Capítulo 4

-Podríamos ir al cine una tarde - propone Baldo mientras caminan por la playa con la puesta de sol enfrente.

-Me gusta la idea. Quisiera tomarte de la mano - triste dice Klarrisa mientras caminan.

Por el miedo de que alguien los pudiera ver, siempre caminan sin demostraciones de cariño que de verdad quisieran expresar.

-¿Qué haces? - pregunta sorprendida Klarrisa al sentir que Baldo la toma de la mano entrelazando sus dedos.

-Cumpliendo nuestro deseo. No te preocupes, no nos verá nadie, tú sola has dicho que en estas horas no hay nadie aquí.

Con una sonrisa reconfortante, Klarrisa se relaja y apoya su cabeza en el hombro de él.

-¿Me cuentas entonces qué sucedió entre Ingrid y tú? - pregunta Baldo.

Levantando la cabeza, Klarrisa se responde:

-No quiero hablar de eso, sigue afectando, nos cómo pudiste ver.

-Me tienes abandonado por ella.

-Eso no digas nunca, Ingrid es solo la persona más importante de mi vida y estamos tratando de recuperar el tiempo mientras estamos buscando la manera de presentarte a mis papás.

-Si así continúan, no sé si será novio para presentar.

Soplando, Klarrisa cae en el chantaje:

-¿Cuándo es tu día libre?

-En dos días, ¿Para qué?

-Voy a buscar la manera de que no necesito ir al trabajo y tomaremos el carro para alejarnos de la ciudad.

-Me gusta la idea - dice inclinándose a besarla.

Disfrutando de lo que quedó del paseo y la hermosa puesta de sol sobre la arena y el mar que se mueve con tranquilidad.

-Si, lo traigo. Como no - escuchando la voz de su hija, Reynaldo permanece escuchando, escondido detrás de la puerta. Usando la voz que nunca la oyó usar cariñosa, feliz. - Tú tampoco te olvides de lo que prometiste. Sí, te veo entonces. E, y Ingrid, mi peluche - la sonrisa de Reynaldo por la voz con la que habla se borró al escuchar el nombre de Ingrid.

Despertando los fantasmas y los remordimientos, Reynaldo vuelve a su oficina y con desesperación se sienta en su silla poniendo la mano temblorosa en la frente para sostener la cabeza.