La primera parte de EL ENGAÑO narra cómo la tranquilidad de un lugar es afectada y amenazada por un Fenómeno Natural, la angustia de unos padres y el desborde del sufrimiento por un cruel destino
CAPITULO I
- Me das miedo, no sé porque, guardas un silencio callado y estas allí esperando algo. Eres tan inmenso y temerario, tanto as devorando y nadie te ha hecho daño, ¿sabes? “Quiero ser como Tu” para poder navegar y así traspasar cada centímetro de tu entorno…
El niño se alejó sonriendo de aquel lugar, lanzando pequeñas piedras a las orillas de las ruidosas y tranquilizantes olas del mar, Manolo era su nombre, vivía con sus padres y su pequeña hermana en una aldea situada en la bahía San Quintín California.
- Ya vine mami
- ¡Pero donde has estado todo este tiempo hijo, falta muy poco para que anochezca!
- Estuve en las escolleras haciendo mi tarea
- ¿Acaso ya se te olvido que en el transcurso de esta noche entrara una tormenta muy fuerte?
- No mamá, no se me olvido
- Pues tal parece que sí, toma, llévale este vaso con agua a tu padre debe tener sed
- Si mama
El padre de Manolo era un hombre que se dedicaba a la pesca como en toda labor, había altas y bajas, pasaban por momentos precarios, aunque eso le preocupaba Don Roberto era muy feliz con su familia
- Papá aquí te manda mi mamá este vaso con agua -Don Roberto tomó el vaso y bebió -
- ¿Puedo ayudarte papi?
- Hum qué delicia de agua - dijo don Roberto- ¿de
verdad quieres ayudarme hijo? - ¡si! - respondió Manolo
- Está bien, por favor pásame el martillo y varios clavos, sellaremos la ventana de tu cuarto - Papi, ¿porque la gente tiene miedo?
- Quizás por el huracán de esta noche hijo... ¿tú tienes miedo papi? - pregunto Manolo - Si, si tengo miedo, pero es mayor mi preocupación por ustedes, nuestra casa es de madera y tal vez no soporte los fuertes vientos, por eso debemos reforzarla para que así los fuertes zarpazos no la dañen tanto, ¿me entiendes?
- Si papá te entiendo
- ¡Niños ya está la cena, váyanse a lavar las manos!
- interrumpió la señora Imelda -
- ¡Si mamá! - Manolo tomo a su padre de la mano y ambos se dirigieron a la mesa
EL COMIENZO Y LA PESADILLA
Esta parte narra la angustia de una familia y toda una población, la desesperación por salvar un patrimonio conlleva a una persona al error sin excusa sin solución… como la muerte.
CAPITULO II
La noche llegaba a su punto, hubo un silencio y los aullidos de perros detonaron, sus alaridos eran como sistemas de alarma, el viento empezó su furia, los árboles inertes empezaron un baile que parecía no tener fin, mientras las nubes cubrían de gris todo lo que se pudiera alcanzar con la vista al cielo y a su entorno.
- ¡Roberto! Roberto mi amor…
- Que pasa Imelda
- Tengo mucho miedo - la señora Imelda despertó con los primeros zumbidos del viento
- No temas cariño, todo estará bien - dijo don Roberto preocupado
Los vientos eran cada vez más fuertes y el mar se encontraba embravecido, olas de hasta 8 metros de altura chocaban con las enormes rocas que impedían su paso, el cielo gruñía, todo se dibujaba espantoso, inimaginable, los árboles de la bahía ya no pertenecían a sí mismos si no a la tormenta que los inclinaba y los manejaba como vil marionetas, lo peor de todo
comenzaba, la marea empezó a subir y con ello, el mar a desbordar.
- ¡Roberto, Roberto! - Alguien gritaba
- Roberto, es Ezequiel - ¿Ezequiel? Qué habrá pasado - don Roberto se levantó y se dispuso a salir...
- ¡Mi amor ten cuidado! - Don Roberto quedo asombrado al ver el lugar que rodeaba su hogar
- ¡No puedo creerlo!
- ¡Roberto!, ¡Roberto!
- ¡Cálmate Ezequiel, dime que es lo que pasa!
- Los barcos Roberto, los barcos se están hundiendo - ¿Como? no es posible, vamos inmediatamente, Imelda entra a la casa y cuida por favor a los niños no tardare
- ¡No Roberto, no vayas por favor! -gritaba la señora hundida en llanto y temor
Los ruegos fueron en vano, Don Roberto se fue del lugar junto con su hermano Ezequiel, mientras la señora Imelda cerraba la puerta lentamente mirando como se diluía la silueta de su esposo bajo esa horrenda tormenta.
- ¿Qué pasa mama?,
. - Pero Manolo, que haces levantado, vete a tu cama es muy noche...
- Mami que pasa, ¿a dónde fue mi papa con mi tío Ezequiel? - Volvió a preguntar Manolo -
- No pasa nada mi amor, por favor ve con tu hermana y no te separes de ella
- Pero yo escuché que los barcos se estaban hundiendo y...
- ¡ya te dije que no pasa nada! ahora ve con tu hermana - Manolo desconcertado obedeció a su madre imaginando lo peor, pues él sabía que ocurría afuera.
Mientras, en el muelle empezaba el desastre y la pesadilla, toda esperanza había sido diluida. Ezequiel solo miraba aturdido el barco que a base de esfuerzo junto con su hermano habían logrado comprar y que por capricho de la naturaleza perdían en un instante. Don Roberto forcejeaba lleno de furor con un marino que lo detenía, hasta que logro quitarlo de su camino para abordar aquel barco...
- ¡Roberto, que haces! Vuelve no seas tonto ¡Roberto! - gritaba afónicamente su hermano Ezequiel