El espectador

PARTE 1. CAPÍTULO 9

La tarde siguiente, y a pesar de que estaba estacionado frente a su casa, Dylan tocó el claxon de su automóvil más veces de lo que lo había hecho en una mañana transitada en la gran ciudad. Después de unos minutos, Brenda salió por la puerta principal, perfectamente peinada con un chongo, una sudadera, un pantalón de pants y su mochila. Ella abrió la puerta del copiloto y entró al vehículo.

—Por fin—dijo él—. Creí que tenías que llegar a tiempo.

—Estamos a tiempo, pero tú eres exageradamente puntual. Además, te dije que salgo a esta hora si tomó el autobús, si me voy en automóvil es mucho más rápido.

—Como sea, no llegarás tarde, no mientras yo pueda evitarlo. Dylan encendió el automóvil y manejó hasta la escuela de ballet, que estaba en la ciudad, a una hora de distancia en el autobús que tenía salidas programadas. Brenda siempre se aseguraba de estar lista a tiempo para no perder el transporte.

—Te esperaré afuera de la escuela.

—Mi clase dura tres horas, deberías ir al cine o a comer—dijo ella—. Pasa tiempo contigo mismo, lo necesitas.

—No tengo ganas. Y no me agrado mucho, así que no quiero pasar tiempo conmigo.

Brenda no insistió más sobre eso, pero si quería hablar con su hermano de algo más.

—¿Fuiste al panteón ayer? — preguntó y Dylan asintió—. ¿Y también visitaste a Joyce? — volvió a asentir—. Sé que la muerte de Riley te afectó mucho, pero no deberías pensar igual que todos los demás al llamarlo “manzana podrida”, además nadie te ha dicho porque todos en el pueblo…

—Bren, no lo hagas—dijo tajante—. Tú no sabes por lo que Riley y yo pasamos, así que no lo menciones. No quiero hablar sobre él, por lo menos no hoy.

—Pero… —Sé lo que dije y lo dije en serio. “La creencia en algún tipo de maldad sobrenatural no es necesaria. Los hombres por si solos ya son capaces de cualquier maldad”, ¿sabes quién lo dijo?

—Supongo que alguien viejo.

—Joseph Conrad. Y tenía razón. No sé cuáles fueron los problemas de Riley, pero sí sé que no era la persona que yo conocí. Por ahora, no quiero decir más sobre él.

La chica suspiró consciente de que había entrado a terreno peligroso. Dylan siempre la había protegido, pero en su papel de guardián se había olvidado de que él a veces también necesitaba protección y que también necesitaba hablar sobre él para desahogarse. Su coraza era tan fuerte, que no se permitía llorar o ser vulnerable frente a nadie, ni siquiera su familia. La única persona con la que podía hacerlo, aparte del padre Daniel Roberts, se había ido y ni siquiera podía hablar sobre ese amigo porque había estado disgustado con él por años.

—Lo siento. No era mi intención incomodarte.

—No es eso, Bren. Es solo que, el día del funeral yo vi a Riley y…y ayer en el cementerio yo juraría que…

Un largo silenció.

—¿Qué? ¿Qué pasó?

Dylan sacudió la cabeza; sabía que su hermana no le creería, además de que él ni siquiera estaba seguro de lo que había pasado.

—Olvídalo.

Y el resto del camino no hablaron de nada más. Al llegar a la academia, Brenda le agradeció por llevarla y se dirigió al edificio. Dylan permaneció en el interior de su coche por varios minutos, después salió para ir al café más cercano, compró un cappuccino y volvió al automóvil, donde lo bebió mientras esperaba a su hermana. Permaneció con la bebida en su mano y con la música puesta, revisaba sus redes sociales y leía algunos artículos y noticias, pero a pesar de todas esas distracciones no dejaba de pensar en Riley, sacarlo de su mente era muy difícil.

¿Qué había pasado con Riley? ¿Por qué había decaído tanto? ¿Por qué lo había abandonado? Y después de pensar en él por varios minutos y cuando la hora del final de la clase se acercaba, decidió llamar a su novia.

—¿Estás bien? — preguntó la chica después de que Dylan le contó sobre la muerte de Riley, pero no le dijo que era su mejor amigo, solo comentó que se trataba de un chico que conoció y con el que estudió durante su vida en el pueblo.

Desde que inició su noviazgo con Rose dos años y medio atrás, Dylan no mencionó a Riley, nunca habló sobre él, por lo tanto, ella no sabía que su novio había tenido un amigo al que amaba como a un hermano. A Dylan le costaba mucho contarle sobre su vida en Forest Village sin mencionarlo, porque él había estado presente prácticamente en todo momento.

—Creo que estoy perdiendo la cabeza—confesó—. A veces pareciera que él sigue aquí, que me habla y quiere darme un mensaje. No sé qué me pasa.

—¿Quieres que vaya?

—No, yo volveré pronto a casa. Es solo que mi mamá está muy alterada, con lo de la muerte de mi abuelo, lo del asalto y ahora un homicidio en el bosque.

—¿Homicidio? —Rose sonó muy asustada.

Dylan frunció el ceño, no quería decirle eso, pero la palabra salió de su boca con urgencia.

—Encontraron un cuerpo en el bosque, muy cerca del rio. Algo como eso en este pueblo es muy impactante. Creo que mi familia me necesita ahora y si tú estás aquí solo se preocuparán más, pero volveré pronto. ¿Estarás bien sola hasta entonces?

—Si, mi amor. Estaremos bien.




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