VÍA REFORMA
<< Eran las diez con cuarenta, zigzagueaba en reforma. Me dijo: "me llamo Norma" mientras cruzaba la pierna, Sacó un cigarro algo extraño, de esos que te dan risa, Le ofrecí fuego de prisa y me temblaba la mano…>> La canción de Ricardo Arjona sonaba en una de las habitaciones del Hotel Reforma en la ciudad de México. Sentada en un sillón, se encontraba en el balcón de la habitación, una mujer de 50 años de edad, su cabello rubio se ondeaba con el viento mientras sus ojos azules bordeaban las avenidas de la ciudad. Contextura delgada y piel de porcelana, ella tarareaba la canción de fondo, mientras planeaba su día.
—Señora, tenemos noticias importantes, el objetivo ha sido eliminado —entró a la habitación diciendo, uno de los guardaespaldas.
—¿Estás seguro de esa información Michael? —preguntó.
—Totalmente seguro. Mi informante me lo comunicó en horas de la madrugada, pero no quería despertarla, por eso espere para darle la buena noticia.
—¡Estupendo! Empezamos muy bien este día. Tráeme por favor mi botella de tequila y celebremos.
El hombre que estaba custodiando a la señora, se dirigió a una estantería que estaba cerca de la cocina y sacó de allí una botella plateada en la cual se leía: Tequila Ley 925, 42% de alcohol. La botella, tenía un costo de 3.5 millones de dólares, estaba fabricada con cerámica recubierta de una capa de platino líquido y tenía incrustados más de 4.100 diamantes con un peso de 328.59 quilates. La llevó al balcón donde estaba sentada la señora y se la entregó en sus manos.
—Trae por favor un par de copas y brindemos por haber eliminado a W —dijo la señora con una sonrisa de satisfacción en su cara.
—Con mucho gusto Doña Annie, será para mi un placer brindar con usted.
Annie destapó la botella, la olió y al servir dijo: “una joya que envuelve otra joya, el tequila. ¡Salud!”. Chocaron ambas copas y esbozaron una pequeña sonrisa antes de tomar el primer sorbo. La botella había sido subastada por sus fabricantes y la señora Annie había logrado ganarla; no había mejor ocasión para abrirla que un día como hoy, pensaba en silencio.
Después de soltar sus copas sobre la pequeña mesa que los separaba, Annie le pidió a Michael que preparara todos los documentos para su cita, en diez minutos tendrían que salir del hotel. La voz del cantante se seguía escuchando en el fondo, mientras Annie alistaba sus mejores joyas, pintaba sus labios de rojo intenso y recogía su cabello en un peinado sofisticado. Michael tomó su portátil y los documentos que debían llevar al encuentro con el asesor del gobierno mexicano.
— El señor Fernández nos espera para firmar los documentos en el restaurante más lujoso de la zona—comentó Michael mientras bajaban por el ascensor con otros cuatro guardaespaldas.
Todos bajaron al sótano del Hotel Reforma, que lleva su nombre gracias a la calle donde está ubicado. No sin antes dar un audaz vistazo alrededor, entonces el carro Mercedes Benz color negro salió del sótano con prisa y tomó su rumbo hacía la Plaza de la Constitución, la segunda plaza más grande del mundo y la primera en los países de habla hispana. Tiene aproximadamente 46.800 metros cuadrados y se le llamó así en honor a la constitución de Cádiz promulgada en 1812. Allí se concentran los mejores restaurantes de la ciudad; en uno de tantos esperaba paciente el señor Ernesto Fernández, cuyo enorme bigote resaltaba entre la multitud. Era un hombre alto, de piel trigueña, ojos oscuros y cabello liso, le encantaba llevar su atuendo al mejor estilo mexicano y jamás olvidaba detalle alguno que estropeara su impecable porte.
Una semana atrás había recibido una llamada de Michael, quien le notificada que su jefa, Annie, estaba interesada en hablar con él sobre un proyecto importante. Ernesto nunca daba citas a particulares, sin embargo, al ver algunas imágenes de la propuesta, decidió aceptar la invitación.
Al llegar al restaurante, Annie sin hacer presentación alguna, sacó de su maletín los documentos que Michael había guardado y se los entregó directamente a Ernesto.
—¿Qué es esto? —preguntó asombrado.
—Esos son los documentos que usted debe firmar si quiere entrar en mi negocio —respondió Annie mientras se acomodaba en una de las sillas de la mesa.
—Pero estos no fueron los mismos que me enviaron por correo para que el Presidente los firmara—contestó inmediatamente Ernesto.
—Los que debe firmar el presidente son estos, doctor Ernesto —respondió Michael mientras le entregaba otros documentos que tenía en el maletín.
—Según lo que veo aquí, ¿Ustedes me están pidiendo que firme unos documentos para yo poder entrar en su negocio y además piden que el gobierno mexicano firme otros? No entiendo esta situación.
—Es muy sencillo doctor Ernesto, la verdad es que no nos interesa hacer negocios con el gobierno. Nosotros solo buscamos personas particulares que se unan a nuestro club y que deseen sobrevivir, después de lo que va a pasar en poco tiempo. Los documentos que firmará el presidente son una cortina de humo, es nuestra estrategia para que haya un culpable de los hechos. Le advierto que tenemos un plan a escala, llegaremos no solo México, sino al mundo. Es un plan de alto impacto, pero necesitamos un victimario. Su única tarea es conseguir que el presidente firme los documentos que yo le acabo de entregar y firmar con su puño y letra los que mi guardaespaldas le entregó; así, cuando usted cumpla con su tarea, inmediatamente entra a nuestro club y recibirá su compensación —le explicó Annie a Ernesto.
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Editado: 19.10.2023