El Edén de los amores prohibidos

Capitulo 1:

El destino trazaba sus líneas de forma impredecible.

Y esa era la prueba verdadera.

Gabriel había admirado a Vas desde tiempos inmemoriales, incluso si Vas no lo recordaba por completo. Para él, Gabriel era un chico que conocía desde la escuela secundaria, para Gabriel, Vas era una figura importante desde el primer día en que lo conoció a los siete años.

Pero los recuerdos se escondían profundamente, al igual que los sentimientos, y desenterrarlos era una tarea que no le convenía.

Siempre había tenido gustos muy diferentes. Durante la fiesta de cumpleaños número 18 de Vas, ambos se abismaron a un bar donde el control no se asomaba por la puerta. La entrada de dos alfas de clase alta, fue muy llamativa, por lo que de inmediato atrajeron la atención de omegas y betas de todo tipo.

—¿Es genial? —preguntó Vas.

—¿No pretendes encontrar una pareja aquí, verdad? Este lugar está lleno de intereses.

—¿Estás bromeando? ¿Parejas? No necesito una, vinimos a divertirnos. Diviértete —respondió Vas, restándole interés y deslizó a un chico omega de cabello negro y ojos dorados, que presentía que le encantaría a su amigo. Gabriel solo observó y lo rechazó.

Se esforzó para salir de la ola de gente que lo rodeaba, e incluso rechazó invitaciones fuera de lugar a los moteles que quedaban cerca del bar. Eran como sanguijuelas, se pegaban a Vas succionando cada billete de su bolsillo, pero no podía hacer nada si era él quien lo disfrutaba. Aun así, los sentimientos que inundaron su corazón no se calmaron, golpearon su pecho ferozmente, e inspiró hasta la última gota de trago tomado esa noche.

Su presencia nunca sería suficiente para llenar el corazón de Vas, ni como amigo, había preferido pasar la noche con prostitutos.

Cuando el corazón se encuentra melancólico, y la mente ultrajada por litros de alcohol, no es bueno tomar decisiones. Un aire de confianza fue la principal razón por la que desabotonó los dos primeros botones de su camisa, y se acercó al primer hombre que observó solitario en el bar.

—¿No quieres acompañarme? —Gabriel se situó frente al hombre aleatorio y comenzó a desprender su coquetería barata— ¿Qué dices? —solo ahí, al elevar la mirada, Gabriel notó que el hombre era un alfa y al sentirse observado y juzgado, retrocedió.

¿Qué pretendía hacer con tantas personas alrededor?

Esta era la razón por la que odiaba emborracharse.

Fuera del bar, buscó tomar un poco de aire, e incluso compró una bebida de agua para bajar su nivel de alcohol. Había una enorme diferencia entre la temperatura de adentro y de afuera, el aire frío pasó por cada lugar de su piel descubierta.

Maldijo haber arrojado su chaqueta, pero odiaría regresar nuevamente adentro.

Envolvió su cuerpo con sus brazos, regresaría a casa sin Vas, y este probablemente lo odiaría. Pero estaba dispuesto a hacerlo, las miradas de las personas se habían sentido como punzadas en todo su cuerpo. A vista simple, Gabriel era un alfa, alta y buen portado. Y un alfa jamás coquetearía con otro.

Gabriel se sintió avergonzado, pasar frío podía ser un castigo que estaba dispuesto a vivir.

Cuando estuvo a punto de entrar, un abrigo se deslizó por sus hombros, una ola de calor llegó a calmar su cuerpo. Gabriel giró para ver al responsable de esta acción, un hombre de gran altura estaba tapando su cuerpo.

—Incluso un tonto debe saber cuando es suficiente, y cuando no. ¿No tienes miedo a resfriarte?

—Los alfas no se enferman con facilidad.

El hombre soltó una risa de desprecio.

—¿Entonces tampoco sienten frío ni vergüenza? —Solo ahí, Gabriel pudo saber quién era ese hombre.

—Lo siento por lo de adentro, te confundí con…

—¿Un omega? —interrumpió— ¿Debo ser un omega para pasar el rato contigo? Estabas tan fascinado por mí hace unos instantes, ¿eso realmente importa? —Gabriel pensó que aún estaba borracho, alguien no podía ser tan sinvergüenza con sus palabras.

Pero aun así, no se sintió desagradado por aquellas palabras. Estaba cómodo, la conversación se tornó divertida, y se sintió mejor al saber que no incomodó al hombre con la propuesta que había elaborado delante de muchas personas.

—¿Qué es lo que piensas? ¿Vas a quedarte ahí parado toda la noche? Conozco un buen lugar.

Gabriel se sintió interesado: —¿Cuál es tu nombre?

—Hans. Puedes llamarme Hans.

Gabriel escuchó aquel nombre como una invitación a acercarse, había venido a divertirse, de cualquier forma. ¿Cuál era el problema si lo hacía con alguien que no era un Omega?

Sin embargo, fue interrumpido por el timbre de su celular.

«Vasil»

Llamada entrante

Gabriel retrocedió frenéticamente, dejando al hombre a un lado. Al ver el nombre de la llamada todo su cuerpo se estremeció y fue consciente de la realidad.

Se arrepintió justo en el momento, cortó el teléfono y lo guardó en el bolsillo, pretendia disculparse por eso, antes tenia que terminar con lo que estaba haciendo y pedir disculpas, otra vez.

«Lo siento, no estoy en mis cuatro sentidos, no puedo acompañarte» Diría eso y se iría de inmediato, jamás volveria a pisar el suelo de ese bar y nunca más volvería a ver a ese hombre, rezaría para que no recordase su cara y no lo exponga ante la sociedad.

Aunque, admitiendolo, todo el mundo era capaz de recordar un rostro como ese, y a decir verdad, había entrado a aquel bar luciendo sus riquezas y poder social junto a Vas, no se sorprendería si al día siguiente despertara con un mensaje en su teléfono.

«Soy el hombre que dejaste caliente la noche anterior, dame dinero o te expondré frente a todos”

Y Gabriel tendría toda la culpa de eso. Pero lo estaba pensando demasiado y se había quedado callado por mucho tiempo.

Es ahí cuando sintió una mano suave y caliente en su hombro.

—¿Estás bien? —preguntó el hombre. Pero su mano fue apartada al instante.

—¿Quién eres? —preguntó Vas. Había aparecido de repente.




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