Él es mi boxeador

Capítulo 5

—Así que, ¿dónde estuviste ayer? —pregunta Ty mirándome con reprobación. Frunzo el ceño al recordar todo lo de la pelea, pero no lo que pasó después de subirme a la moto. ¿Me desperté?

—Fui a correr —respondo simplemente. Hay veces que los sobreprotectores de mis hermanos superan los límites. Solo espero que no siempre sean así conmigo. Algún día voy a tener novio, y ellos tendrán que aceptar ese hecho sin rechinar.

—¿Hasta las once de la noche? No jodas, Nat. Eso es mucho y tú saliste temprano a correr. Dime la verdad.

Estamos solo los dos en el auto yendo para el instituto porque a Sam lo habían castigado y se tuvo que marchar antes, y Emma… La verdad no lo sé. Ella me dejó una nota diciendo que tuvo que salir temprano porque tenía que ir a buscar una tarea a su casa y no sé qué más. Por lo que ahora, mientras miro el paisaje de todas las casas y edificios que pasamos, Tyler me hace estas preguntas sobre ayer. No sé qué le sucede, muchas veces fui a correr cuando ellos aún vivían conmigo y con mi padre, por más pequeña que fuera yo en ese entonces, por lo que no entiendo el motivo por el que desconfía ahora de mí.

—No es mentira, pero me distraje al ver que muchas personas entraban a un lugar y me dio curiosidad, por lo tanto, entré —sonrío y me encojo de hombros.

—¿Cómo entraste si no tenías entrada? —ahora es él el que está confundido.

—¿Cómo sabes que se tenía que ingresar con entradas? —le pregunto tratando de sacarle información. ¿Me siguió o algo parecido? No lo creo, ya que de seguro él me hubiera detenido y arrastrado de vuelta a casa.

—No importa. Responde la pregunta —exige, y lo único que hago es levantar mis manos en forma de rendición.

—Bien, solo busqué otra entrada por un callejón.

—¿Ese callejón que tiene un enrejado alto y que cubre toda la pared? —asiento—. ¿Cómo mierda pasaste eso sin salir con un brazo roto?

—Había un agujero escondido en un costado y pasé por allí —él suspira con cansancio—. ¿Cómo es que sabes sobre ese enrejado?

—Estuve algunas veces allí. La cosa es que no quiero que vayas a lugares así, en donde la gente es desconocida y en donde nadie te puede proteger, Nat —Ty y sus preocupaciones. Eso es lo que me agrada de él, que se preocupa mucho, pero no me reta tanto como lo hace Sam. Sam me gritaría y me prohibiría salir del departamento durante un mes, y Ty solo me diría cuán preocupado lo pone que ande por allí, entrando a lugares extraños.

—Tranquilo, estuve con Damon. Bueno, me lo encontré allí y me quedé con él. De acuerdo, me obligó a quedarme con él —enfatizo aquello último, con la tentación de rodar los ojos por el recuerdo. Ya me estoy dando cuenta de que Damon tiene un nivel muy alto de proteccionismo, y mucho más de querer ser el mandón del grupo.

—Sí, lo sé, él me lo contó cuando te trajo —refunfuña mirándome y apretando sus dedos en el volante. Es extraño ver a mi hermano de esa forma, porque casi nunca es así. Siempre es muy tranquilo. Tengo que acostumbrarme a los bramidos y gruñidos a partir de ahora, porque estoy más que segura que Damon me hablará gruñendo. Aun así, no puedo evitar no compararlos. Los de mi hermano no son nada parecidos a los de la bestia Woodgate. Ty gruñe como si fuera un perrito débil, mientras que Damon lo hace con fuerza y con enojo puro saliendo desde dentro—. No te hizo daño, ¿no? —niego con la cabeza y me pregunto qué daño podría hacerme Damon. No creo que me vea como un contrincante, ya que, con mi estatura y mis inexistentes músculos, dudo que yo pueda atemorizarlo en lo más mínimo. No tiene sentido—. Bien.

—Aguarda, ¿él me trajo hasta la puerta? Debe ser por eso que no recuerdo nada después de subirme a la moto… —murmuro para mí misma.

—Entonces, si él te hubiera hecho algo malo mientras dormías, ¿no lo recordarías? ¡Nat, no te tienes que dormir en ningún sitio con gente que conoces de apenas horas! —prácticamente grita en mi oído mientras deja salir un suspiro de sus labios y comienza a hacer maniobras con el coche para aparcar—. Sí, él te trajo —responde más tranquilo, aparcando en el estacionamiento.

—¿Cómo es que sabe en dónde vivo? —cuestiono, analizando todo. Nunca le dije dónde vivía como para que él me llevara al departamento.

—Todos saben en dónde vivimos, Nat. Y creo que Damon no es la excepción, por lo que de seguro te vio con nosotros en el instituto y lo dedujo.

—Nunca lo vi por ningún lado fuera de clase… —susurro. A veces se me da por hablarme a mí misma las cosas en vez de pensarlas. Odio cuando hago eso porque todo el mundo puede escucharlo y no me doy cuenta de ello.

—El chico está en cualquier lugar siempre. Es como una sombra que se mueve y sabe todo de todos. Es muy observador, por lo que sé.

—Bien, Ty, tengo que irme a clases. ¡Nos vemos en el almuerzo! —lo saludo y salgo del jeep, caminando hacia la entrada de la escuela.

—¡Adiós! ¡Y hazme caso! ¡Nada de dormir en lugares extraños! —me río con fuerza, mientras me adentro al tumulto de alumnos. Él y sus locuras.

Paso por los pasillos repletos de estudiantes chillones y alocados para luego detenerme frente a la puerta de mi clase. Por suerte, esta vez no llegué tarde y no me matarán por eso. Entro sin darle importancia a las miradas de algunas chicas que hay ya sentadas, y busco con mis ojos un asiento en el fondo que esté disponible. Sonrío al ver que el lugar perteneciente a Damon está vacío. Perfecto. Camino hasta allí, ignorando los rumores de las personas y las risas de otras, y me siento. Saco mi cuaderno perteneciente a esta materia y lo dejo en la mesa para luego ponerme a dibujar cosas sin sentido en el margen de la hoja.

Diez minutos después, el aula ya está repleta y para mi sorpresa hay gente nueva. Miro alrededor y me doy cuenta de que no hay lugares disponibles. Es más, hay personas que se sientan con otros en una mesa.

La Sra. Brown, la profesora de Biología de ayer, entra minutos después y comienza a dar su aburrida clase. No me culpen, puede que sea inteligente, pero no es que ame estudiar y prestar atención. Puede que sea fácil para mí, pero no es divertido hacer todo lo que ella dice o escribe. Con cansancio, escribo lo que dicta a la clase hasta que un golpe en la puerta nos interrumpe.




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