El gallinero de Vicente

Fiestas en la ciudad

Vicente ha quedado con unos amigos en la semana de fiestas de la ciudad, está ansioso por disfrutar de la celebración, como cada año.

            Después de volver de su trabajo como funcionario, se dirige a su habitación y rápidamente se cambia su traje por una ropa informal más adecuada para la noche de fiesta que se avecina. Opta por un cómodo pantalón vaquero que le permite moverse con libertad, combinado con una camisa de colores vivos que resaltan su figura. Por encima, se pone una chaqueta de sport que le brinda un toque de estilo y protección contra el frescor de la noche y elige unas zapatillas deportivas que le aseguran comodidad sin sacrificar el estilo. Una vez que está vestido, se observa en el espejo con una sonrisa satisfecha, sabiendo que su atuendo refleja su personalidad relajada y su disposición para divertirse.

            Después de vestirse con su ropa informal, Vicente se prepara para añadir un toque final a su aspecto. Se dirige a su tocador y toma su colonia favorita, una fragancia fresca que le encanta. Con cuidado, rocía un par de gotas en su cuello y muñecas, permitiendo que el aroma se esparza sutilmente a su alrededor, dejando una estela agradable a su paso.

            Luego, se acerca al espejo y se peina con cuidado, asegurándose de que cada mechón de cabello esté en su lugar. Utiliza un poco de gel para dar forma y definición a su peinado, buscando ese equilibrio perfecto entre estilo desenfadado y sofisticación.

            Con su colonia favorita perfumándolo delicadamente y su cabello peinado con esmero, Vicente se siente completamente preparado para disfrutar de la noche de fiesta que le espera. Con una sonrisa en el rostro y una actitud positiva, sale de casa con la certeza de que su apariencia refleja su confianza interior y su disposición para divertirse al máximo.

            Al llegar al centro de la ciudad, Vicente se encuentra con la bulliciosa multitud que llena las terrazas y las calles. El ambiente está impregnado de risas, conversaciones animadas y alcohol. Las terrazas de los bares han sido habilitadas con más espacio para las fiestas, y ya se puede escuchar la música animada que resuena por las calles. Las mesas rebosan de bebidas y pinchos tentadores, y el murmullo de la multitud se mezcla con la música que proviene de los bares cercanos.

            − ¿Qué pasa tíos? – saluda Vicente al encontrarse con Carlos, Jorge y Manu.

            −No me has contestado al whatsapp −le dice Carlos−, ya pensé que no venías.

            −Con tanto bullicio ni me he enterado −le contesta Vicente mientras saca su móvil y mira−. Ah, sí, aquí está.

            − ¿Qué quieres tomar? −le pregunta Jorge−. Aprovecha que estoy de ronda.

            −Una cerveza. Pero igual entramos a la barra que he visto unas tías que flipas, jaja.

            −Pues diles que vengan aquí, que dentro no cabe ni una mosca −le dice Carlos bromeando.

            Con sus cervezas en la mano, los cuatro amigos observan alegremente a las chicas atractivas que pasan por delante, intercambiando comentarios y bromas entre ellos.

            − ¡Mira esa! ¡Pedazo culo tiene!

            − ¡Pues anda que la amiga!

            − ¿A qué hora has reservado para cenar? −pregunta Manu a Carlos.

            −A las diez, todavía podemos tomar unas cervezas.

            −Vamos a uno que está más abajo, que nos pilla cerca de la cena.

            Mientras caminan hacia otro bar para tomar otra cerveza, el móvil de Vicente comienza a sonar. Con curiosidad, saca su teléfono y ve que es su amiga Ana, de la que no sabía nada desde el cumpleaños de Lucía.

            − ¡Hola, Ana! ¿Qué sorpresa?

            − ¡Hola, Vicente! ¿Qué tal? Cuanto tiempo…

            −Pues desde el cumple de Lucía, si no recuerdo mal.

            −Sí, desde entonces. Oye, ¿Vas a ir a las fiestas?

            −Pues ahora mismo estoy con Carlos y unos amigos tomando algo y luego vamos a cenar. ¿Dónde andas tú?

            −Yo estoy ahora estoy en casa, pero he quedado con unas amigas y vamos a tomar algo después de cenar por ahí, ¿si quieres quedar?

            − ¡Fantástico! ¿Dónde quieres que nos veamos?

            − ¿Qué tal en el sitio ese tan chulo junto a la estación?

            − ¡Perfecto!

            −Te paso la dirección por WhatsApp. ¡Nos vemos allí sobre las doce!

            − ¡Genial! ¡Hasta luego!

            Vicente cuelga el teléfono con una sonrisa en el rostro, emocionado por la idea de encontrarse con Ana y sus amigas después de la cena. Les cuenta a sus amigos sobre el plan y todos están entusiasmados mientras caminan hacia el próximo bar, con la calle abarrotada de gente.

            −Desde el cumpleaños no he vuelto a ver a Ana −dice Carlos−, ¿con qué amigas va a venir? Joder, había una en el cumple que estaba buenísima.

            − ¿Y dónde has quedado? −pregunta Manu.

            −Cerca de la estación, luego me pasa el sitio, dice que está muy bien.

            Después de unas cervezas, deciden dirigirse al conocido lugar de ambiente donde han reservado para cenar chuletón.

            El bar donde Vicente, Manu, Carlos y Jorge van a cenar es un famoso restaurante que rebosa de actividad y bullicio. Desde fuera, se puede escuchar el murmullo constante de la multitud y la música que flota en el aire, atrayendo a los transeúntes.

            Al entrar, el ambiente está cargado de un fuerte olor a carne asada. El local está lleno hasta el último rincón, con cada mesa ocupada por grupos de amigos y familias que disfrutan de la noche festiva.

            El griterío de las conversaciones se mezcla con el sonido de los vasos chocando y la música de fondo, creando una sinfonía caótica pero emocionante que impregna el ambiente. Las risas y los gritos de alegría se elevan por encima del tumulto, como si cada grupo estuviera compitiendo por hacerse oír entre la multitud.




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