—Hoy tendrás un día muy ocupado, Ryeowook —se dijo a sí mismo—. No vayas a enloquecer por el estrés.
Después de los acontecimientos de la pasada noche, se sentía muy cerca del borde y estaba especialmente agradecido ya que, la próxima semana, estaría de vacaciones. Generalmente, repartía sus vacaciones anuales en semanas. Nunca pudo permitirse el lujo de irse al extranjero, y tampoco le entusiasmaba la idea de irse por su cuenta, y por lo general pasaba el tiempo viendo películas o leyendo.
Ryeowook encendió la cafetera, y fue a la caza de su caja de galletas Jaffa cake (7), cuando escuchó una voz.
—Umm... ¿Discúlpame?
Esta vez, no gritó. Se quedó completamente inmóvil y de inmediato comenzó a sudar.
—Realmente no quiero alterarte o asustarte...
—Oh, Dios. Oh Dios, oh Dios.
—Ryeowook poco a poco comenzó a dar vueltas, mirando alrededor de la cocina. No había nadie—. Me he vuelto loco. De hecho, me he vuelto completamente loco.
—En realidad no, aunque entiendo perfectamente que puedas creerlo...
—La voz hizo una pausa—. ¿Puedo salir, por favor? Estoy muy apretado aquí.
—Pero... pero no eres real. Tuve un mal sueño, bebí en exceso y me quedé dormido y... y tuve un mal sueño…
—Apenas bebiste una copa, y no te quedaste dormido. Y por lo que he visto hasta ahora, no pareces estar loco. Sólo muy, muy sorprendido.
—La voz se volvió un poco tímida—. Pareces muy agradable, de verdad.
Estar allí hablando, con una voz incorpórea, más bien tímida y que pensaba que era “agradable”, eso lo golpeó, todo le sonaba ridículo. Estalló en una risa nerviosa, casi histérica que bordeaba el punto de las lágrimas, mientras se pasaba ambas manos por el pelo.
—Tú... no vas a tirarme cosas de nuevo, ¿verdad?
—¿Dónde estuviste anoche? —exigió Ryeowook de repente, respirando profundamente.
—Bueno, no sabía qué iba a pasar y... me asusté y me escondí.
—¿Qué quieres decir con “iba a pasar”?
La cafetera empezó a silbar, y Ryeowook se inclinó para apagarla, con sus visiblemente temblorosas manos.
—No sabía si tu amigo sería capaz de verme o no.
—Bueno, si yo pude...
—Me viste por primera vez ayer. He estado aquí dos días. Y si me hubieras empezado a gritar y señalar, pero sin poder verme, eso si te haría parecer un loco.
—Oh, sí, porque de la otra forma parecía que tenía el completo control de mis sentidos.
—Tu amigo parecía bastante comprensivo. En cualquier caso, no creo que vaya a encerrarte en un manicomio.
—Yoseob es un buen tipo —asintió Ryeowook.
—¿Han sido amigos por mucho tiempo?
—Desde hace un par de años. Nos conocimos en un bar, él participaba con su equipo en un concurso de preguntas, y yo acababa de utilizar los aseos y… —Ryeowook hizo una pausa—. Lo siento incorpórea voz en mi cocina, pero ¿podemos volver al asunto en cuestión? —Ryeowook sacudió ligeramente la cabeza, asombrado por la facilidad con la que podían distraerlo.
—¡Okay! Bien, lo siento.
—No eras... —suspiró—. Quiero decir, anoche eras un hombre, donde eh... ¿Dónde fuiste?
—Sigo aquí.
Ryeowook frunció el ceño. La voz sonaba algo tímida.
—Bueno, no puedo verte.
—Te lo dije. Estoy escondido. No quiero repetir lo de anoche, podrías tener un ataque al corazón o algo así.
—Claro, porque sólo oír tu voz lo hace más fácil.
Hubo un breve silencio entre ellos.
—Estás siendo sarcástico, ¿verdad?
—Sí. —Ryeowook se pasó las manos por la cara y se apoyó en la encimera—. Sí, estoy siendo sarcástico con el fantasma de mi apartamento. Cristo. —Tragó—. Entonces, ¿dónde estás? —No podía creer que estuviera preguntando eso, no podía creer que estuviera teniendo una conversación con su intruso fantasma en lugar de salir corriendo y gritando como una niña.
—Estoy, ah... estoy en el refrigerador.
—Mi refrigerador —repitió Ryeowook, señalando al frigorífico.
—Sí. —Se aclaró la voz de su figurativa garganta—. Por cierto, la leche está pasada.
Ryeowook se quedó mirando a su frigorífico, que no era muy grande, y frunció el ceño. —¿Cómo es eso posible?
—Fantasma, ¿recuerdas?
—Pero… pero tú eres un tipo grande, uno noventa o dos metros por lo menos.
—Bueno... no dije que fuera muy cómodo.
Ryeowook se irguió y tomó algunas respiraciones profundas.
—Está bien, puedes salir.
El fantasma se quedó callado por unos segundos.
—¿Estás seguro? ¿No vas a... desmayarte o algo así?