil, con frases entrecortadas y gestos confusos.