El Final Del Cuento De Hadas

19

No tengo ninguna prueba de que éste amor fuera remotamente verdadero

—Alex me besó

Vi como su mirada cambiaba rotundamente, y como fruncía la mandíbula fuertemente. Tanto, que llegué a creer que se le iban a romper los dientes

—¿Cómo?—preguntó seriamente

—Eso, que Alex me besó—apreté mis labios esperando su reacción

Golpeó la mesa con su mano haciéndome exaltar, lo miré sin saber muy bien que decir. ¿Habría sido buena idea decirle?

—¿Cuándo?—tragó en seco

—Ayer, antes de la misa—me miró furioso—antes de casarnos, entro al cuarto donde yo me estaba arreglando y pidió hablar conmigo, y bueno, acepté porque lo vi preocupado, nervioso—volvió a golpear la mesa mientras maldecía 

—¿Por qué no me lo dijiste Sarah?—dijo con un deje de furia en su voz 

—Porque no me pareció importante. Además, no quería que armes lío en nuestra boda. Quería que sea inolvidable—le agarre de la mano, él solo miro nuestras manos unidas 

—¿Y...le seguiste el beso?—me miró a los ojos 

—Si...—miré a otro lado, pero antes de que él reaccione, hablé—pero me separé de él cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo. Me besó, estaba en shock, le seguí el beso sin querer, pero fueron unos segundos, me di cuenta de eso y me separé de él. Le dije que tome ese beso como una despedida a todo lo que él llegó a sentir por mi alguna vez o a lo que sentía por mi, porque yo me iba a casar con un hombre a quien amaba con todo mi corazón, y que eso nunca tuvo que haber ocurrido y sobre todo, que jamás volvería a ocurrir—le dije mientras miraba en todo momento sus ojos 

—Esta bien, solo te voy a pedir una cosa—dijo mientras me agarraba la mano y me miraba a los ojos 

—Claro mi amor, ¿qué cosa?—lo vi a los ojos con una sonrisa 

—Que dejes de ser amiga de Alex, para siempre—me sonrió con sorna

—¿Cómo?—dije sacando mi mano de entre la suya y quitando la sonrisa de mi cara 

—Me escuchaste bien Sarah. Quiero que dejes de ser amiga de Alex—se puso serio nuevamente

—Discúlpame Caleb, pero no lo haré. No dejé de ser amiga de Patrick, que salí con él por ocho años, mira si voy a dejar de ser amiga de Alex por un simple beso que no significó nada. Por favor—me reí con sarcasmo 

—Un beso, que ocurrió a minutos de casarte conmigo. Eso, si no me equivoco se llama infidelidad Sarah. A ti te lo dejo pasar por qué sé que no significó nada, pero para ese estúpido debe haber significado las putas puertas del cielo. A él no se las dejaré pasar, ¿y dónde más le duele? En ti, en su amistad de mierda, en su dulce Sarita—dijo con ironía 

—¿Te estás escuchando acaso? Suenas como un verdadero imbécil. ¿Crees que a él no más le dolería? A mi también me dolería dejar de ser su AMIGA. Y, para que lo sepas, eso no fue infidelidad Caleb, por favor, fue un simple besos de unos segundos, un roce de labios que no significó nada para ambos. Una cosa hubiera sido si me hubiera acostado con él, o si ese beso hubiera significado algo para mi, pero no, no fue así—dije ya exasperada—si te lo conté, fue porque no quiero que hayan secretos entre nosotros mi amor—dije calmándome y agarrando sus manos para mirarlo a los ojos 

—Lo siento Sarah. La vida es injusta a veces, ¿no lo crees? Dejarás de ser amiga de Alex—me dio una sonrisa falsa y se levantó de la mesa para meterse en la cabaña

Suspire fuertemente y me agarre la cabeza. Qué complicado es éste hombre, dios mío. 

Discúlpame Caleb, pero no lo haría. No dejaría de ser amiga de Alex sólo porque tú quieres. 
Sé que hice mal en corresponderle el beso, pero no por eso perderé una amistad de años. 
Decidí ir a la playa, si él quería quedarse en la cabaña enojado, haya él. 

Entre a la cabaña, y pasé por encima de él quien se encontraba viendo televisión en la sala. Ninguno de los dos volteo a verse. 

Agarre un libro que había dejado ahí, y unas gafas de sol, y las deje en una mesa cerca de la puerta de salida. Fui hasta el cuarto y me puse un traje de baño, arriba de éste un vestido de playa y agarre una toalla. Salí del cuarto, y agarre las cosas que había dejado en la mesa y me dirigí hasta la puerta de salida 

—¿A dónde vas?—dijo Caleb en un tono seco 

Me giré a verlo, pero él seguía viendo la televisión. Vire los ojos, odiaba sus momentos de niño insoportable. 

—A la playa, ¿por? ¿También me prohibirás ir a la playa acaso?—pregunté mientras me cruzaba de brazos

—No. Adiós, que la pases bien—dijo agarrando el mando del televisor para cambiar de canal. 

Salí de la cabaña refunfuñando. Era un maldito inmaduro. Por lo menos hubiera tenido la decencia de verme a la cara.



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En el texto hay: romance, misterio y drama, dolor y odio

Editado: 15.02.2020

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