Capítulo # 1
En Italia.
En el registro civil.
Padme mirando a Kerem.
—Listo, solo es un contrato más —le aclaró mirando al juez y a los testigos.
—Exacto —afirmó Kerem terminando de firmar y mirándola a los ojos—. Padme Aslan, quedamos de acuerdo.
—Gracias por todo —dijo ella agradecida.
—Qué matrimonio más raro —murmuró en voz baja el juez mirando a la secretaria—. Solo aquí se ve cada cosa.
—¿Qué le puedo decir? —dijo la mujer encogiéndose de hombros.
Ellos salieron de la oficina del juez para platicar con calma.
—Con esta apta, podré salvar la empresa de mi abuelo —dijo ella sonriendo de felicidad.
—Lo hice por Adem y porque me lo pidió antes de morir —le aclaró nuevamente—. Suerte con eso y me avisas si necesitas ayuda.
—Gracias, señor Yildiz —dijo agradecida y extendiéndole la mano—. Sí, necesita un favor. Llámeme.
—Cuando necesite el divorcio, me comunicaré nuevamente contigo —dijo él agarrándola de la mano y sonriéndole—. Es hora de mi pago.
Padme sonrió tímidamente y soltó un suspiro.
—Acepté todo y acepto cumplir mi deber como tu esposa.
—Solo será una noche —le recordó serio—. Sabes perfectamente, que me gustas.
—Lo sé.
Padme sabía que solo era una noche nada más y terminaría su contrato con él y podría salvar la empresa de su padre. Por suerte, Kerem le atraía físicamente y no tendría problemas para estar con él.
—Vamos a mi departamento —le dijo agarrándola de la mano y dirigiéndose al estacionamiento.
—Sabes que debes de ser paciente conmigo —le recordó ella. Era virgen y, en cierto modo, tenía miedo.
—Sí, y lo seré —le afirmó. Siempre había estado enamorado de ella, pero tenía miedo de que se enterrara de la verdad.
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Dos años después.
En una clínica de Turquía.
En una habitación.
—¡Kerem! —exclamó Padme al verlo tan pálido y malherido—. ¿Cómo está?
—¿Quién eres tú? —le preguntó Ceren detallando a Padme—. ¿Qué haces tocando a mi prometido?
Padme quería aclararle que era la esposa de Kerem, pero prefirió no decir nada. Entonces se acercó una joven mujer de cabello negro. Entonces Padme entendió que era Dilay, la hermana menor de Kerem.
—Tú eres su esposa, ¿verdad? —le preguntó con los ojos hinchados de tanto llorar.
Padme asintió levemente con la cabeza.
—¿Por qué, mi hijo, no nos dijo nada? —preguntó Asya enojándose.
—Madre, por favor —le pidió Emre agarrándola de la mano y mirando a su padre como seguía incrédulo—. Kerem no nos dijo de su matrimonio.
—Kerem es muy reservado —habló Padme con timidez—. Nos conocemos por qué él.
—Eres una zorra —expresó Ceren enojada.
—Ella es su esposa legalmente —aclaró Emre—. Ella es una Yildiz.
—Kerem y yo, tenemos algunos meses separados —mintió ella.
—Eso no importa —habló Yusuf con seriedad—. En mi familia no existe el escándalo y vas a vivir con nosotros. Mi hijo no recuerda nada, solo nombra tu nombre.
—Eso es amor —dijo Dilay esperanzada—. Si mi hermano te llama, es porque te ama.
Padme dudaba que fuera, eso de seguro necesitaba el divorcio para casarse con esa pelirroja.
Kerem abrió los ojos y se sorprendió al ver a su familia allí.
—Padme —soltó él y sintió la mano de ella agarrándola la de él.
—Aquí estoy.
—¿Y qué pasará conmigo y con mi bebé? —soltó Ceren enojándose.
—Ya veremos —dijo Asya sacándola de la habitación.
—Padme —volvió a decir Kerem.
—Vamos a dejarlos solos —habló Emre mirando a su padre y su hermana.
Ellos aceptaron salir de la habitación para dejar a la pareja a solas.
—Kerem, ¿qué te sucedió? —le preguntó ella acariciándole el mentón con sus dedos. Su esposo era un hombre muy atractivo, de cabello negro con ojos verdes. En el tiempo en que tuvieron separados, debió de tener muchas amantes.
—No lo recuerdo muy bien —le confesó y la miró con ternura—. Ayúdame, Padme. Mi familia cree que Ceren está embarazada de mí y no es cierto.
Ella lo miró atónita.
—¿No tienes amnesia?
—No, si recuerdo todo. Les hice creer a mis padres que tengo lagunas mentales, necesito tu ayuda, Padme —le pidió el desesperado—. Mis padres viven de apariencias y por esa razón oculté nuestro matrimonio.
—Solo es un contrato —le recordó ella.
—Ellos no lo entenderán, siempre han vivido aparentando cosas que no son —le comentó con pesar—. Estaban dispuestos a casarme a la fuerza como sea.
Padme no podía creer todo lo que estaba escuchando. ¿Y cómo él se prestaría a casarse sin amor? Entonces entendió que estaba casada sin que él la amara, porque la noche que estuvieron juntos por primera vez, se convirtió en medio año, hasta que entendió que debía de alejarse de él, para salvar su corazón de una terrible decepción.
—Te ayudaré —dijo ella apoyándolo—. Solo por un tiempo, acuérdate que tengo una vida, Kerem.
—Lo sé, solo por un tiempo —le pidió él sonriéndole levemente.
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Unos días después.
En la mansión Yildiz.
—Listo —dijo Padme terminado de vestir a Kerem—. Según el médico, debes de estar con collarín y la hamaca —le sonrió al mirar cómo se había recuperado casi por completo.
—Gracias, eres una gran enfermera —dijo Kerem dándole un beso corto en los labios. Sintió cómo ella se alejó de él—. Perdón, es que no puedo evitarlo. Tenemos una química sexual demasiado grande.
—Solo nos veíamos los fines de semana y cuando me fui —dijo ella con rencor—. No me buscaste. Así que, por favor, solo estoy ayudándote.
—Y te lo agradezco —dijo el agradecido. Miraba cómo la rubia estaba seria, amaba ese color de cabello.
—Hijo —habló Asya abriendo la puerta de la habitación de su hijo—. Vengan a comer.
—Vamos, amor —dijo Kerem agarrándole la mano de su esposa.
—Sí.
—Hola, familia —dijo Dilay acercándose a la habitación de su hermano—. Berk y Sila llegaron.