El Final Del Cuento De Hadas

05

Te amé, te amé tanto cómo me salió y todo lo que pude.
Te amé, te amé tanto que te perdí, y al hacerlo, terminé perdiéndome yo también...


CALEB

Sé muy bien que lo que estoy haciendo está severamente mal. Pero ¿cómo decirle que no a mi corazón, si sigue latiendo sólo por una persona?

¿Una? ¿Acaso ya me has olvidado amor?—dijo ella

—No. Jamás podría olvidarte—dije en un susurro

¿Entonces por qué dijiste que tu corazón seguía latiendo sólo por una persona? Por ella, precisamente—dijo ella y vi cómo las lágrimas se iban acumulando en sus ojos

—No amor, no llores—dije mientras intentaba acercarme a ella— Jamás te olvidaría. Siempre te amaré a ti y sólo a ti de la forma en que lo hago. Sólo que... Es tiempo de empezar a cerrar etapas, ¿no lo crees?—pregunté triste mientras bajaba la cabeza para mirar al suelo

Si cierras etapas, estás matándome...—dijo en un leve susurro

—No puedo matar a alguien que ya lo está. Y tú llevas muerta dieciocho años, Jessica—dije con un hilo de voz—Llevas torturando mi mente dieciocho años. Y no lo malinterpretes, amo tenerte cerca de esta forma. Sólo que... creo que ya es momento de dejarte libre, te amo, sí, pero ya tengo alguien más a quién amar aquí. Espero poder encontrarnos muy pronto mi amor, pero por el momento, por mi bien, tengo que dejarte ir—dije entre sollozos

Al levantar la cabeza, no vi a nadie. Ya no estaba Jessica, y al notarlo, al sentir que ya no estaba conmigo, fue como si me desgarraran el pecho y sacaran mi corazón para romperlo en miles de pedazos.

No pude contenerlo más y lloré. Lloré como hace dieciocho años no lo hago. Lloré como aquel día en que me enteré de su muerte. Lloré cómo aquel día, cuando caí a la realidad de que la había perdido, para siempre. 


—¿Por qué lloras?—dijeron a mis espaldas

Me sorprendí y me giré rápidamente. Había estado tan ensimismado que no me di cuenta que mi hermano ya había llegado a la casa.

Me seque las lágrimas rápidamente y miré para otro lado

—Por nada—dije con voz temblorosa

—Anda dime—dijo en tono serio

—Tontos recuerdos. No es nada, en serio—dije mientras aclaraba mi voz por el maldito nudo que se formó en mi garganta

—Yo también la extraño hermano—al escuchar sus palabras sentí mi vista nublarse nuevamente

¡Mierda! Me sentía un jodido llorica. Un sensible de mierda. Pero carajo, cómo la extraño. Cómo necesito de sus abrazos para saber que todo estará bien. Como necesito de su amor incondicional. Como la necesito a ella en mi vida.

Y sin darme cuenta, se me había escapado una lágrima rebelde.

—Hoy son dieciocho años desde su muerte...—susurre evitando llorar

—Lo sé hermano. No eres al único que esta fecha le afecta—puso una mano en mi hombro logrando hacer que lo mirara a los ojos—por eso te necesito fuerte. Para que podamos destruir a quiénes nos destruyeron a nosotros. A los culpables de su muerte—dijo con seriedad

Asentí con la cabeza y me sequé una que otra lágrima que se me había escapado con el antebrazo. Él tenía razón. Me tenía que mantener fuerte, por ella, por mi, por todo el dolor que pasé desde su partida. Por todo el dolor que me causaron desde que la mataron.

Inhalé y exhalé todo el aire posible hasta que me relaje un poco. Solté un suspiro y le otorgué una sonrisa forzada

—Mejor me iré a caminar un rato, para distraerme—dije más para mi mismo que para él

—Está bien. Pero cuando vuelvas, te quiero ver fuerte y más decidido que nunca a seguir con nuestro plan. ¿Entendido?

Asentí con la cabeza y me dirigí a la mesa que estaba al lado de la puerta principal. Agarre una gorra, dinero, las llaves y salí de la casa.

Iba caminando como unas veinte cuadras, cuándo de lejos divisé un super mercado y decidí entrar para comprar algo para tomar y comer, para luego así regresar a mi casa.

Una vez ya dentro, empecé a caminar entre las góndolas buscando algo que se me antojara comer. Estaba tan concentrado buscando algo, cuándo escuché esa voz. SU voz. Era imposible de no reconocer aquella dulce voz de la mujer que tanto amo. Al escucharla más cerca, me di la vuelta para corroborar si era cierto lo que mis oídos escuchaban o es que estaba perdiendo la poca cordura que me quedaba, y al hacerlo... La vi.

Quedé idiotizado como la primera vez que la vi. Hipnotizado por sus hermosos ojos. Cautivado por aquella sonrisa que alguna vez fue dirigida a mi.

Mi corazón empezó a bombear tan fuerte, que por un segundo temí que ella llegase a escucharlo. Era tan rápido mi ritmo cardíaco, que empezó a dolerme el pecho, las cosillas, mis pulmones se habían olvidado de su función y mi cerebro había olvidado de cómo hacerlos funcionar. Me dolía todo el cuerpo a causa de mi corazón que empezó a dolerme, por amarla tanto como lo hago. De repente, empezó a dolerme aún más la vida.



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En el texto hay: romance, misterio y drama, dolor y odio

Editado: 15.02.2020

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