El efecto bad boy

Prólogo

¡Te lo pedí, joder! —grito con la poca voz que me queda— ¡Te pedí que no me enamoraras si después planeabas olvidarme!

 

No es así como esperaba que sería mi primera ruptura. No hay lluvia empapándonos, ni si quiera estamos en una calle desierta. No creía que esto fuese a acabar tan de repente, y menos que lo hiciera en una piscina cubierta como escenario.

 

—¿Cómo quieres que no te olvide si te vas? No puedo, joder —me da la espalda y se revuelve el pelo en busca de calma. Vuelve a girarse, y noto que está mordiéndose el labio para esconder el temblor—. Si me quieres, por favor quédate.

 

—¿Seguro que vas a hacerme elegir, Nathan? —las lágrimas comienzan a caer una detrás de otra por mis mejillas. Me nublan la vista, pero me niego a limpiarme frente a él— Porque no esperes que elija a la persona que quiere hacerme renunciar a mis sueños por él. Eres tú quien está demostrando que no me quiere.

 

Se queda en silencio con los puños apretados. Yo me abrazo para resguardarme del frío y bajo la cabeza hacia el suelo. Es la primera vez que me duele mirarle a los ojos.


—Entonces se acabó —no está anunciándolo, más bien parece que trata de hacerse a la idea diciéndolo en voz alta—. Hemos terminado.

Cojo mi mochila con la cremallera a medio cerrar y me planto frente a él.

—Cuando te arrepientas recuerda quién decidió mandarlo todo a la mierda.

Salgo de allí casi sollozando, con los ojos rojos y escuchando el eco de un cristal rompiéndose e impactando contra el suelo.

¿Qué más rompen los chicos malos además de cristales y corazones?
 



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En el texto hay: badboy, chicomalo, boxeador

Editado: 12.09.2018

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