El enigma de Lucas

Capítulo 8

Estaba en la residencia, acostada en mi cama en la oscuridad de la habitación esperando que la alarma sonara. Me parecía muy raro no haberla oído, pero estaba concentrada en repasar mentalmente todo lo que entraba en el examen de hoy y ojalá así superar a Adrián. Habíamos estudiado juntos y puedo asegurar que él sabía más que los profesores.

— ¿Por qué coño no suena la alarma? ­— dije a la vez que revisaba mi móvil. — ¡¿QUÉEEE?! Son las 6.55 de la mañana, ¡Es muy tarde!

Talvez para una persona mediocre las 6.55 de la mañana aún sea temprano, pero para mí jamás se me cruzaría por la cabeza levantarme a esa hora. Había que organizar muchas cosas por la mañana, la agenda de la universidad, la agenda de organización de los estudios, anotar las calorías que voy a comer hoy, anotar el dinero máximo a gastar hoy, limpiar las tapas de mis libros con lustra muebles, limpiar cada lápiz de mi estuche ¡Muchas cosas y no hay tiempo!

Corrí lo más rápido que pude en puntitas hacía el baño con mi ropa, mis jabones de cuerpo, jabón de cara, jabón de manos y pies, mi toalla violeta áspera, mi maquillaje y otras cosas súper útiles y necesarias. Abrí la puerta a toda velocidad para chocar contra un cuerpo desnudo y ¿Peludo? Era como un gorila, un gorila sexy. Dejo de pensar estupideces y me fijo en lo que tengo al frente mío... Era Lucas, desnudo.

— ¡Zanahoria! Así que me vienes a decir buenos días al baño, no sabía que eras tan atrevida. Como ves me acabo de dar una relajante ducha antes de una mañana llena de estudio jajaja. — dice Lucas con una sonrisa pícara sin molestarle su desnudez.

— Pe-... pero — recorro todo su cuerpo fijando mi atención en sus partes nobles.

— ¿Zanahoria?

— ¡AHHHHH! — grito y golpeo al pelinegro con todas las cosas que llevaba en las manos y salgo corriendo a mi habitación.

— No grites, ¿no ves que la gente está durmiendo? — dice el chico un poco aturdido.

(...)

Salí de la residencia corriendo más rápido que un guepardo hambriento, necesitaba llegar a la biblioteca de la universidad lo más pronto posible para repasar lo último del examen, pero pare en seco a ver una camioneta enorme color caqui. Y adivinen quien la llevaba, si... el chico misterioso gilipollas. ¿Cuántos coches tiene?

Parecía tan varonil ahí sentado mirándome, espera un momento... ¿Mirándome? ¿A mí? Vi detrás mío por si él miraba en realidad a otra persona.

— Zanahoria, no te hagas la tonta. Te estoy mirando a ti. — Dijo Lucas divertido.

— ¡Ya lo sé! — grite enfadada, no me gustaba cuando alguien me trata como tonta, menos él.

— Sube a mi coche muñeca.

— ¿¡Qué me dijiste?!

— Sube o me voy. Llegarás tarde a tu reunión de geeks.

— ¡Solo voy a la biblioteca payaso!

— Adiós

— ¡No, no! — me arrodille y con las manos entrelazadas le rogué que me llevara a la universidad. No tendría tiempo si fuera en el transporte público y tampoco de buscar un taxi, tengo que vencer a Adrián como pueda y así quedar en la historia de la humanidad como la estudiante de psicología mejor preparada.

Me subí a la camioneta y me senté en el asiento de copiloto, aunque estuve a punto de sentarme en los de atrás por el miedo de subirme a algo tan grande. El chico iba con el cabello despeinado y unas grandes y oscuras ojeras que se notaban en su clara piel. Sus ojos que parecían antes tranquilos ahora parecían desesperados, además movía compulsivamente el pie izquierdo.

— Valeria, te tengo una propuesta. — dijo el pelinegro mientras arrancaba la camioneta.

— Antes déjame disculparme por lo del otro día, de verdad no fue- — me acorde de su mirada ansiosa y me callé de inmediato.

— Te necesito.

— ¡¿Cómo?! — ¿Acaso estaba declarándose? ¿Me amaba desesperadamente tanto que me necesitaba?

— Te necesito para estudiar — dijo Lucas nervioso sin dejar de mirar el camino.

— ¡Qué! — quede con cara de póker en ese momento. Que decepción, ¡digo, que alegría! Si involucrábamos sentimientos iba ser menos objetiva a la hora de descubrir sus misterios. — ¿Pero tú que estudias?

— Derecho

— ¿Y yo que coño voy a saber de derecho? Yo estudio P S I C O L O G Í A.

— Ay, pues técnicas de estudios. En la residencia dicen que eres muy buena estudiante, pero no tan inteligente. Que es por tu ingeniosa forma de estudiar que es como sacas buenas notas. — El chico misterioso se puso aún más nervioso y yo al oír tan dolorosa declaración deje de pensar en un momento.

— ¡¿Y por qué estás tan nervioso?!

Lucas paro el coche en seco y casi salgo volando del asiento. Era porque el semáforo que teníamos a continuación se había puesto en rojo y casi no lo había visto. El pelinegro se quedó pensando en silencio mientras yo lo veía, intentando adivinar que pasaba por su cabeza.

— Bájate — dijo el chico.

— ¿¡Qué!?

— Que te bajes, si no me vas a ser de ayuda eres un estorbo. — sentía como se asomaban las lágrimas. ¿Todo lo que hemos pasado juntos no ha servido para nada? ¿Me he encariñado demasiado rápido a este animal?

— Espera, te ayudaré... — no podía dejar pasar tan buena oportunidad para conocerlo mejor, da igual que carrera estudie, te ayudaré.

— Perfecto, entonces...

— ¡Taxi! — me salí de la camioneta he hice parar a un taxi vacío que pasaba por ahí para que me llevara el resto del recorrido. — Hoy en mi habitación a las 18.30 hrs. — le grite a Lucas antes de subirme, él me miraba con ojos como platos. Hice esto porque ya no quería verlo hasta la tarde.

(...)

Estaba saliendo de la facultad a las 16.30 hrs. con libros en la mano y con la cabeza pensando en cualquier cosa. El examen estuvo fácil, pero hubo una pregunta que me dejo dudas. No puede ser que aún no sepa todo. ¿De verdad soy tan inepta, tan inútil, tan buena para nada que no sé una pregunta? De seguro Adrián se sabía todo el examen completito. ¿Cómo voy a ser un prodigio entonces?

— ¡Valeria! — me dice Adrián acercándose por detrás.




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