Capítulo 8: Primera aventura.

A la mañana siguiente, David y Nerdanel habían quedado para ir juntos al gremio. Al llegar allí, Córvac y Minerva estaban esperando.

—Llevamos cinco minutos esperando, ya pensaba que no llegarían nunca —bromeó Córvac. Todos rieron.

—Los héroes siempre se hacen esperar —respondió David.

—¿Héroes? —preguntó Minerva.

—Nerela y yo somos personas de otros mundos que fueron resucitadas aquí por Dios.

Córvac y Minerva se quedaron sorprendidos por esas palabras, no debieron de esperarse que sus compañeros de equipo fueran los elegidos por Dios. Mientras ellos estaban sin palabras, Nerdanel y David entraron en el gremio. Como siempre, Éstel y su sonrisa estaban allí.

—Bienvenidos, nuevos aventureros. Es un honor para mí recibirles.

—El honor es nuestro, bella dama —dijo David, inclinándose a modo de reverencia.

—Sus solicitudes fueron aprobadas, así que aquí tienen sus insignias de aventurero. Deben llevarlas puestas siempre que trabajen.

—Gracias —dijo Nerdanel.

—De nada, Nerela. Espero que cuides bien de mi David cuando yo no puedo.

—¿Tu David? Vaya, vaya, ¿cómo no me he enterado antes de que tenías novia? —dijo Córvac.

—Porque nos conocimos ayer. Por cierto, Éstel, te presento a Córvac y Minerva —dijo señalando a ambos—, mi caballero y mi maga de confianza.

—¡¿Ya tienes tu grupo formado?! Eso es fantástico, pueden hacer misiones de todo tipo con estos miembros. Y además, tienes dos mujeres muy guapas en tu grupo.

—¿Tú crees? No me había fijado —dijo, apartando la mirada—, yo solo tengo ojos para ti.

—También hay un hombre muy guapo en el grupo, y soltero —aclaró Córvac.

—Dejando todo eso de lado, ¿qué les parece si elegimos nuestra primera misión? ¡Me hace mucha ilusión! —dijo Minerva.

Acto seguido, Nerdanel se dirigió a uno de los tablones de misiones que había en la pared y eligió una misión.

—Hagamos esta.

Los demás se acercaron curiosos, en el cartel ponía: "acabar con goblins del bosque de Viklestas".

—¿Dónde está eso? —preguntó David.

—Viklestas es un sabio que vivió hace unos cuatro siglos. Se dice que, cansado del ajetreo de la ciudad en aquellos tiempos, se fue a un bosque que se encuentra en el norte de la ciudad al lado de Arcantia. Allí, paso sus últimos días y, cuando murió, los goblins lo devoraron. Solo es una leyenda, pero es muy conocida de donde yo vengo —dijo Córvac.

—Parece entretenido, ¡hagámoslo! —dijo Minerva.

—¿Alguna objeción? —dijo David. Nadie respondió—. Decidido, vamos.

Salieron del gremio y fueron a buscar transporte.

—Necesito que me cuenten todo lo que sepan sobre los goblins, los estrategas requerimos de información para sobrevivir.

—Los goblins —explicó Minerva— son seres más pequeños que los humanos y menos inteligentes. Son de color verde y actúan en grupos de entre veinte y cincuenta miembros. Son muy hábiles con las manos, es común verlos portando arcos o lanzas. Debido a su incapacidad para desarrollarse tecnológicamente, no se les dio el estatus de ser inteligente que tenemos las especies de los seis Reinos. Son bastante avariciosos y lujuriosos, todo lo que brilla los atrae y no tienen reparos en violar a otras especies en manada. Eso es lo que sé sobre los goblins.

—Bien, ¿alguien sabe algo más?

—Se sabe que cuentan con sentidos más agudos que un humano, especialmente, buena vista de lejos —añadió Córvac.

—Nerela, ¿a qué distancia eres capaz de disparar tu arco y acertar el objetivo?

—Yo diría que a cien metros de distancia, pero depende de la dirección del viento.

—Minerva, ¿conoces algún hechizo que duerma al enemigo?

—No, ninguno.

—¿Cuál de tus hechizos dirías que es el más peligroso?

—Puedo crear una explosión en el campo enemigo, pero destruiría una parte del bosque y sin duda provocaría un incendio.