"El pasado no se olvida, solo aprende a esconderse."
El conflicto entre las familias de Marie y Dimitri no era un simple desacuerdo comercial; era una herida que se había enconado con el tiempo, un drama familiar que se remontaba a dos generaciones. En una cena en la mansión Petrov, el tío Ivan de Dimitri, el patriarca de la familia, recordó con desprecio la traición de los Valois. "Tu abuelo, Dimitri, confió en ellos. Firmamos un pacto para construir un imperio juntos. Ellos robaron la idea y nos dejaron en la ruina, mientras se levantaban sobre nuestras espaldas".
Las palabras de Ivan resonaron en el salón, impregnando el ambiente con el amargo sabor del resentimiento. Dimitri siempre había oído estas historias, pero nunca había sentido su peso hasta que su corazón se enredó con el de una Valois. En el otro lado, Marie escuchaba a su abuelo, el patriarca Valois, narrar la historia desde su perspectiva. "Ellos eran ambiciosos, Marie. Quería dominar el mercado. Nosotros, los Valois, solo defendimos lo que era nuestro, la tradición y el honor". Cada versión del pasado era una verdad a medias, un relato distorsionado por el orgullo y la venganza.
Era como si un fantasma del pasado persiguiera a sus familias, una sombra que se negaba a disiparse. A medida que Marie y Dimitri buscaban comprender el verdadero origen de la rivalidad, se daban cuenta de que sus familias se habían convertido en prisioneras de su propio orgullo, incapaces de dejar atrás el dolor. El secreto del pacto se había convertido en un veneno que los afectaba a todos, y su amor era el único antídoto. Dimitri le confesó a Marie, "Parece que estamos pagando los pecados de nuestros antepasados". Marie, sin palabras, solo pudo sostener su mano.
Ambos sabían que la única manera de ser libres era confrontar esa sombra que los acechaba, pero aún no sabían cómo.