— ¡Perdonen papás! — grite al despertarme, la música que venía de algún lugar me había salvado de una pesadilla. — Menos mal que desperté. Alejandra ¿Dónde estás? ¿¡Qué paso en la habitación!?
Todo lo que alguna vez estuvo en el armario se hallaba en el suelo ¡Y mi ropa también! Era Alejandra que estaba tirando todo al suelo y supongo que estaba buscando ¿alguna cosa? Me quede paralizada por un momento mirándola en estado de shock para luego darme cuenta que había música con volumen muy alto. Era al parecer rock progresivo, mi abuela escucha mucho esa música por eso la conozco, aunque no es común que la gente escuche ese género.
— Lu, cariño — gritó Alejandra con mucha furia y de forma irónica — ya estoy a punto de encontrar tú puta libreta, ¡Ya te quiero ver bajando la música!
— Mmm, no sé si será suficiente Ale querida — río Lucas desde su habitación.
Parecía que ellos tenían una confianza que no había visto venir. Eso me hizo ponerme un poco celosa y triste ignorando que mi ropa interior y mis camisetas estaban en el suelo.
— ¡Eres un cabrón! Ya verás. — Ale dejó lo que estaba haciendo y se fue directo a la habitación del chico problemático.
Vi cómo se iba para luego acordarme de todo lo que estaba en el suelo y como maniática de la limpieza empezar a ordenar todo ¿Y si Lucas viera mi ropa interior? Me comporto como una monja, pero solo pensarlo enciende todo mi cuerpo y no de la manera pura e inocente.
La música se apagó abruptamente para luego escuchar unas risas y ver como volvía Alejandra enfadada a la habitación con un pequeño papel en las manos. Luego me miro con cara de preocupación mientras se frotaba sus dedos.
— Debería tirar este papel — dijo Ale desafiante.
— Tíralo a la basura— dije risueña.
— No tienes remedio Valeria, toma. — la castaña me dio aquel papel.
El papel estaba doblado dos veces y era muy pequeño. Lo abrí y en su interior había escrito un número y un mensaje que decía: Zanahoria, escríbeme. No había tenido conciencia que aún no tenía el número de Lucas. Me hubiera gustado que me lo dijera a la cara.
— ¿Qué dice? —pregunta Ale curiosa, aunque aún enfadada.
— Dice que controle los impulsos de mi amiga. — mentí.
— ¡Ay como lo odio! — dijo la chica largándose del lugar dando un portazo.
— Pero Alejandra ¡Vuelve! Tienes que ordenar esta pocilga — grite.
— Shhh — escuche decir a Jessica. La pobre debe estar traumada conmigo.
Me levante a ordenar todo, pero solo lo mío. No aguanto que haya desorden en mi vida, todo debe de estar impecable. Cuando acabé me dispuse a mandarle un mensaje a Lucas por cuando me acorde que podía hablarle directamente ¡Vivimos en el mismo lugar! Encontraba ridículo no comunicarnos directamente. Lo único bueno de todo esto es que ya tenía su número de móvil.
Fui a su habitación expectante y un poco emocionada por lo que me contaría. Vi su puerta abierta así que entré sin llamar, pero para mí desgracia no estaba él... si no una chica, acostada en su cama. Estaba completamente vestida de negro con un maquillaje de ojos ahumados y labios marrones. Tenía vibras de una mujer sexy, segura e independiente, algo que me hizo rabiar. ¿Qué demonios estaba haciendo ella ahí?
— ¿Ho-hola? — tartamudee intentando llamar su atención.
— No molestes — dijo indiferente aquella chica.
— ¿Q-quién eres? — estaba muy nerviosa.
— La putita del dueño de esta cama, ahora lárgate.
Me fui corriendo del lugar a mi habitación, ¿¡Pero qué demonios!? Además, se me olvido preguntarle donde estaba Lucas, que para rematar se había fugado otra vez de mí. Me acosté y abracé con fuerza mi almohada mientras escuchaba música triste al azar que encontré en Youtube ¿Por qué a mí?
(...)
Camine descalza por el frío suelo de la residencia. Esa noche no podía dormir, la siesta de la tarde fue demasiado extensa. Miraba los cuadros que estaban colgados en la pared de los pasillos con una cara de incredulidad. Eran pinturas de parejas felices, que ironía mostrarle eso a una soltera con el corazón confundido como yo. No podía parar de pensar que Daniel ya no era tan importante para mí como lo fue alguna vez. Simplemente paso de la nada, no hay ninguna explicación. Había imaginado toda una vida con él, que me acompañará en todos mis éxitos, pero esa ilusión se ha ido difuminando.
Veo la puerta del patio semi abierta y salgo sin pensarlo mucho. La sensación del pasto debajo de mis pies era magnifica y el cielo estaba estrellado. Seguramente me veía como una tonta mirando el cielo, pero por suerte nadie me estaba viendo ¿Verdad? Mire para todos lados, pero no había nadie.
— ¿Zanahoria? — Levanto mi vista y veo al pelinegro en una rama de un árbol. Sentía que me estaban haciendo una broma de mal gusto. Se veía enojado mientras bajaba, pero a estas horas de la noche sorpresivamente no me importó.
— Hola amigo.
— ¿Qué cojones estuviste haciendo todo el día y por qué no me escribiste?
— Era Morfeo mi querido amigo — dije sin michas ganas.
— Deja de decir tantas gilipolleces.
— Dime una cosa Lu JAJA ¿Por qué necesitas mandarme un mensaje y no me dices las cosas directamente? — el chico misterioso me miraba con una expresión fría — Aunque me alaga que quieras mi número.
— ¿Estás borracha?
— ¿Me dirás o no?
— No quería que nadie nos escuche y no te creo capaz de sacar capturas a nuestros mensajes así que...
— ¿Qué?
— Sé mi novia.
— ¡Qué! — grite — pero si hoy tenías a una puta, palabra de ella no mía, en tu cama.
— ¡No grites carajo! — lo miraba con los ojos como platos — en primer lugar, no sé a quién te refieres y segundo, tú serías mi novia falsa solo una tarde, para una cena con mi abuelo.
— Explícame más a fondo.
— No hay nada que explicar, 23 de enero a las 18.30 hrs en el coche conmigo. ¿Aceptas?
— ¿Pero por qué no invitas a las otras de tu lista?