Capítulo Cuatro

Jongup se sentó en su sala temprano el sábado por la mañana. Sostuvo la llave en su mano, mirando al No duplicar grabado en letras pequeñas en la cabeza. Era la llave de la puerta exterior de la casa de Youngjae, la que Jongup había devuelto ante la insistencia de Youngjae. Tan pronto como Youngjae dio la espalda, Jongup levantó cuidadosamente la llave de la caja de puros que Youngjae tenía en la mesa del vestíbulo cerca de la puerta de entrada. Todavía tenía una llave de repuesto para el apartamento de Youngjae, una que Youngjae no sabía que había hecho.

Había pasado una semana desde la boda. Jongup había pasado otra noche solitaria sin Youngjae. Ni siquiera había tenido el corazón para recoger a un twink caliente en uno de los clubes para tener un poco de sexo casual, su distracción habitual de la noche del viernes en los últimos tiempos. Ni siquiera tenía ganas de salir, así que ordenó comida china y vio películas solo en su casa.

Le dolía el corazón con los recuerdos. Antes de que Youngjae lo dejara, habrían elegido una serie para ver en la pantalla plana de setenta y cinco pulgadas que Jongup había instalado en el dormitorio. Se habrían acurrucado en la cama, con un gran tazón de palomitas de maíz en una bandeja entre ellos.

Jongup cerró los ojos, viendo la sonrisa amplia y fácil de Youngjae y la forma en que sus ojos se arrugaron en medias lunas cuando sonrió. ¿Cuándo había sido reemplazada esa sonrisa por su desaprobación? ¿Dónde había desaparecido el Youngjae del que Jongup se había enamorado? Tal vez, con el paso del tiempo suficiente, Youngjae cambiaría de opinión. Tal vez empezaría a recordar los buenos tiempos y no sería reacio a intentarlo de nuevo...

Jongup sabía que la había jodido al confrontar a Youngjae y al modelo de ropa interior en la boda. Pero en realidad, ¿tenían que ser tan flagrantes? Estaban prácticamente babeando el uno sobre el otro. Había sido asqueroso, por no decir insensible, ya que Youngjae tenía que saber que Jongup también estaría en esa boda.

Sus pensamientos se oscurecieron cuando imaginó a los dos juntos, desnudos y entrelazados en las sábanas de algodón egipcio de seiscientos hilos que Jongup había comprado para la cama de Youngjae. Él había comprado esas sábanas para que los dos se acostaran, no Youngjae y otro hombre. La imagen regresó, incómoda pero persistente. Ahora Youngjae estaba sobre sus manos y rodillas, mirando hacia atrás mientras Daehyun empujaba su duro pene por el culo de Youngjae...

Una vena comenzó a palpitar en la frente de Jongup. Respiró hondo y lo dejó escapar lentamente, deseando calmarse. Incluso si Youngjae estaba durmiendo con el chico, tenía que saber que cualquier sexo sin sentido en el que pudieran participar no era nada comparado con la hermosa e intensa relación que Youngjae y él habían compartido juntos.

Suficiente abatimiento. Era hora de hacer algún reconocimiento. Necesitaba saber contra qué se enfrentaba. Youngjae era una criatura de hábito. Era sábado por la mañana, lo que significaba que correría por el parque. Jongup conduciría hasta el vecindario de Youngjae y vigilaría el lugar por un tiempo, tal vez incluso aventurarse dentro del apartamento mientras Youngjae estaba afuera. No tenía nada más que hacer.

Jongup agregó la llave del edificio de Youngjae a su llavero y salió a la luz del sol. Recuperó su automóvil del garaje y se dirigió hacia Goksan. El tráfico era ligero, y él hizo buen tiempo. Encontró un lugar en el que había varios autos al otro lado de la calle de la casa de Youngjae.

Había estado allí unos treinta minutos y estaba tratando de decidir si se atrevía a entrar en el edificio cuando Youngjae salió por la puerta principal. Ese bastardo, Daehyun Jung, estaba con él. Ambos estaban vestidos con ropa de correr, pantalones cortos y zapatillas de deporte. Así que Daehyun había pasado la noche, el pequeño idiota.

Mientras caminaban por la cuadra, Youngjae dijo algo y Daehyun se echó a reír. Se movían con facilidad, sin tocarse, pero caminando cerca, la intimidad claramente implícita entre ellos.

El dolor y la ira celosa se elevaron como la bilis en la garganta de Jongup cuando él les miró la espalda. Si las miradas pudieran matar, Daehyun habría caído muerto en el acto. Jongup dejó escapar un suspiro, deseando calmarse. Esto no fue productivo. Necesitaba mantener su ingenio sobre él y pensar con claridad.

Si Youngjae iba a correr al parque, regresaría a su casa para ducharse antes de ir a otro lado. Normalmente corría durante unos treinta minutos. Jongup tocó la llave de la puerta exterior de la casa de Youngjae. Acabaría de entrar y ver qué era qué.

Bajó de su auto y rápidamente se acercó al edificio de Youngjae, contento por una vez que no tenía portero. Afectando un aire de indiferencia, giró la llave en la cerradura de la puerta exterior y se deslizó dentro. Incluso si viera a alguien que viviera en una de las otras unidades, lo reconocerían como un invitado frecuente de Youngjae. Después de todo, no había pasado tanto tiempo desde que Youngjae había roto su corazón.

No vio a nadie mientras subía las escaleras hacia el apartamento de Youngjae. Miró a izquierda y derecha mientras usaba la llave de apartamento de repuesto. Abrió la puerta y entró rápidamente, cerrándola detrás de él. Se apoyó contra ella un momento, respirando el aire familiar del lugar (cuero viejo, encuadernaciones de libros y el particular y cálido aroma de Youngjae) y lágrimas acudieron a sus ojos.

Si solo Youngjae le diera otra oportunidad, podrían comenzar de nuevo. Mantendría un mejor control de su temperamento. Youngjae podría tener sus estúpidos juegos de póker y sus carreras matutinas. Jongup le daría el espacio que parecía necesitar, siempre que Youngjae accediera a mudarse con él. Ese había sido su error en primer lugar: permitirle a Youngjae mantener su propio lugar. Haría lo que fuera necesario para recuperarlo. Y esta vez, nunca lo dejaría ir.