El espectador

PARTE 1. CAPITULO 11

Después de que Thomas anunció que no había ningún peligro, Irene y las hermanas Vega bajaron y todos se reunieron en la sala.

—¿Qué fue lo que pasó? — preguntó Irene, que ya estaba mucho más relajada que cuando su esposo e hijo bajaron a revisar el lugar.

Thomas no respondió, porque él estaba seguro de que alguien había intentado entrar, pero eso se debía a que todos en el pueblo estaban alertas por el asalto en la tienda unos días atrás y por el asesinato del hombre en el bosque.

La policía no tardó en llegar, pero la presencia de los uniformados solo hizo que Connie se asustará más. Irene le pidió a Brenda que volvieran a la habitación, la chica asintió, tomó la mano de su hermana y se fueron.

—¿Entonces? — preguntó Dylan y cruzó los brazos.

—Su sistema de alarma es muy bueno—dijo el oficial—, no se activa con cualquier cosa a menos que hayan intentado abrir o forzar las cerraduras. Pero no hay señales de eso.

—¿De qué? — preguntó Thomas.

—De que hayan intentado abrir las cerraduras. Tal vez alguien se acercó demasiado y golpeó las puertas o las ventanas, incluso una broma—el policía se detuvo cuando notó que la familia no estaba de acuerdo con lo que decía, carraspeó y continuó—. No podemos descartar nada, ni siquiera un intento de agresión a su familia, señor Vega.

Thomas se sentó en el sillón, era justo lo que quería escuchar porque sabía que la policía se apresuraría a buscar a ese asesino, pero también era lo que más temía.

—¿Tiene un arma? —preguntó la oficial.

—El viejo revólver de mi padre. Tengo los permisos, si desea verlos.

—¿Van a atrapar a ese hombre? —interrumpió Irene que no estaba muy cómoda con la idea de tener armas en su casa. La sola mención del objeto hizo que se pusiera nerviosa.

—Hacemos lo mejor que podemos. La policía de la ciudad se hará cargo.

Eso pareció relajarlos por lo menos en ese momento, Dylan se despidió de los oficiales y dejó que sus padres terminaran con esa conversación. Subió a la planta alta y escuchó a sus hermanas hablar en la habitación de Brenda, se acercó y las miró desde el pasillo. Connie estaba recostada en la cama, las cobijas la tapaban y Brenda estaba sentada a lado de ella.

—¿Todo bien? — preguntó Dylan.

Brenda asintió, pero él conocía la expresión en el rostro de su hermana. Definitivamente no estaba bien. Dylan entró a la recámara y también se sentó en la cama. —¿Te asustaste, Connie? La niña lo negó con un movimiento de cabeza.

—Nosotros si nos asustamos, pero está bien hacerlo—dijo Dylan—. Ahora estamos bien, no te preocupes.

—Todo el mundo está hablando sobre el asesino, en mi escuela lo mencionaron. Pero yo sé que no fue él quien activó la alarma, ni siquiera un ladrón.

Dylan y Brenda intercambiaron miradas, sin duda ese era un tema que preferían no tocar con su hermana menor, que era lo suficiente mayor y lista como para saber lo peligroso que se estaba tornando el pueblo. —Bueno, mañana es sábado, no tienes escuela, podríamos ir al cine, al centro comercial, a la ciudad. ¿Quieres hacer algo divertido?

Ella asintió entusiasmada.

—Entonces duérmete. Nos iremos muy temprano. Connie cerró los ojos y se acostó de lado. Brenda apagó la lámpara y salió de la habitación junto con Dylan.

—¿Qué dijeron los oficiales? —Que nuestro sistema de seguridad es muy bueno, que no hay cerraduras forzadas ni nada que indique que alguien intentó entrar a la casa. Pero por alguna razón, eso no pareció tranquilizar a papá.

—Todos aquí están muy nerviosos. Nadie se sentirá mejor hasta que atrapen a la persona que mató a ese hombre en el bosque.

—Espero que sea pronto. Tengo que volver a la ciudad, Rose está llevando el consultorio sola, pero no quiero dejarlos. Mamá está muy alterada y no la culpo, pero tampoco puedo quedarme más tiempo del que tenía planeado.

—¿Por qué no le dices a Rose que venga? Sería bueno para ella descansar un poco.

—Con todo lo que está pasando, mamá se pondría más nerviosa con Rose por aquí. Creo que lo mejor es relajarnos; mañana tú y yo llevaremos a Connie al cine, luego a comer hamburguesas y tal vez después al parque. En la noche veremos películas con papá y mamá o jugaremos un juego de mesa y todo será como se supone que debe ser: un tranquilo sábado en familia.

Brenda estuvo de acuerdo. Le deseó una buena noche y entró a la recámara. Dylan también fue a la suya, pero no pudo volver a dormir.

No tenía idea de que no podría dormir en mucho tiempo.




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