La voz del otro lado de la puerta sonaba calmada, pero cada palabra venía envenenada.
Killian no dudó:
—Ari, por la ventana. Ahora.
—¿Qué? ¿Estás loco? —susurró ella, con el corazón en la garganta.
—Loco sería quedarnos.
Un tercer golpe hizo que la madera crujiera.
Killian corrió hacia la cocina, agarró una mochila y tiró dentro un par de cosas que ni siquiera miró.
Luego, tomó la mano de Ariadna y la arrastró hacia la ventana trasera.
—No pienso saltar desde un cuarto piso.
—No vas a saltar —dijo, asomándose—. Vas a confiar en mí.
Ariadna vio cómo Killian ataba una cuerda improvisada con sábanas.
En circunstancias normales, habría discutido… pero el ruido de la puerta rompiéndose la empujó a actuar.
---
Descendieron a toda prisa, el frío de la noche pegando contra su piel.
Cuando tocaron el suelo, Killian no la soltó; tiró de ella hacia el callejón.
—¿A dónde vamos?
—A donde ellos no nos encuentren.
Giraron la esquina y un coche negro apareció de la nada, bloqueándoles el paso.
Las luces delanteras los cegaron por un segundo.
Un hombre salió del asiento del copiloto con un bate en la mano.
Killian reaccionó antes que Ariadna pudiera procesarlo: un golpe seco, un crujido, y el tipo cayó al suelo.
Ella quiso preguntar de dónde demonios había aprendido a moverse así… pero en ese momento el conductor aceleró hacia ellos.
—¡Corre! —gritó Killian.
---
Se metieron entre callejones estrechos, saltando charcos y esquivando bolsas de basura.
El ruido del motor se alejaba… pero Ariadna sabía que no se detendrían hasta atraparlos.
Finalmente llegaron a un edificio abandonado.
Killian empujó la puerta oxidada y la cerró detrás de ellos.
El silencio fue casi doloroso.
—¿Podemos hablar de lo que acaba de pasar? —preguntó Ariadna, intentando recuperar el aliento.
Killian, con el pecho agitado, la miró a los ojos… y no dijo nada.
—Tú… sabías que iban a venir, ¿verdad?
Él se acercó, su sombra cubriéndola.
—Sabía que tarde o temprano irían por ti. Y por eso no pienso dejarte sola.
Ariadna tragó saliva. Había algo en su mirada, un peso que no era solo rabia… sino algo más oscuro.
Algo que la atraía tanto como la asustaba.
---
El silencio se rompió por un sonido seco: el clic de una cámara.
Ariadna giró, y vio una figura en las sombras del pasillo.
—Vaya, vaya… —la voz era femenina, cargada de veneno—. Ariadna, ¿qué haces huyendo con él?
La figura dio un paso adelante… y la luz débil reveló un rostro familiar.
Uno que Ariadna jamás pensó ver en ese bando.
—No… —susurró—. Lia.
✨ Fin del Capítulo 9
Desde ahora subiré de a 2 o más capitulos