El enigma de la Quimera [libro 1]

Sociedad Moderna: la era más cómoda para ser soltero

El promedio de vida del humano estándar es de cuatrocientos cincuenta años. Y con tanto tiempo para vivir en un mundo lleno de posibilidades, el ser humano se enfoca mucho en disfrutar. Los hijos pueden esperar.

En los derechos humanos básicos actuales se declara que todo individuo debe recibir estudios desde el inicio de su vida. Todos nacimos dentro de un hospital pediátrico, donde nos enviaron para instruirnos y llevarnos un seguimiento de nuestro desarrollo en nuestros primeros años de vida. Es indispensable que un niño tenga un óptimo desarrollo desde su nacimiento para que no generen traumas que marquen su vida.

Y nos gradúan del hospital pediátrico cuando nos inyectan la esterilización en el brazo. Esa famosa marca que a todos nos hace sentir que ya somos adultos. Por eso es tan popular que en el último año de preparatoria todos se inscriban en el curso de sexualidad con su pareja para poder así dar el primer paso.

Aunque la sociedad considere los diecinueve años como una edad donde aún se es un niño, hay que recordar que Antes del Gran Despertar a esa edad muchas mujeres comenzaban a tener hijos. Es impresionante que a los diecinueve años en la actualidad los niños se están graduando de la preparatoria y aún van a las dimensiones artificiales para saltar en montañas de algodón y volar en bosques hechos de caramelo.

Si bien es popular que a los diecinueve años los preadolescentes quieren dar su primer paso en su vida sexual, el 60% ha reportado que toma el curso de sexualidad obligatorio, pero no tienen sexo. En pocas palabras, buscan aprender sobre sexo, pero no lo tienen.

Para que una mujer quede embarazada actualmente, el Consejo Mundial considera que la mujer debe estar en la edad mínima de sesenta años (ser adulta joven), la cual se considera buena edad para que tenga su primer hijo. Si realmente dicha mujer quiere procrear, tanto ella como su pareja deben pasar una solicitud para ser examinados psicológicamente si cumplen con los requisitos para criar a una persona y así recibir la inyección que desactive en sus cuerpos la esterilización hormonal.

Sin embargo, socialmente las mujeres consideran los sesenta años un momento perfecto, pero para casarse. Se habla a esa edad de solicitar la casa que el Consejo Mundial debe entregarle a toda persona una vez cumple la mayoría de edad. Los jóvenes a esa edad invierten todo su tiempo en buscar el lugar perfecto para su casa, elegir si conseguirá pareja o mejor quedarse otros sesenta años más de soltero (lo que muchos hacen).

¿Pero por qué los jóvenes piensan tanto para tener hijos si tienen todo a la mano para hacerlo? Principalmente esto se está incentivando por las estrictas leyes que abundan para consolidar una familia. Por un lado, está que para que una pareja se oficialice los dos necesitan estar en un estatus alto en su trabajo, deben pasar la solicitud a sus empresas para que evalúen la hoja de vida de la pareja y ver que estén nivelados. Si sus jefes consideran que la pareja tiene un buen estatus, pasarán al siguiente filtro, el cual es presentarse ante los psicólogos que evaluarán su estado mental y si están preparados para contraer matrimonio. Después deberán oficializar la relación con la familia (a ver si tienen suerte con los suegros y les dan su bendición por escrito) y, por último, si es que su paciencia no se ha acabado, podrán hablar de en qué lugar van a vivir, hacer el informe por escrito al Consejo Mundial de cuántos hijos tendrán y en qué fechas.

Y por fin podrán colocar una fecha para celebrar su boda.

Ni los Soñadores Oficiales con todo su poder se salvan de pasar por tan tortuoso filtro.

Y ni qué decir del filtro para tener un hijo. La pareja debe poseer una casa con el espacio y las comodidades para que un niño crezca cómodamente. Este requisito es el más fácil, pues a los cien años (la fecha más común para tener hijos) ya todos tienen una o más casas propias. Después el segundo paso es pasar las entrevistas psicológicas (otra vez) para que pueda constatarse que se está preparado para ser padres, la cual tiene un seguimiento ¡de un año! Y si con suerte logran pasar el seguimiento psicológico, podrán desactivarle la inyección para que comiencen el proceso de procreación. Ah… y ya todos sabemos que quedar libre del químico de esterilización puede tardar varios años.

Pero ni todo eso es lo que logra que los jóvenes se desmotiven de tener hijos, sino en la difícil situación que se da al tener que recortar el número de horas que se trabaja cuando se tiene un hijo.

En el estilo de vida actual, las personas están interesadas en estudiar y especializarse en temas que les apasionen y tengan un enfoque en sus vidas. Las personas estudian para poder comprenderse y entender su sentido en la vida. Se trabaja para ser feliz y sentir que son de utilidad en la sociedad y que pueden dejar una huella en el planeta. Esto produce que en la sociedad humana existan muchas especialidades y áreas de trabajo tan variadas que la tasa de desempleo es inexistente. Las personas son tan apasionadas en lo que hacen que la competencia por obtener X trabajo en X empresa es bastante reñida, generando que las mismas empresas tengan que pedirles a sus trabajadores que se vayan a descansar. En algunos casos, los edificios laborales deben desconectar la energía para obligar a sus trabajadores a marcharse a sus casas y así descansar; pero esto muchas veces no es de utilidad, ya que ellos se conectan en sus sueños a la Nube para así seguir trabajando mientras duermen. Entonces, si al humano le encanta trabajar y estudiar, ¿cómo pueden recortarle su tiempo de trabajo para atender a un niño?




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