El enigma de Lucas

Capítulo 5 (+18)

 

Estaba en mi cama con el corazón partido. Tili desde el año pasado que la había adoptado lo era todo para mí, pero ya no estaba. A lo mejor está igual de perdida que yo, en un callejón sin salida sin lugar para huir. En ese momento siento que estoy volando, me siento tan ligera como una garza entre las nubes. Mi lámpara que está levitando también se acerca a mí poco a poco. Creo que bebí un poco porque no me explico lo que estoy presenciando.

Estoy a punto de atraparla cuando alguien entra en la habitación y no es precisamente Alejandra.

— Valeria, creo que esto es tuyo — dice Lucas y al instante deje de estar por los aires dándome un golpe fuerte en la cama, la lámpara también cayó al suelo rompiéndose en mil pedazos. — ¡Ten cuidado con eso!

— No te preocupes — digo y me doy cuenta que en las manos del chico tiene algo blanco y peludo. — ¡Tili! ¡De verdad estás aquí! ¿Cómo la encontraste?

— Estaba en la habitación de Jessica

— Pero ¿tú que hacías en la habitación de Jessica?

— Me había llegado un paquete y ella lo guardo.

— Mmm... sospechoso, siempre haces cosas raras Lucas Velásquez.

— Donde dejo a tu querida mascota, que veo que estás muy interesada — dijo con ironía el pelinegro.

— Pásamela — dije acercándome a él. Agarre a Tili con cuidado, la acaricié y vi que estaba muy a gusto. La puse en la jaula con delicadeza, la cerré y puse el alambre.

— Que obediente es — mencionó Lucas señalando a Tili — espero que tú también lo seas Zanahoria.

— ¿Obediente? ¿A qué te refieres?

— Ven a mi habitación y lo comprobarás. Acuérdate que me debes una.

— Ehh — estaba confundida de lo que quería aquel chico misterioso, ¿y si se refería a eso? Me sonroje de solo pensarlo. — primero tengo que recoger la lámpara.

Me puse a recoger velozmente los pedazos, pero mientras tocaba uno me corté el dedo índice de la mano derecha. Me empezó a salir un poco de sangre, Lucas preocupado se acercó a mí para ver la herida. Me miro con esos ojos claros que posee para luego lamerme el dedo. Al realizar ese acto gemí de sorpresa.

— ¿Estás bien Zanahoria? Me preocupas mucho a veces. Eres tan inocente, me dan ganas de protegerte. — dijo sacando mi dedo de su boca.

— Tranquilo, estoy bien. De verdad. — dije sudando como un cerdo en el matadero. ¿En qué momento llegamos a esta situación tan comprometedora?

Nos miramos mientras Lucas me empezaba a tocar el pelo suavemente y dejaba un mechón detrás de mi oreja. En mi estómago podía sentir una sensación igual a de abejas zumbando. Acaricio con su mano mi mejilla una y otra vez. Mi cuerpo se empezó a calentar y sentía una excitación que nunca había experimentado. El chico paso su dedo por mi boca y mi respiración se agito tan descontroladamente que no pude ocultarlo. Estaba indefensa ante él.

Lo miraba con curiosidad, como puede ser tan delicado, pero a la vez tan imponente, hace que mis mayores deseos sean olvidados y se enfoquen en él en este preciso instante de todo mi universo interior. Todos mis sentimientos están a flor de piel, siento un calor húmedo entre mis piernas y eso es la consecuencia únicamente de su penetrante mirada y sus largos cariños. Me miraba, yo a él. Podía intuir que tenía un plan en mente ya que me miraba de arriba abajo haciendo cálculos mentales entre tanto se lamia los labios. Nos olvidamos de mi dedo ensangrentado, de Alejandra, de Jessica y de Adrián, solo éramos dos almas frágiles una frente a la otra en busca de respuestas, sin saber que la respuesta era eso de lo que formábamos los dos.

Las caricias se hicieron más intensas y se concentraron en partes sensibles de mi cuerpo causándome placer. Lucas al principio tuvo cuidado para luego hacerlas más fuertes. Todo esto con mi desesperada aprobación.

— Desde que te conocí no dejo de pensar en ti chiquita.

— Pero Lucas, si soy alta...

El pelinegro me interrumpió con un beso, no fue una sorpresa para mí porque me di cuenta que lo necesitaba tanto, sentir sus húmedos labios contras los míos. Fue un beso con urgencia, nuestros labios se entreabrieron dando paso a nuestras lenguas.

Era una comunicación sin palabras, un lenguaje propio donde cada toque, cada presión tenía su significado. Nuestros cuerpos se acercaron más, buscando intensificar la conexión, mientras que nuestras manos se perdieron en el cabello, en la espalda, trazando caminos en la piel.

Hacíamos movimientos rápidos que se fueron intensificando, caímos en mi cama donde Lucas estaba sobre mí con su poderoso cuerpo. Paramos un poco, respirábamos agitados mirándonos uno al otro. Todo esto fue tan repentino, no sabía que le podía gustar a Lucas de esa manera.

El chico interrumpe mis pensamientos quitándose la camiseta de nirvana para dejar su marcado abdomen a mi vista. Lo contemplo con la boca abierta y empiezo a desatarme la camisa, pero Lucas me interrumpió haciéndolo él mismo.

Quede con solo el sujetador puesto y el pelinegro me empezó a besar desde mi cuello hasta mi panza con pequeños besos húmedos mientras yo gemía su nombre.

— Lucas, p-por favor sigue — gemí con fuerza.

— Si me pides que siga ya no podré parar

— ¡Sigue por favor!

— Dímelo otra vez.

— No aguanto, sigue.

— Vamos a ver si tus genitales también son color zanahoria.

Me quito los pantalones y muevo las caderas mientras que el pelinegro me acaricia los muslos dejando al descubierto mis piernas y mis bragas de osito.

— Bonitas bragas, tan bonitas como su dueña. Me la pones dura Valeria, quiero hacerte mía ahora.

De repente escucho unos pasos y unos gritos. Era Alejandra que venía del centro comercial, me estaba llamando en la entrada de la residencia, seguramente se compró esa bicicleta que tanto quería.

— ¡Vale! ¿Por qué no bajas? Ya sabes que si no vienes para acá te iré a buscar — Lucas y yo nos mantuvimos en silencio. — Esta bien, subiré yo.

— ¡Qué! — dije muerta del pánico.




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