Era un día agradable y cálido, aunque si Ryeowook estuviera en el trabajo, probablemente estaría infeliz por ello. Estaría incómodo y acalorado en su uniforme, y molesto por estar confinado. En verdad, estaba confinado en casa, pero eso no era lo mismo. Era un día precioso.
Su semana de descanso estaba llegando a su fin, y no había hecho nada fuera de lo normal, de hecho, no había salido de su apartamento. Había caído en una rutina de actividades. Ryeowook se despertaba, salía de su dormitorio, y era recibido por Baldrick, hambriento y rodeándole los tobillos. Miraba hacía el sofá, donde estaba Yesung, saludándolo con una sonrisa y un “Buenos días”.
Daba de comer al gato, se alimentaba a sí mismo, y se unía a Yesung en el sofá. Esa era su rutina diaria. Se había convertido en un culo flojo en los últimos días, y no sentía el más mínimo sentimiento de culpa por ello. Era a la vez cómodo y reconfortante, no hacer nada más que estar con Yesung. Ellos hablaban o eran felices sin hacerlo. Le había preguntado a Yesung sobre su vida, acerca de quién era, o quién había sido. Yesung no quería hablar mucho sobre sí mismo, pero parecía más que contento de escuchar a Ryeowook hablar de su vida. Pasaron un día entero viendo las cuatro temporadas de Blackadder, una tras otra, lanzándose citas el uno al otro y riéndose como un par de tontos.
Ryeowook se acercó a la cocina, para servirse su comida favorita... aperitivos. Honestamente, estaría encantado de ir a un restaurante, y pedir nada más que aperitivos, una mini selección de ellos. Hoy, tenía rollos de pato, langostinos empanados, pan de langostinos. Yum. Guardó las sobras, aunque le hubiera gustado poder compartirlas con Yesung.
Yesung observaba fijamente el tablero, y de vez en cuando, levantaba la mirada hacia Ryeowook y le sonreía al ver su mini selección de comida.
Con la ventana de la cocina abierta, los sonidos de Children’s Grand Park se colaban uniéndose a la radio que sonaba en la encimera de la cocina, y Baldrick dormía acurrucado con su andrajoso ratón.
Definitivamente Ryeowook decidió que era una buena forma de pasar su breve descanso.
—Esa, ahí. —Yesung señaló una de sus fichas, y luego sonrió—.
Coróname.
Ryeowook se tragó su bocado, y gruñó en broma. —Vas a ganarme otra vez.
—Sí.
Ryeowook cogió otra ficha y la colocó encima de la que había señalado Yesung, coronándola. El tablero era barato y estaba hecho de un cartón, sólo un poco más resistente que el de una caja de cereales, pero cuando le mencionó a Yesung que lo había comprado, lo miró de tal manera, que cualquiera diría que había inventado el juego.
—Oh, Dios mío.
—¿Qué? —Ryeowook miró hacia arriba, lamiendo la salsa agridulce de su pulgar—. ¿Estás bien? —Frunció el ceño al ver la extraña expresión en el rostro del hombre.
—¿Tú... los comes por orden alfabético?, ¿no?
Ryeowook se quedó quieto y luego se quejó, girando los ojos y con un rubor tenue. —No es tan raro.
—¿No es tan raro? —repitió Yesung y luego soltó un bufido.
—Cállate —Ryeowook se rio tímidamente.
—No me di cuenta al principio, pero luego, es como un patrón... un bocado de langostinos empanados, pan de langostinos y un rollo de pato. Incluso dejas la salsa agridulce para el final. No puedo creer que no me haya fijado en eso. Comes en orden alfabético.
—Mira, yo sólo... —Se encogió de hombros, jugando con nada en absoluto—. Mi madre me presionaba mucho cuando era un niño acerca de ser más organizado, solía estar solo, en mi propio y pequeño mundo o ese tipo de cosas. Comencé a hacer esto para molestarla, así que... adquirí una especie de TOC (11)
Yesung se quejó y luego metió la mano bajo las gafas para frotarse los ojos. —No te das cuenta, ¿verdad?
—Sé que es un poco raro... —Ryeowook se defendió.
—No —Yesung sacudió la cabeza, dando un gesto de desesperanza—. Eres tan lindo.
A Ryeowook le sorprendió el regocijo que le produjo oírlo y no pudo ocultar su sonrisa. Avergonzado miró hacia abajo al plato y cogió al borde de un rollo de pato.
—Lo siento —dijo Yesung, empujando las gafas, a pesar que la expresión de su rostro dejaba ver que la situación le parecía más divertida que otra cosa—. Probablemente no debí decir eso, no quiero hacerte las cosas difíciles.
Ryeowook se encogió de hombros. —Me gusta cuando haces eso —dijo en voz baja.
—¿Qué?
En respuesta, pasó la punta de su dedo a lo largo del puente de la nariz y sonrió.
Eso sorprendió a Yesung haciéndolo reír, Ryeowook levantó la vista para ver que lo observaba de una manera tierna por lo que no pudo sostener la mirada por más de unos pocos segundos.
—Supongo que me toca mover, ¿no? —dijo Ryeowook, mirando de regreso al tablero.
El sonido del móvil de Ryeowook vibrando sobre el mostrador de la cocina llamó su atención, y Ryeowook lo cogió para mirar la pantalla.
—Si es tu amiga Sorae, probablemente deberías responderle.